En uno de los tantos viajes que emprendimos con Frank -en el pequeño escarabajo- nos hicimos amigos de dos mujeres que, al igual que nosotros, huían de la rutina y se disponían a pasar un grandioso y memorable Summer Break.
Sus nombres eran Jamia y Lindsey, ambas estudiaban Comunicación y se denominaban "mejores amigas", aunque yo siempre mantuve la sospecha de que entre ellas había algo más que amistad.
Las conocimos en una cafetería a orillas de la carretera. Era de esas típicas cafeterías vintage de piso a cuadros, posters enmarcados de películas de los 50's y grandes asientos de cuerina roja y brillante.
Estaban sentadas solas, en una mesa demasiado grande para dos. Frank, tan sociable como siempre, se acercó a ellas y les preguntó si podíamos compartir la mesa.
Al principio traté de persuadirlo, pues después de todo, no conocíamos a aquellas chicas de nada, y era probable que se enfadaran con su actitud.
Sin embargo, ambas muchachas se miraron, y aceptaron con enormes sonrisas.
Nos sentamos, entonces, frente a ellas. Y así fue como comenzó nuestra amistad.
Mientras Frank se dedicaba a enseñarles a nuestras nuevas amigas algunas palabras en su lengua natal, yo lo único que podía hacer era observarlo y preguntarme cómo un ser tan tierno, perfecto, resplandeciente e increíble podía estar conmigo.
Yo no estaba mal, no es eso lo que he querido decir. De hecho me consideraba un buen partido, o al menos alguien "aceptable".
Pero Frank se encontraba en otro nivel, uno muy superior.
Frank estaba en un pedestal. Y yo era su más devoto adorador.
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Tormenta. // Frerard.
Short StoryPorque él era lluvia... Pero eso lo entendería más tarde. // Historia corta. 10 capítulos.