sunflower t-shirt.

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La mañana de Kwon SoonYoung no había sido sensacional como normalmente lo era.

Se había levantado algo tarde, por lo que tuvo que correr a la ducha. Olvidándose completamente de encender el agua caliente, así que la fría agua caló hasta la más profundo de su alma haciendo que se retorciera en la esquina de su baño.

Luego, mantendría una larga pelea con sus rebeldes cabellos que no se acomodan en sus lugares de siempre. Haciendo que pasara el cepillo de forma agresiva haciéndose daño, provocando que algunas lágrimas salieran de sus ojos.

El uniforme no fue un gran contrincante, gracias a su sentido de la moda, lo tenía preparado a un lado de su cama. El único problema fue la corbata, la cual parecía una víbora que lograba escabullirse de sus manos logrando nudos que ni los más experimentados marineros podrían hacer. Cansado de la gran batalla por parte de ese condenado pedazo de tela, lo dejó ser y bajó por las escaleras a tropezones.

A SoonYoung le importaba mucho su imagen, de hecho, solía arreglarse mucho para ir al colegio. Sin embargo, el hecho de estar llegando treinta minutos tarde le hacía perder la compostura.

Tomó el elaborado desayuno que su padre le había hecho, que consistía en una perfecta tostada y un jugo de naranja que permanecía en su lata. Por una vez en toda su vida, agradecía que los desayunos de su padre fueran tan sencillos.

Corrió hasta la entrada, tomando su mochila que se encontraba a un lado mientras se colocaba sus zapatillas de forma caótica.
Tomó sus llaves y salió de su hogar ignorando cualquier ser vivo u objeto que estuviera a más de medio metro de distancia.

Por lo tanto, ignoró a la cabellera negra que caminaba a pasos lentos detrás de él mientras reía a causa de la actitud del más pequeño.

El camino al colegio fue prácticamente nulo para Soonyoung. Estaba tan concentrando pensando en una excusa creíble para que le dejarán entrar a la clase, que casi deja caer su tostada al suelo. Tan pronto como diviso la estructura a lo lejos, aumentó la velocidad de sus pasos considerablemente.

No fue muy complicado entrar al edificio, lo que hizo que cuestionará un poco la seguridad del colegio. Desechó ese pensamiento tan rápido como observó la puerta de su clase frente a él.
Ahí estaba, llegando cuarenta minutos tarde, sin ninguna excusa creíble aparte de «Tenía que atender unos asuntos con mi madre» pero está no aplicada debido a su aspecto. Mientras se dejaba ir por sus pensamientos, una mano se acercó a la puerta y la abrió de un golpe.

Un confundido Soonyoung observó a su alrededor, sus orbes se dirigieron hacía un pelinegro que respondía las preguntas de su profesora.

«¿Qué hacía Jeon WonWoo ahí?»

Se había quedado totalmente estático ante el suceso. Sin lograr articular alguna palabra, se vió forzado a ofrecer una disculpa y caminar hasta su respectivo asiento, junto a JiHoon.

«Así que, ¿WonWoo? Temo que a tu pequeño Hao no le va a gustar eso.» Decía la página que el más pequeño le había pasado, sin pasar desapercibido el pequeño movimiento de cejas con connotaciones algo subidas de tono.

El más alto sólo pudo rodar los ojos antes de empezar a escribir.

«Muy gracioso, JiHoonie. Tal vez debas prestar atención a tu propio trasero.» Le pasó la página mientras apuntaba a SeungCheol, que de vez en cuando solía echar una mirada hacia el asiento de los más pequeños.

Las horas pasaron entre algunas miradas y un par de páginas, cosas que estaban incomodando al de mejillas abultadas. WonWoo no dejaba de mirarlo, o así lo sentía él, durante toda la clase.
Al sonar el timbre del receso, este tomó su comida y corrió lo más rápido que pudo dejando a JiHoon y a su amado atrás, no le podía dar más igual lo que hicieran esos dos en su ausencia.

Corrió hasta el patio del colegio, caminó entre los arbustos y se sentó en una banca que se encontraba a un lado de centro. Tal vez no había sido bueno ir a comer a ese lugar, había demasiadas parejas en este y eso lo incómodaba un poco. Dio un suspiro algo largo y pesado, y decidió abrir su comida.

Esta se encontraba toda revuelta debido al caos mañanero de aquel día, no pudo maldecirse más debido a que una suave voz se posó en sus oidos.

—¿Puedo tomar asiento?— el más alto estaba de pie frente a él, con el almuerzo en sus manos y sonriendo como siempre.

—Claro.— No podía negarle el asiento al chico, simplemente no. Luego de haberle salvado el pellejo frente a la profesora (Porque SoonYoung no era un malagradecido y sabía que Wonwoo le había ayudado en esa situación), no podía decirle que no al de cabellos negros.

El silencio bailaba entre ellos de forma tranquila y cómoda. No era la primera vez que interactúan de esta manera, solía darse muchas veces durante la semana. Siempre y cuando SoonYoung no estuviera siendo atacado por los estudiantes más jóvenes en el receso o se encontrara de violinista junto la pareja de su amigo.

WonWoo siempre le esperaba en aquel lugar, sólo para almorzar junto a él. No cruzaban palabra alguna, a menos que fuera estrictamente necesario, se podría decir que tenían un acuerdo tácito sobre esa situación en concreto.

Pero hoy rompería esa regla.

Sólo por el hecho de que WonWoo llevaba las mismas zapatillas que él.

—Wonwoo, ¿Puedo preguntarte algo?— Tanteó el terreno con cuidado, con miedo de romper lo que tenían.
El mencionado asintió con su cabeza mientras seguía concentrado en su comida. —¿Cuando empezaste a seguirme?

Un pequeña risa inundó los oídos del más pequeño, aturdiendolo un poco. No era la respuesta que esperaba, menos del serio Jeon Wonwoo.

—Eso quiere decir que no te diste cuenta.— Dejó su comida a un lado para buscar algo entre sus bolsillos, al encontrarlo, se dejó apreciar un pequeño llavero con una forma bastante conocida para SoonYoung.

«No puede ser.» Fue lo único que pudo pensar en ese momento.

s a m e  c l o t h e s;soonwoo {Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora