En la mañana siguiente, todo estaba tenso. Nos habíamos quedado en la casa de Roseanne a pasar la noche, y Aliz le contó todo lo sucedido. Rose, no cree que algo le esté pasando a Robert, es raro pero la entiendo. Ella ya no se quiere hacer más ilusiones y mucho menos preocuparse más de lo que ya está. Vivía la vida perfecta junto a su esposo, y ahora que ya no está, que todo cambió, que sufrió muchísimo, quiere olvidar todo y superarlo.
El despertador de Aliz hizo que solamente yo me despertara ya que ella siguió durmiendo plácidamente. Saqué todas mis cosas de mi mochila y al encontrar mi diario comencé a escribir. Y es que sí, no sólo la dimensión 365 tiene "diarios íntimos", todo ser de cualquier dimensión tiene derecho a tener su propio diario y contar su propia historia.
Abrí en par mi diario y al ver en qué página me había quedado la última vez, suspire y comencé a escribir. Mis palabras, mis pensamientos, mis emociones, mis secretos, todo está ahí, en ese pequeño diario color plata que tiene escrito mi nombre con cristalitos azules.
Alguien toca la puerta y yo me sobresalto por el susto, escondo mi diario debajo de la almohada y me levanto a ver quién es.
—Soy yo, cabeza brillante.
Abro la puerta del cuarto y sonrío al verlo de pijama y plantuflas de perritos.
—Buen día.
—Buen día—Alec sonríe y pasa al cuarto de su hermana—. No has dormido por culpa de sus ronquidos, ¿cierto?—bromea.
Río y niego con la cabeza.
—Tus ronquidos son peores. Imagínate que estaba en tu habitación y tú en la sala.
—Entonces es de familia—ríe.
Ambos nos sentamos en el colchón y quedamos en un silencio incómodo.
Odiaba tenerlo tan cerca, sentía que una especie de energía me atraía hacia él y no podría despegarme más. Aunque sintiera eso y algo de mi quisiera que suceda, mi cabeza me dice a gritos que es algo peligroso, mejor estar lejos.
—¿Y tú cómo has dormido?—me alejo disimuladamente de él.
Alec, pareciera que lo hiciera de gusto, y se acerca más.
—Pues bien, aunque me ha costado.
—¿Por qué?
Remueve su cabello y baja su mirada haciendo una mueca.
—Por lo de mi padre...—logra decir.
Hago una mueca y me quedo muda.
—Desde tu llegada, mi vida ha cambiado. Todo lo que nunca llegaría a pensar que existe, ahora ha cambiado. Ahora lo veo todo diferente. Cada cosa que me cuentas, que haces, me hace abrir los ojos. Todos pueden ver un simple callejón, hasta yo lo puedo ver, pero a diferencia de los demás, gracias a ti, sé que además de ser un simple callejón más en esta gran ciudad, es un portal a otra dimensión. Increíble, ¿no?
—Alec, te juro que no he inventado nada, lo vi con mis propios ojos y mis sentidos...
—Te creo Foxen, y eso es lo que me preocupa.
—¿Te preocupa creerme?
—No cabecita brillante. Me preocupa lo que viste. Sé que puede ser verdad, a estas alturas no me sorprende nada—ríe irónico.
—¿Y si me equivoco?
—Eso quisiera, pero si no lo estás, tendré que investigar.
—Tendremos que investigar—le corrijo.
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Ella es Foxen
FantasySus ojos cambian de color según cómo ella quiera. A veces eran verdes, a ella le gustaba ese color. Otras veces era de color lila, como el cielo de su dimensión. Había otras veces que sus ojos eran de color rosa, como el de su alma; y otras veces er...