No podía dejar de pensar en aquella voz neutral qué, además de dejarme intrigada, me pudo salvar de ahogarme en mis pensamientos. Me dejó claro que no me estaba mintiendo, me volvió a recalcar que se sentía en un limbo que por más que quisiera no podía salir. Algo me decía que yo no podía dejar sola a esa voz, así que cada noche que pueda la iré a visitar al mismo lugar.
El castillo seguía repleto de seres. Mis padres pasaban con los cinco maestros de dones armando todo el plan para cuando los agentes vayan a la dimensión 365. No podía ver a ninguno de los dos ya que se encontraban ocupados todo el día, y la única vez que los podía ver era en el desayuno, donde después de dormir pocas horas ellos entendían que era mejor empezar un buen día tranquilos.
Cuando había llegado la hora de hablar con Anon, las palabras salieron sin omitir ningún detalle. Él, a pesar de decirme que estaba incumpliendo las reglas, trató de ponerse en mi lugar y aconsejarme. Cuando terminamos nuestra conversación, llegamos a un acuerdo: ambos iríamos como agentes a la dimensión 365, seguiríamos con nuestro plan, protegeríamos a la familia de Alec en secreto pero, sin tener contacto con ellos.
Lo único que nos quedaba era convencer a mis padres para que nos dejaran ir a ambos, así que, en eso estábamos.
—Reyes, necesito decirles que me sentiría honrado en ser uno de los elegidos para ir a la dimensión 365—dice Anon después de haber comenzado con la misma conversación que se viene siguiendo todos estos días.
—Querido Anon—responde mi madre con una sonrisa de dulzura—, hemos estado pensando que tú serías un buen candidato en ir. Tenemos toda nuestra confianza en ti.
Mi amigo sonríe y me observa en una mirada de milisegundos; es hora que de que yo también pregunte.
—Muchas gracias—termina él de agradecer.
—A mí también me gustaría ir—suelto.
Mi madre parece atragantarse con su comida mientras mi padre mira su plato con expresión seria.
—¿Qué? Hablo en serio, me gustaría ser una de las agentes...
—Eso no va a pasar, Foxen—dice mi padre a la vez que me mira.
Sigue enfadado, ¿es en serio?
—¿Por qué no? Sé más cosas de las que se imaginan de esa dimensión, y, de seguro más cosas que ustedes.
—Cariño, es peligroso—agrega mi madre.
—¿Peligroso?—pregunto irónica— Confíen en mí, sé cómo es allá. No los defraudaré.
—No es cuestión de confianza, es más, sería un deber mandarte. Pero, la última vez que tuvieron contacto con ellos tú quedaste inconsciente. Es cuestión de protegerte.
Ruedo mis ojos, ya harta de escuchar las mismas palabras una y otra vez. ¿Cuándo entenderán que no soy una niña chica? ¡Vamos! Hasta me escapo para aventurarme sola y vuelvo sana y salva.
No te alteres, trataré de hablar yo.
—Reyes, aunque entiendo su motivo de proteger a su hija, nuestra futura reina, creo que sería buena idea que nos acompañe en esta misión. Confío mucho en su capacidad así como ustedes confían en la mía, y creo que nos dará una gran ayuda con su conocimiento ya previo—mis padres miran a Anon un poco ya convencidos, pero ese poco no llena lo todo—. Además, si temen que su hija pase peligro, estoy dispuesto a protegerla, sea aquí o en otra dimensión.
Las palabras de mi amigo hacen que mis padres queden sin palabras, de seguro estarán analizando todo e intentan encontrarle algún error.
Sé positiva.
ESTÁS LEYENDO
Ella es Foxen
FantasíaSus ojos cambian de color según cómo ella quiera. A veces eran verdes, a ella le gustaba ese color. Otras veces era de color lila, como el cielo de su dimensión. Había otras veces que sus ojos eran de color rosa, como el de su alma; y otras veces er...