Capítulo 2

93 32 21
                                    

Aún recuerdo el día en que lo conocí. Tan luminoso, tan él, parecía saborear cada gota de lluvia.

Yo lo observaba metido en mi pequeño escarabajo y de repente comencé a sentir algo de remordimiento.

¿Realmente era correcto que yo lo observara de esta manera? Digo, ¿no es un atropello a su intimidad?

Pero es que tampoco podía dejar de hacerlo. Había algo en él que me atraía como un imán, algo que generaba que yo quisiera jamás dejar de contemplarlo. Y mientras él caminaba, como en cámara lenta -ya les dije, parecía saborear cada gota-, yo me planteaba y replanteaba la idea de hablarle. Pero, ¿con qué excusa, Gerard Arthur Way, le hablaría al desconocido de la lluvia?

Entonces, recordé el paraguas debajo de mi asiento.

¡Oh, bendito paraguas!

La suerte me acompañaba aquel día.

Bajé del auto, y mojándome apenas un poco en el proceso, abrí aquel paraguas verde chillón.

Me fui acercando al chico, que más bien parecía un niño, tan pequeño, tan brillante, jugando bajo el agua.

-¿Quieres cubrirte? -pregunté, señalando con la cabeza el paraguas que sostenía.

El me observó sonriente ¡Dios! Ojalá hubiese llevado conmigo una cámara fotográfica, pues esa sonrisa era digna de ser colocada en un portarretrato.

-¿Para qué? -preguntó, con un acento extraño pero casi imperceptible.- Es solo agua.

Nunca dejaba de sonreír. Y yo me sentía como un bobo debajo de mi sombrilla verde chillón.

-Es sólo agua. -repitió, como si yo no hubiese oído.- También deberías sentirla.

Rápidamente, tomó mi mano -la que sostenía el paraguas- y la bajó, de manera que ya nada cubría mi cabeza, y de manera que las gotas empapaban mi cabello, mi cara, mis hombros, y toda parte de mi cuerpo.

El comenzó a reír, no una risa eufórica, mucho menos una risa falsa y apagada.

Simplemente una pequeña risa dulce y melodiosa.

-Ahora tu también la sientes. -dijo. Las palabras se le enredaban tan sólo un poco debido a su acento.

-La siento. -dije.

El me observaba y yo a él. Y juro que jamás había deseado que un momento durara para siempre, hasta este instante.

Tormenta. // Frerard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora