• Ultimatum •

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— Bueno, vi cómo se te acercó. Tampoco es que haya visto el beso, no ocurrió, te echaste para atrás. Pero reconozco el proceso, he visto muchas peli-

Uraraka continúa en su diálogo acelerado mientras intenta mantener una expresión neutra, para no ofender. Decir que se quedó petrificada al ver a Bakugō aproximarse sería poco.

Dudó al verlo, creyendo estar loca. Luego se sorprendió y por último sintió unos celos atroces. Su cuerpo hervía de rabia.

Su madre siempre dijo que cuando parecían demasiado perfectos resultaban infieles o gay. Tenía razón, por desgracia para ella, quien veía la derrota antes de siquiera luchar por la victoria.

Izuku, si bien se alejó, no parecía desagradado. Mas bien, aparentaba estar sorprendido.
— No les estoy juzgando. Yo solo... necesito saber si te gusta en serio. — explica avergonzada. No quería parecer obvia con sus sentimientos, menos si iban a ser claramente rechazados.

Entonces una idea vuelve al pecoso a la realidad, y haciendo uso de toda la fuerza de voluntad consigue preguntar:
— ¿Por qué necesitas saberlo? — Logra consultar con las manos temblando del horror y haciendo especial énfasis en el verbo que ella misma usó.

Podía ser ella.
Claro, ¿por qué no?
De todas las mujeres en clases, es la única con la que Kacchan había tenido siquiera un mínimo trato.

Aquella idea hace que se sienta por primera vez como una mala persona, alguien que interrumpe la felicidad de los demás; logrando volver lo que antes le hacía sentir especial en algo sucio e indebido.

Entonces, el gesto reciente que casi hace que le estalle el corazón de alegría, y por torpeza y miedo no logró aceptar, quema. Quema directamente en sus ojos.

No entiende el proceder de Kacchan.
Besarle frente a su persona especial no tendría sentido, aunque sinceramente nada de lo que él mismo hacía lo tenía tampoco.

— Yo... — comienza a marearse, entrando en un ataque de pánico tal que no hay respuesta legible en su cabeza. Todo es una maraña de pensamientos espantosos: Envidia, rabia, frustración, tristeza... Que le provoca un enorme dolor de cabeza — Tengo que irme. — se despide tomando sus cosas y tratando de salir del salón, seguro de que cual sea su respuesta lastimaría a alguien.

Por desgracia subestimando a la castaña, quien parada en la puerta no se lo permitió.

...

— ¿Puedes bajarme? — pregunta el pecoso, pasados incontables minutos desde que quedó estampado contra el techo, producto de la ausencia de fuerza de gravedad que retenga su cuerpo.

La castaña acababa de romper una de las reglas de la escuela e Izuku, algo aterrorizado, anota mentalmente la tenacidad que poseía una mujer enamorada.

— ¡No, te quedas ahí arriba hasta que me contestes! — exige decidida.
Si él no lo confesaba nunca lo creería, forma de la que sería imposible desecharle.
¿Bakugō e Izuku?, era de locos.
Ahora que lo piensa, quizás todas sus peleas tenían un trasfondo inesperado.
— ¿Te gusta o no?

Izuku cierra los ojos cansado y lo piensa, medita los pros y los contras, donde si bien mentir sería una falta completa a su amistad, podría permitirle a ella y a Kacchan avanzar.

Y entonces, ¿qué pasaría con los sentimientos que él lleva?

La pregunta le tienta a ser egoísta. Katsuki siempre llamaba a aquello, a su egoísmo. Lo hizo en su primer campamento cuando se lo llevaron y se negó a seguir instrucciones, así también cuando notó que todos usaban su apodo y ya no sonaba tan especial, por lo que procuraba decirlo más veces y con una entonación más afectuosa.

►Your Love Hurts◄ [WIP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora