Capítulo 4

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Amaba cada cosa de Frank, cada mínimo detalle. Estaba enamorado de él, creo que lo estuve desde aquél preciso momento en que lo vi debajo de la lluvia.

Él era una caja llena de sorpresas.

Nos veíamos de vez en cuando, y cuando lo hacíamos, aprovechábamos el tiempo al máximo. El me tocaba la guitarra de vez en cuando, y yo cantaba para él. Era como un intercambio que hacíamos.

Una o dos veces por semana salíamos a cenar.
Frank amaba los platos sencillos, decía que podía apreciarse más la mano de obra de quien lo había elaborado. Un par de veces lo invité a mi apartamento, y el hizo lo mismo con el suyo. El vivía en un monoambiente, pequeño, todo desordenado. Pero desordenado en el buen sentido. Sus paredes, piso, techo, todo era arte. Frank era arte.

Aquella tarde en la que conocí su apartamento, no podía dejar de pensar en lo mucho me que gustaba. No sólo físicamente, porque él era realmente precioso. Me gustaba su forma de ver las cosas, su positivismo, su alegría, su energía, me gustaba todo de Frank.

Esa tarde hicimos el amor por primera vez.

Nuestros cuerpos y nuestras almas se unieron. Se conectaron de tal manera que hasta el día de hoy, si cierro los ojos, aún puedo sentir su corazón latiendo al unísono con el mío.






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Tormenta. // Frerard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora