“La pareja perfecta no es la que nunca tiene problemas, si no, la que sabe superar los obstáculos y seguir siempre juntos a pesar de que el mundo se caiga encima y todos estén en contra de su relación.”
Corríamos tomados de la mano por uno de los tantos pasillos del lujoso hotel de cinco estrellas, empecé a reír pero quien sujeta mi mano dulcemente me hizo recordar con un ligero apretón en la situación en la cual nos encontrábamos. Intento callarme colocando una mano encima de mis labios pero se me hace imposible. Doblamos el pasillo de la izquierda y divisamos una puerta, intenté abrirla y me di cuenta que estaba con seguro, intenté con la segunda y se abrió fácilmente, con un ligero empujón metí a mi acompañante dentro de la reducida habitación, prendí la luz y ante mis ojos pude observar el cuarto de aseo y al chico de sonrisa perfecta mirándome con un brillo especial en los ojos. Por fin estábamos solos después de tanto tiempo.
De espaldas a la puerta, tanteando la manija coloqué el seguro y me acerqué lentamente hacia él, aquel chico que me hacía sentir especial, intentando no derribar alguna escoba o lo que sea que se encontrara dentro del cuarto. Acaricié sus mejillas sonrosadas mientras apartaba unos rulos perfectamente formados de su vista, observé como relamía lentamente sus labios, pasé mi mirada de ellos a sus ojos de color esmeralda, lo tenía para mí solo. Él, sin poder más dio un paso que acortaba la distancia entre ambos y posó sus labios en los míos, sintiéndolos cálidos y llenos de amor, rodeé su cintura delgada con mis brazos, mientras me empinaba ya que mi chico era unos centímetros más alto que yo, Harry acarició mi brazo que lo tenía sujeto con una mano y con la contraria empezó a despeinar mi cabello, se sentía bien por fin estar a solas, sin la presión de toda aquella gente insensible y frívola.
En medio del beso él sonrió, nos separamos lentamente para tomar un poco de aire, sonreí abiertamente contagiándome de mi pequeño secreto haciendo que arrugas se formaran alrededor de mis ojos; besé rápidamente su frente, nariz respingada, ambas mejillas sonrosadas para luego terminar en sus labios de un color cereza ya de por sí producto del beso.
Me recosté en su pecho y aspiré durante unos minutos su aroma natural, que bien se sentía tenerlo cerca, oler su perfume, sentir el tacto de sus largas y delicadas manos por mi piel. Suspiré mientras mordía mis labios ligeramente, lo amo, lo amo tanto como no lo hice con otra persona, y sabía que algún día todos se enterarían de esto, sin excepciones.
El celular de Harry vibró, pude sentirlo.
Dirigiéndome una mirada lastimera, se separó de mi no sin antes darme un beso en la nariz para poder desbloquear su celular y observar el mensaje. Mi bebé se tensó.
-Es Niall, vienen hacia acá.
Abrí los ojos al máximo, nos habían descubierto. Harry tenía el ceño fruncido, se notaba molesto y lo entendía, mientras yo sentía que el alma abandonaría mi cuerpo de un momento a otro y caería fuertemente sobre el suelo duro y frío.
-Tenemos que salir rápido de acá.
Harry me sonrío para intentar calmarme, se acercó a la manija de la puerta intentando abrirla pero ésta no cedía.
-¿Por qué nos pasa esto, Hazz?
Empezaba a desesperarme. La angustia podía notarse en mis ojos, seguramente. Esta sería la tercera vez que los desobedecíamos, no sé que pasará si no llegamos salir de esta.
Harry no contestó, más se encontraba tecleando en su celular, fruncí el ceño aunque él no pudiera mirarme.
-Estamos en problemas, ¿Y se te ocurre mensajear, Edward?