Abro los ojos rápidamente, el abrumador sonido de un rayo inunda la cabaña. Mi cabeza duele un montón, sin entender lo que sucede observo mi entorno, en la oscuridad encuentro la luz, allí se encuentra un chico tarareando una canción mientras saca comida de la nevera y le pone sobre la mesa. En ese momento vi que estaba comiendo Seswaa.
- ¿Seswaa? Eso es lo que hemos comido hoy, ¿por qué la tiene? ¿la habrá robado junto con mis pastillas? - Piensa Carla.
- Tan frío no me gusta, qué asco de comida. - Articula mientras que con una mueca de disgusto aparta bruscamente el plato, enviándolo a la otra punta.
Con esa frase se levanta de la silla y lo pierdo de mi campo de visión. Mi corazón late cada vez más rápido, cierro los ojos e intento tranquilizarme, cuando de forma repentina unos pies se presentan a mi lado derecho, asustada intento acercarme a la pared de mi izquierda que me encierra aquí. Cierro los ojos de nuevo con más fuerza deseando no haber llegado hasta esta cabaña. Un portazo sonó, seguidamente del sonido de una cremallera abriéndose, después de eso, una gran maleta verde oscuro cae escandalosamente al lado de los pies, un pequeño móvil se asoma por la cremallera. Sus piernas rápidamente abandonan el lugar y nuevamente soy capaz de ver al chico sentarse en la silla, esta vez con un cuaderno en la mano. Espero pacientemente a que el chico decida irse a dormir, mientras tanto, me dedico a ver las facciones del chico que parece estar escribiendo otro poema. Su atención se posa únicamente en escribir, es ajeno a su entorno, así que aprovechando la oportunidad decido salir apresuradamente de aquí, pero un golpe seco interrumpe mis acciones.
- ¡Así no es, no me sale! - Dice arrancando violentamente una hoja para después arrugarla y lanzarla al suelo.
Sus pasos resuenan por toda la habitación, destempladamente se tira sobre su cama, casi aplastándome. Después de 20 minutos de silencio, me atrevo a escapar. Despacio, salgo de debajo la litera, pongo los pies sobre las frías baldosas, paso al lado del arrugado papel que había tirado anteriormente, la espalda me duele bastante a causa de haber estado tanto tiempo tumbada sobre el duro suelo. Tambaleándome llego hasta la puerta, hay algo apoyado sobre ella, desconcertada palpo el misterioso objeto, un escalofrío recorre mi cuerpo al descubrir que era otra arma, esta vez una escopeta. Temblando, la aparto y la dejo cautelosamente sobre el suelo, pongo la mano sobre el pomo. Desafortunadamente, una estridente melodía de un saxofón empieza a sonar, recordando donde se encontraba el móvil, leo "Linda McCarthy" antes de rechazar la llamada y apresurarme a abandonar ese lugar silenciosamente.
Llego a la entrada de la gran casa que poseía mi padre con la respiración agitada. Silenciosamente cruzo el largo pasillo con una gran variedad de fotos y cuadros decorando sus paredes. Por primera vez me paro a contemplarlos, con los ojos cristalinos observo un collage de fotos de toda la familia que me sacó una sonrisa melancólica al recordar esos momentos.
Unos pasos se escuchan recorriendo el pasillo, Arturo aparece interrumpiéndome. Lo encaro y furiosa descargo mi ira sobre él.
- ¡¿Por qué no me has traído mis pastillas, no te preocupas por tu hija?! ¡Supongo que prefieres que muera! - Exagero.
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Devuélvemelas
Mistério / SuspenseEl sufrimiento de unos puede ser provocado por la ambición de otros. Teresa lo descubre de mala manera cuando le arrebatan a sus hijas. Descubre la verdad tras la realmente trágica historia de su muerte.