• Storm •

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— ¿Y cómo van esas reparaciones? — pregunta el azabache, mirando a su dúo problema trabajar. Ambos estaban cubiertos de polvo y pintura, como merecían después del desastre que dejaron.

— ¡Ya casi está! — contesta Izuku, terminando de pintar el marco y pasándose la mano por la sudada frente.

— Bakugō. — llama el mayor.

— Ya sé. — responde yéndose a por la puerta que la escuela tuvo que comprar, y por las que les hicieron pagar a ambos haciendo la limpieza de todas las habitaciones.

Decir que están exhaustos es poco.

— Izuku. — llama ahora Aizawa a su otro pupilo, logrando que este se detenga en su ardua tarea de analizar si el marco estaba bien alineado.

— Dígame, Aizawa sensei.

— ¿Pasó algo?

Ante la pregunta el menor vuelve a mirar su trabajo. Está calmado, o al menos eso parece.

— ¿Algo como qué? — pregunta y el mayor suspira aliviado.

No podía ser.
No estaba informado al 100%, pero si era cierto lo que entendió luego del discurso de Recovery girl... ese par de revoltosos sí que le iban a dar problemas.

Las teorías que estaba armando en su cabeza cada vez parecían más obvias, producto de la tensión que sentía en ambos cada vez que les pedía cooperar.

Izuku también suspira por lo bajo, tratando de disimular que estuvo al borde de un infarto pues apenas este preguntó, no pudo evitar arreglarse el cabello para ocultar sus oídos.

Todavía puede sentir sus colmillos clavándose en ellos, sin llegar a provocar dolor; sinó todo lo contrario.
Un escalofrío placentero que despierta instintos que creyó aún no desarrollar, pero que latentes aguardaban a que oscureciera un poco más.

Nueve. Ya en dos horas se tendrían que ir a acostar y hoy Katsuki no se había llevado a otra pieza la almohada de su futón. Es decir, que dormirían en la misma pieza y tendrían que hablar de lo qué pasó; tema censurado hasta el momento.

— Nada, terminen de una vez. Es tarde. — Cansado el mayor les despacha. Le gusta castigar a sus alumnos, pero no perder sus horas de sueño por ello.

— ¡Sí! — responde despejando su mente en su tarea. Ya pensaría en su momento en la atrocidad que acaba de prometer, puesto que repite y repite en su mente sus propias palabras cada tanto, sin poder creerlas.

Prácticamente se ofreció. Le dio permiso para tocarle como si fuera un piano y superar lo que sea que le esté pasando a costa suya.

Todavía no entiende qué le motivó a aquello, pero una parte de él, bastante idiota, está feliz.

Bakugō aparece y calza la puerta en el marco, luego ambos trabajan en silencio sepulcral. No es incómodo, pero sus distancias no se sienten como las de anteayer.

Cada centímetro que les separa ambos pueden notarlo a flor de piel. En especial Izuku, quien con la piel de gallina intenta no dar indicios de que está a punto de soltar todo lo que siente.

— Oye idiota.

— ¿Qué? — pregunta nervioso.

— Pásame el martillo.

— T-ten. — El pecoso se muerde la lengua por tartamudear y apenado verifica que la puerta esté en condiciones mientras Katsuki ahora guarda sus cosas.
No podían seguir así, era ridículo.
Pensando en ello traga saliva y decidido, vuelve a hablar:
— ¿Hoy dormirás en la habitación? — interroga, refiriéndose a la que ambos compartían y este no se había dignado a usar.

►Your Love Hurts◄ [WIP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora