Luego de que mi madre me mostrara mi armadura, decidí ir a ver a Ter. Ella vive cerca del castillo así que fui caminando. Aproveché ese momento para dedicarme un segundo en Alec, ya que luego necesitaré todo el tiempo posible en que mi cabeza esté con mi dimensión y no en un lugar externo. ¿Qué estará haciendo? ¿Por qué ayer hizo tal cosa? O sea, no digo que estuvo mal pero a mi me hace mal, y a él físicamente. Su labio roto después del beso llega a mi cabeza en una serie de imágenes. Mierda. Si alguien se entera me matará, estoy segura...Bueno, tampoco para tanto pero hasta yo quiero matarme. A pesar de que duró unos pocos segundos porque fue algo muy corto, yo lo recuerdo como si hayamos pasado horas con nuestros labios juntos. Qué ridiculez. Ya me estoy pareciendo a una de esas películas románticas que hay en la tierra, donde siempre terminan con un "y fueron felices para siempre", es una lástima que aquí no exista tal cosa.
A medida que voy llegando, trato de sacarme de la cabeza al pobre Alec, aunque será algo muy complicado.
Toco dos veces la puerta para ver a una versión de Teresa muy cansada, pero, al verme parada en su entrada, sus ojos se agrandan y corre para abrazarme enseguida.
—¿Cómo está la pequeña estrellita?—pregunta Ter con una sonrisa algo picarona. Creo que alguien se me ha adelantado...
—Quería ser yo la que te diera la sorpresa—digo haciendo un puchero.
—Ya sabes que el pequeño Anon siempre está emocionado de verte, y a la primera que corre con el corazón en la boca es a mi para contármelo todo—rueda sus ojos y me invita a entrar.
Teresa y Anon son mejores amigos desde que son pequeños. Fue ella la que me lo presentó y la que planeó todo desde el día uno.
—¡Vaya! ¡Estás más alta!—comenta ella en tono de burla.
—Y tú no te has quedado atrás, amarillita—le guiño un ojo.
Ambas reímos por nuestra burla. Las dos sabemos que siempre tendremos esta altura para toda nuestra vida, y no es muy alta que digamos.
—Pues cuéntame...¿Cómo te ha ido en la tierra?
Un gran suspiro llena mis pulmones. Mierda. Alec. No.
—E-eh...Bien, supongo. Ya sabes, lo mismo de siempre...
—Mmm...—Ter hace cara pensativa—Palabras entrecortadas y sumamente cortas...¿De qué no quieres hablar?
Mierda.
—Te detesto—escupo mintiendo.
Teresa pega una carcajada fuerte y luego se sienta en uno de sus sillones inflables.
—¡Oh vamos! ¡Cuéntamelo!
Ruedo mis ojos y dudo en decírselo o no. Ter es mi mejor amiga, con la que siempre he confiado todo y nunca ha salido nada. Creo que se lo contaré.
—Okey...Aquí voy—método para autoconvencerme? Pues claro, ¿por qué no?—¿Recuerdas a Alec? Bueno, ya qué. Comencé a sentir cosas por él que no son normales. Él está en pareja y ayer cuando le fui a decir que iba a volver aquí me besó. No sé qué me pasó después pero no le quiero volver a hablar, ¿okey?—mis palabras sin ningún control hacen que Teresa quede procesando todo exactamente.
—Yo lo sabía. Sabía que sucedería esto. Y lo sabes, yo te lo dije—dice orgullosa.
—No es algo bueno todo esto, Teresa.
Ella rueda sus ojos.
—No lo hagas algo super serio e imposible, Foxen.
—No lo hago, tan sólo lo es...
ESTÁS LEYENDO
Ella es Foxen
FantasySus ojos cambian de color según cómo ella quiera. A veces eran verdes, a ella le gustaba ese color. Otras veces era de color lila, como el cielo de su dimensión. Había otras veces que sus ojos eran de color rosa, como el de su alma; y otras veces er...