Por fin, la Navidad había llegado. Mi jefe no tuvo más remedio que concederme mis días libres que con mucho trabajo me había ganado.La estancia en casa de la abuela se prolongaría por lo menos una semana.
- ¿Ya has preparado la maleta? - Preguntó mi padre, que había subido a ver al gato un rato. Juraría que hasta mi madre le hace alguna carantoña cuando cree que nadie la ve.
- Ya casi está todo listo.
- Tu hermano ha llamado hace un rato diciendo que salían hacia acá.Viene con el muchacho y con Nina.
-Tengo muchas ganas de verlos.
-¿Cómo está ella? ¿Sabemos algo?
Suspiré y miré a mi padre a los ojos.
- Solo sé que Samuel está muerto de miedo- Y esa era la única vez que había contado alguna intimidad de mi ¿novio?
- Eso es malo, pequeña. No creía que nada pudiera asustar jamás a ese chico. ¡Míralo! ¡Él sería capaz de darle un susto al propio miedo!
-Desde luego con mamá ha hecho un buen trabajo. Creo que ha sufrido unos cuantos microinfartos desde que lo conoció.
-Espero que este año tu madre se controle un poco. Te voy a pedir paciencia también con ella. Ya sabes cómo se pone en estas fechas. Dios sabe que no hay forma de hacerle entender que una cena en familia no es una carrera de fondo.
Reí,a sabiendas que eso era algo que mi madre jamás entendería. No sabíamos de dónde venía tanta rivalidad, pero había sido así desde siempre.
Poco antes del medio día, finalmente mi hermano, Lidia, Samuel y Nina llegaron.
Lo primero en que me fijé fue en la cresta de Samuel. Me dio la risa al ver que se la había teñido de azul. Me guiñó un ojo con esa media sonrisa suya que le hacía parecer un chulo a lo James Dean. Solo con verle, mi corazón aceleró su ritmo y mis mejillas adquirieron un tono rosado. Sin embargo, cuando aparté los ojos de su preciosa caray los posé en la persona que tenía al lado, mi ánimo decayó.
Reprimí mi reacción al ver el estado de Nina. Obviamente estaba mucho peor. Su piel estaba casi traslúcida, había perdido más peso en el mes que no nos habíamos visto. Tenía ojeras y estaba notablemente cansada, aunque intentaba sonreír, caminaba apoyada en el brazo de Samuel. Le miré a los ojos asustada y comprendí por su mirada que el sentía lo mismo.
- La comida está a punto. Vamos a poner la mesa- Dijo mi madre.
Samuel sentó a Nina y me hizo un gesto.
-Edel, ¿vamos a ver al gato?- Me preguntó. No creo que engañásemos a nadie pero me daba igual, quería estar con él a solas.
Nada más cerrar la puerta tras nosotros se colocó justo delante de mí,como pidiendo permiso. Yo misma me alcé sobre las puntas de mis pies para besarle.
Fue un beso ansioso. Lo había echado muchísimo de menos, y por lo que parecía, él también a mí. Tuvimos que separarnos, ambos sabíamos que no teníamos mucho tiempo, no podíamos retrasar a todos.
Subimos y Trípode llegó trotando hasta nosotros.
- ¡Has crecido mucho, pequeñajo!- Festejó Samuel-. ¿En serio vamos a dejarle aquí solito una semana?
- He comprado una torba de pienso y varios bebederos. Si se nos pierde en la sierra o lo pescan alguno de los perros guardeses podemos despedirnos del gato-. Repetí. Samuel asintió al fin.
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El Placer de la Gula Más Absoluta
Romansa¿Quien soy? Pues Edel. Una chica gorda, con un trabajo de mierda que vive encima de sus padres. ¿Y quién es Sara? Ella es mi mejor amiga, rubia, preciosa, de esas chicas que adora todo el mundo. ¿Y qué pasó la noche que mi hemano me emborrachó con t...