IX. Raoul

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Agoney es mi novio. Hemos oficializado esto como hace dos horas y lo he pensado ya unas cincuenta veces. Me cuesta asimilarlo porque no es algo que yo haya hecho antes.  Mi relación más duradera fue con un chico con el que estuve liado dos meses en verano y nunca fuimos pareja, pero Agoney es realmente mi novio.

Lo más curioso, de todas formas, es que siento que ha salido natural. Nunca me había imaginado que fuera tan sencillo, quizás no he tenido muchas relaciones sanas de referencia en mi vida y por eso creía que esto del amor era más complicado. Querer a Agoney es fácil.

Pienso en esto sentado en ropa interior en el sofá de su casa mirando como se pasea (también en ropa interior) por el salón/cocina mientras habla con la mujer del Telepizza al otro lado del teléfono. Está increíblemente guapo y es mi novio.

Este chaval moreno, con los rizos despeinados, la barba simétrica, el torso desnudo, las piernas perfectas y los ojos brillantes que sesea mientras le comunica a alguien por teléfono los ingredientes que quiere para su pizza con una sonrisa preciosa y un tono de voz calmado... es. mi. novio.

Y yo, además de ser probablemente el tío más afortunado del planeta, tengo hambre y estoy cachondo otra vez así que me levanto para agarrarle de la cintura justo cuando él cuelga.

- Llegan en 20 minutos. – Me besa al terminar la frase porque estoy pegado a él y coloca sus manos en mis caderas con suavidad. Muchísima suavidad. Pero su tacto tiene un efecto en mi piel muy parecido a la electricidad.

- Muy bien, en 20 minutos podemos... - Termino la frase levantando las cejas con intención de insinuarme y acariciando su abdomen y él se ríe.

- Cómo estamos eh chiquitín.

- Felices, estamos felices. – No dice nada sólo sonríe y me besa. No ha dejado de demostrarme que siente lo mismo que yo pero necesito oírle decir que también es feliz. - ¿Verdad?

- Claro que estamos felices, es uno de los mejores días de mi vida Raoul... esto ya lo sabes.

- Jo Ago...

No se lo digo porque le empujo contra el sofá, me coloco encima de él (rodeándole con mis piernas) y me dedico a repartir besos por su cara y su cuello pero no dejo de pensar en lo muchísimo que le quiero. Es curioso porque realmente no lo había pensado hasta que lo ha dicho él, hace unas horas.

Durante estos dos meses que llevamos conociéndonos he sido consciente de cómo evolucionaban mis sentimientos hacía él, sabía perfectamente que iba a acabar hasta las trancas de él desde el primer momento y he sentido perfectamente cómo iba pasando.

He notado como iba enamorándome de él cada día un poco más, pero no me había reconocido a mí mismo aún que había llegado al punto de quererle muchísimo ya. Hasta que le he oído decírmelo un rato después de haber leído lo que escribió después de nuestra primera cita. No he tenido ninguna duda de que era algo recíproco, así de sencillo.

***

No nos ha dado tiempo a avanzar demasiado porque sólo llevábamos poco más de diez minutos de besos y caricias cuando ha sonado el timbre y Agoney ha tenido que correr a ponerse algo de ropa a regañadientes para abrirle la puerta al repartidor de Telepizza. Supongo que porque vive a tan sólo dos calles del sitio.

- Para un día que prefería que tardasen más de lo que decían... - Coloca las pizzas encima de la mesa del salón mientras yo salgo de la habitación ya también vestido con una camiseta suya que he cogido de un cajón.

Me siento a su lado y le observo abrir las dos cajas de pizza medianas con cuidado, porque así es como hace Agoney las cosas, y el olor se extiende y él aspira con fuerza.

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