Besito, besito...

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Los tres se quedaron hablando un tiempo más y decidieron ir a la sala común a seguir charlando ya que había empezado a refrescar.
-¡Abril!-Gritó alguien desde el final de las escaleras.
-¿Qué haces ahí arriba Scorpius?
-Venía a verte, pero no estabas en tu sala común.
La Ravenclaw subió las escaleras.
-¿Qué pasa?
-Quiero pedirte perdón, no sabía que estabas con James, si lo hubiera sabido no hubiera hecho muchas cosas, las cuales he hecho.
-No te preocupes, no has hecho nada malo.
El Slytherin sonrió agradecido y bajó las escaleras.
Los dos Ravenclaw que les espiaban desde el piso inferior, subieron las escaleras como si pasaran por ahí y habrieron la puerta, como siempre,acertando un acertijo.
-Ni se os ocurra preguntarme algo sobre mi corvensacion.-Alertó ella.
Sus dos amigos se rieron por el comentario de su amiga y empezaron a hablar de sus familias, los dos eran sangre pura, hablaban de todas las cosas extrañas, para Abril, que pasaban en sus casas, nuestra protagonista, sentía que no necesitaba estar en esa conversación y se marchó sigilosamente de allí, justo cuando se dió la vuelta, se encontró con James.
-Hola cariño.-Dijo él cogiendole la mano.
-¿Qué haces aquí?
-Estaba buscándote, quiero pasar tiempo con tigo.
-¡Claro! Vamos.
Los dos salieron al patio y empezaron a andar cogidos de la mano.
-Y dime, ¿Por qué me buscabas?
-Nada importante, quiero pasar más tiempo con tigo.
La Ravenclaw sonrió y le besó la mejilla. Pasaron un buen rato hablando, distanciados de los demás.
-Ven, vamos a sentarnos aquí.
Abril se sentó en el banco, como James le había dicho.
-¿Qué pa...-La Ravenclaw no pudo terminar su frase, ya que fue interrumpida por los labios del Gryffindor, que chocaron con los suyos.
Su novio le apartó el pelo de la cara y le agarró, cariñosamente, de la cara.
-James, no hace falta que cuando me des un beso sea tan apasionado...
-¿Te he incomodado?¿Te estoy estresando? Lo siento mucho Abril, solo tienes que decírmelo la próxima vez y...
-No seas tonto, no me incómodas, solo digo que me puedes dar un simple pico y me harás feliz.
Los dos se quedaron hablando y salieron justos hasta el gran comedor.

La vida de Abril Banks IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora