Parte 12._ SACA LAS UÑAS, PEQUEÑA

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Llegar con Sara a mi trabajo siempre era desatar la emoción de mis compañeros masculinos, pero aquella vez tuve que tragarme además las bocas abiertas de las otras dos cajeras que estaban en su turno en ese momento cuando vieron entrar al chico que nos acompañaba.¿Pero en serio, qué le veían? ¡Tenía una cresta morada! ¿Qué no se daban cuenta de los tatuajes que asomaban por su cazadora arremangada? Suspiré antes de adentrarme en los vestuarios a fichar.Yo no me cambiaba nunca allí, no me desnudaría en ese sitio ni loca. Estaba segura de que acabaría en You Tube en un vídeo de mala calidad subido por alguno de mis compañeros.

— ¿A qué hora sales? — Me preguntó Samuel.

— Alas diez.

—Ok, entonces a las diez nos vemos.

— No tenéis que venir a recogerme, puedo ir sola a casa. Quedaros con Ángel y Lidia. Podéis ir a tomar algo o al cine.

—Pfff, sí claro, a ver alguna peli de amor como las que tienes encasa—. Se burló él.

—¡Oye! ¡Esas películas son mías! ¡Perdona por ser una chica cliché!- Bromeó Sara.

— Ya lo sabía, solo quería oírtelo decir—. Sonrió él dándole un golpecito en la nariz con la yema de dedo. Solté la carcajada sin darme cuenta. No podía creer que ese chico fuera tan redomadamente cursi. ¡Pero que engañados estábamos todos con él! Él se dio cuenta de que me reía de él, y me sacó la lengua. En ese momento mi jefe gritó mi nombre seguido de "pasillo tres". En realidad aquello no significaba nada, no numerábamos los pasillos, pero lo usaba siempre que quería que alguno de nosotros dejase de hablar con clientes o conocidos y moviéramos el culo hasta nuestro puesto de trabajo. Habitualmente mis compañeros tenían muchos más "al pasillo tres" que yo. Me despedí con un asentimiento de cabeza y dejé a la parejita feliz en la entrada.

—¿Quién era tu amiguito, Edelmira?- Preguntó Saray. Era curioso que no me había hablado en los casi tres meses que ella llevaba allí.

— Mi tatuador—. Contesté. Las dejé allí deliberando si aquello podría ser cierto. Y de vez en cuando las veía observándome desde la línea de cajas con el ceño fruncido intentando descubrir algún tatuaje escondido en mis brazos, que básicamente era lo único que ellas podían ver.


Extrañamente,por una vez no tenía ganas de volver a casa. Lo que parecía ser un fin de semana entretenido, no lo estaba siendo en absoluto. A pesar de la presencia de mi hermano, que era con mucho mi persona favorita en todo el mundo, el repentino idilio entre Sara y el chico de los tatuajes me estaba afectando. Recordaba haberme sentido vagamente así cuando en el instituto Sara comenzó a salir con el chico que me gustaba. Claro, que ella nunca supo que me gustaba, por lo que no podía culparle. Bueno, pude superarlo entonces y podría superarlo ahora. Además, en el instituto, yo pensaba que estaba enamorada, lo cual en este momento no era cierto. Solo me sentía levemente atraída por el chico exótico. Simplemente porque era algo diferente al resto de personas que conocía. Quizá fue por el alcohol que consumí justo antes de conocerlo. Debía haber afectado a mis neuronas.Cierto, eso debía ser: un lapsus de mi mente. Después de todo... ¡A mí me gustaban morenos! Con una perfecta dentadura blanca, hombros amplios y cuadrados, y mandíbula recta, justo como mi vecino... ¡Qué carajo! ¡A mí quien me gustaba era mi vecino! ¿Qué hacía pensando en otro? A ver, Edel, una cosa detrás de la otra, no te puedes embarcar en otro amor no correspondido, ya tienes uno.Decidida a olvidarme por completo de cualquier sentimiento hacia el amigo de mi hermano, me concentré en mi trabajo hasta acabar mi turno.

 A pesar de que yo misma les había dicho que no vinieran a por mí, no pude evitar una punzada de desilusión al ver que no había nadie esperándome en la puerta cuando salí. Seguramente me habían hecho caso y habían salido al cine o a tomar algo. Estaba segura de que Sara habría convencido a cualquiera de que entrasen a ver una película de amor. Era difícil que alguien se le resistiera. Llegué a casa de mis padres sonriendo hasta que abrí la puerta y me di cuenta del ambiente tan distinto que se respiraba allí dentro.

El Placer de la Gula Más AbsolutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora