Cuando me despierta el sonido del móvil me desoriento al sentir un cuerpo contra el mío en un primer momento, pero me acuerdo en seguida de la noche anterior. Estoy tumbado boca abajo con el brazo de Agoney encima de mi pecho desnudo y sus piernas entre las mías.
Me sorprende lo bien que encajan nuestros cuerpos porque nunca en mi vida había estado así con nadie. Realmente nunca creí que iba a encajar con nadie tanto y menos en tan poco tiempo.
Está dormido de lado con la cabeza prácticamente enterrada en mi cuello y gruñe cuando me muevo pero no se despierta del todo, me da paz mirarle. De repente, recuerdo todo lo que pasó la noche anterior: los labios de Agoney recorriendo cada rincón de mi cuerpo, los míos recorriendo el suyo, las caricias, los besos, las lenguas, las manos.
Madre mía ¡qué noche! Se me acelera el corazón al pensarlo porque fueron literalmente horas de sexo. Horas, porque nunca había deseado tanto hacerle sentir placer a alguien y es que Agoney gimiendo es todavía más bonito que de normal. Tampoco nunca nadie me había tratado con tanta delicadeza y a la vez con tanta energía e intensidad. Nos dedicamos a conocernos profundamente y a conocer nuestros cuerpos bien y uf, me hizo ver el cielo.
Salgo con suavidad de la cama intentando que siga dormido y tapado mientras susurro "perdón, perdón, perdón". Busco mi móvil que está en el bolsillo del pantalón que sigue tirado en el suelo y, al ver que es mi prima Nerea, contesto un "¿sí?" bajito y salgo de la habitación al pasillo cerrando la puerta con suavidad.
- ¿Estabas dormido? ¿Qué hacías dormido a las doce y pico de la mañana?
- Buenos días prima, yo también te quiero.
- Perdón, buenos días. Pero... ¿me explicas? ¿No has ido a cantar al metro?
Mi prima tiene 15 años y, desde que nació, hemos sido prácticamente inseparables. Nos hemos enseñado muchísimas cosas el uno del otro aunque yo sea casi 7 años mayor que ella y, teniendo en cuenta lo cargante que puede llegar a ser nuestra familia, sé que me echa demasiado de menos.
Por eso, la llamo casi todos los domingos antes de irme a tocar y si no pretendo ir le aviso con antelación. Pero es que ayer no planeaba quedarme dormido hoy. Ayer no planeé todo lo que iba a pasar, eso es bastante raro en mí.
El problema con Nerea es que, a veces, se comporta demasiado como una adulta. Siempre le echo la bronca porque le da por hablarme como si fuera mi madre y es mi prima pequeña.
- Nerea...
- No soy tu madre. Vale, sí... perdón. – Me río bajito y ella se ríe conmigo.
- No he ido a cantar... Salí anoche y quería dormir, siento no haberte avisado.
Normalmente le cuento a Nerea mis aventuras con chicos, le cuento cuando conozco a alguno en una fiesta y me lío con él y le hablo de las citas que tengo de vez en cuando con tíos que no me importan demasiado pero no le cuento lo de Agoney porque no sé que va a pasar ahora. Si va a ser alguien relevante en mi vida tengo que empezar a tomarme esto con calma y no puedo meter a mi familia en esto aún porque ya he metido a mi mejor amigo.
Hablando del rey de Roma. Nerea me está contando que ganó un concurso de dibujo que hacían en su instituto justo cuando la puerta se abre y entran Hugo y Alfred. Van de la mano y están sonriendo muy fuerte.
- Raoul tío podrías ponerte algo de ropa... ya sabemos que estás buenísimo pero es marzo no hace ni si quiera tanto calor – Joder, es que estoy en calzoncillos en mitad del pasillo. Qué vergüenza.
- Mierda, perdón es que... Nerea... tengo que colgar ¿vale? Por la tarde te llam-
No puedo terminar la frase porque Hugo se acerca y me quita el móvil de la mano (hace esto demasiadas veces). Alfred está detrás de él con la mirada agachada y algo sonrojado, supongo que le da vergüenza mirarme en ropa interior. A mí también me está incomodando esto pero si abro la puerta de mi habitación van a ver a Agoney en la cama.
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Mi libro favorito
RomanceRAGONEY. "Érase una vez una vieja librería de un rincón de Madrid que fue testigo de un montón de momentos cursis entre dos personas que necesitaban esos momentos cursis."