Parte 30._ Oportunidades

1K 82 6
                                    



Tres días más tarde, finalmente volví a casa. Tenía mucho por hacer,entre otras cosas dejar mi empleo y explicarles a mis padres que meiba a mudar. A los pobres les iba a dar un disgusto, siempre me han  tenido cerca y que Ángel se mudase ya fue un duro golpe para ellos.

-¿Cómo que te vas?- Gritó mi madre. Casi se le derrama la taza decafé que llevaba en la mano- Hija, no me des estos sofocones, de verdad te lo pido.

Mi padre miró a mi madre con una ceja levantada. Suspiró conresignación y luego me miró a mí.

-Hija, ¿te lo has pensado bien? ¿No crees que es un poco precipitado?

-Bueno, papá. Creo que Samuel me necesita más que mamá, sobre todo con lo que está pasando con Nina. Además me ha conseguido un trabajo mucho mejor que este, y también estaré más cerca de Ángely de Lidia. Son más las cosas que me llaman allí que las que tengo aquí.

- ¿Y qué pasa con nosotros?- Gimió mi madre.

-Mujer, la niña tiene razón. Nosotros somos sus padres, pero su novio está allí, y su hermano. Si tiene la posibilidad de trabajar allí... ¿En qué dices que vas a trabajar?

-En... en una recepción. Ya sabes, atender llamadas, citas, agendas,cobrar... esas cosas.

- ¿En un hotel?

- No, más bien... bueno, es en el estudio de tatuajes- dije mirando de reojo a mi madre.

- ¡Lo sabía! ¡La va a convertir en un monstruo como él!

-Ignora a tu madre, cariño. Aquí nadie va a convertir a nadie en un monstruo.

- Lo sé.

- Y tú quieres, eso, ¿verdad? Estar allí.

- Sí. Además, a Nina le queda muy poco tiempo, quiero estar allí con ella, y con Samuel hasta que... bueno. Pase.

-¿Pero... se va a morir?

Asentí. No quería hablar de ello. Me rompía el corazón y me sentía triste y deprimida.

Mi madre ahogó un gemido por la sorpresa. Mi padre acarició mi mano suavemente. Yo intentaba no llorar.

- No sabes cuánto lo siento- exclamó al fin mi madre.- Esa niña esadorable. Qué disgusto, tan joven. Hija, tienes razón, debes estar allí.

Miré a mi madre y pude ver perfectamente que lo decía sinceramente. Sus ojos estaban aguados y yo estaba a punto de echarme a llorar también.

-Vamos, te acompaño a hablar con tu jefe-. Dijo mi padre, poniéndose de pie. Seguramente para evitar pensarlo mucho y acabar llorando él.

-¿Pero ahora?

-Cuanto antes mejor. Tienes que estar al lado de tu familia, y Samuel y Nina son tu familia ahora. Ese muchacho te va a necesitar.

-Gracias papá. Pero no sé, no hace falta que vengas.

-Bobadas. Ese tipo es un explotador. Seguro que te obliga a seguir trabajando una semana o algo así. Conmigo no va a poder-. Dijo,absolutamente convencido de ello.

Sonreí a mi padre. Mi madre no dejaba de llorar en el sofá con la manosobre la cara, me sentí mal, aunque no tenía la culpa de nada. Dar malas noticias se me daba fatal.

-Estará bien-. Me aseguró mi padre, cuando salimos del piso.

-Imagino que sí. Yo también voy a echar de menos bajar a desayunar con vosotros.

El Placer de la Gula Más AbsolutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora