He de admitir, que mis recuerdos fluidos y consecuentes llegan solo al momento en que alguien tira una moneda en el pozo de los deseos de los Goonies. Luego ya todo es una nebulosa de recuerdos inconexos, carcajadas, apuestas y retos. Con esto no quiero excusarme por lo que voy a narrar a continuación, simplemente recalcar que mi estado anímico no era el mejor antes de aquel pequeño viaje, que no acostumbro a beber y que mi hermano sabe hacer conmigo lo que quiere. Y así es como acabamos andando borrachos hasta casa de un amigo suyo.
—Pero dime qué vamos a hacer allí.
—No, es una sorpresa. Pero luego no vale decir que no.
—¿Cómo quieres que diga algo si no sé lo que es?
— No te preocupes, mi colega es de fiar. Vive cerca, no tardaremos.
El "no tardaremos" de mi hermano se tradujo en casi veinte minutos andando, lo cual es mucho más de lo que mi cuerpo sin siesta resiste a esas horas de la noche. Por una parte ayudó a mi mente a despejarse, y por la otra me dejó cansada y de peor humor.
Llegamos a un bloque de pisos digno de una película ambientada en el Bronx.
—Tete a mi este sitio me da miedo.
— No te preocupes, no pasará nada. Ya te he dicho que mi colega es de fiar.
Bueno, su colega, el que era "de fiar", vivía en un cuarto piso sin ascensor. Ya solo por tener que subir hasta allí hizo que me cayera mal. Abrió la puerta con un cigarrillo en la boca, una camiseta de tirantes y unos pantalones caídos. Su cuerpo estaba prácticamente entero cubierto de tatuajes, el pelo con cresta teñido de morado y esos aros de madera en el lóbulo de la oreja en el que podías meter un dedo para hacer la gracia. Y los piercings en la ceja y otro en la nariz. Me aferré al brazo de mi hermano clavándole las uñas.
—Joder, Edel, suéltame que me haces daño. No te preocupes, ya sé que es feo, pero es un buen tío.
El "buen tío", como él decía, sonrió de soslayo antes de chocar su puño con el de mi hermano y dejarnos pasar.
—Prepara las cosas, tío, nos vamos a tatuar.
—¿Quién? ¿Tú y ella? Será coña...
—¿Perdona, qué?- Pregunte perpleja. En ese momento me encontraba intentando forzar mi memoria al máximo para recordar en qué momento me había prestado a aquello.
—¿Por qué no? Es mi hermana, tío.
— Me parece muy bien que sea tu hermana, pero mírala, colega.
—¿Es porque está gorda? — preguntó mi hermano sin ningún pudor.No me enfadé, ya que en ese momento en mi mente estaba la misma pregunta.
—¡Que dices! ¡Es porque apestáis a tequila, y tiene la piel más blanca que la leche! ¡Apuesto lo que quieras a que no tiene ni una gota de tinta en la piel! Cuando se despierte por la mañana va a querer matarte.
—Aún no tiene ninguno, pero eso lo vamos a arreglar, venga, prepara la máquina.
El "colega" se encogió de hombros, y tras dar una larga calada, salió de la sala.
—Bueno, hermanita, este va a ser mi regalo de cumpleaños.
—Ángel, mi cumpleaños es en dos meses.
— Lo sé, lo sé, pero estás borracha ahora. Y Lidia no está para impedirnos hacer esta locura, piénsalo Edel, es nuestra última oportunidad de hacer esto antes de que cumplas los treinta. Una cosa solo tuya y mía, de los hermanos...
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El Placer de la Gula Más Absoluta
Romance¿Quien soy? Pues Edel. Una chica gorda, con un trabajo de mierda que vive encima de sus padres. ¿Y quién es Sara? Ella es mi mejor amiga, rubia, preciosa, de esas chicas que adora todo el mundo. ¿Y qué pasó la noche que mi hemano me emborrachó con t...