La hacen llamar La Tierra...
La Tierra...
¿La tierra? ¿Acaso escuché bien?
—Es imposible—se escapa de mis labios.
Anon me observa de reojo y sus ojos me transmiten que ha descifrado la última pieza que le faltaba. Maldición.
—¿Por qué es imposible?—contraataca mi padre.
Toco mis manos sudorosas, no me había percatado que todo mi cuerpo se encuentra igual que mis manos, y tengo miedo de que se note demasiado.
—Por qué...He estudiado esa dimensión, sus seres no tienen dones.
—¿También has estudiado a sus seres?—salta Anon, con su mandíbula tensa.
¿Esos son celos?
Cállate.
Retumba su voz en mi mente.
—No...Digo sí, si los he estudiado. Créanme cuando les digo que es imposible que ellos hicieran esto.
—Ellos no, pero los invasores sí, y se deben de ocultar en esa dimensión—habla el segundo maestro de dones.
—Coincido con él—dice uno de los sargentos.
Suspiro. Tal vez tengan razón; no son sus habitantes mismos, sino también invasores que se esconden en su dimensión.
Mi padre me observa con mala cara, que haya interrumpido en su discurso no le ha caído para nada bien.
Anon me mira y yo le suplico con mis ojos que termine con el ambiente tenso, a lo que él le pide a mi padre continúe hablando. Le agradezco con la mirada al igual que mi madre, para luego suspirar y tratar de regularizar mi respiración. No debes de cambiar de color, no debes de cambiar de color.
Me debes una explicación, yo no te creo nada.
Vuelve a sonar la voz de Anon en mi cabeza.
Si él fuera otra persona, los dos sabemos que me importaría poco que no confíe en mi palabra, no gastaría mi tiempo en tratar de convencerlo siquiera. Pero Anon no es otra persona, Anon es mi amigo y él sí necesita explicaciones.
—Te las daré cuando termine todo esto—digo cerca de él. Como respuesta recibo su asentimiento para luego continuar con su postura recta.
¿Y ahora qué? ¿Acaso también van a causar disturbios en la tierra? ¿Alec correrá peligro? Si los invasores están en contra mío, lastimarán a las personas que son importantes para mí, y si saben que tengo contacto con él, temo que le puedan hacer algo.
—Cariño, ¿sucede algo?—mi madre toca mi mano delicadamente.
¡Cuánto agradezco que mi familia no tenga el mismo don que Anon, sino estaría muerta!
—Descuida, estoy bien—respondí fingiendo una pequeña sonrisa.
Mi madre decide no insistir y se coloca al lado de mi padre, es hora de dar su discurso para finalizar. Su esposo, rígido y con su cara en alto, se pone en donde antes estaba mi madre y su mirada al frente no titubea. Sé que está enfadado conmigo, ¡pero vamos! Si supiera el por qué lo entendería.
Nunca lo sabrá si es por ti.
Lo sé, conciencia.
Fue allí cuando me di cuenta, que ocultaba tantos secretos que eran imaginables, ni siquiera Anon los sabía, y él lee mentes. Es como el cajón secreto que dejó Sarah en mi cabeza. Tal vez algún día—muy, muy lejano— llegue mi hora de hablar, esperemos que por ahora no me juegue esto en contra.
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Ella es Foxen
FantasySus ojos cambian de color según cómo ella quiera. A veces eran verdes, a ella le gustaba ese color. Otras veces era de color lila, como el cielo de su dimensión. Había otras veces que sus ojos eran de color rosa, como el de su alma; y otras veces er...