Quédate

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Mientras tanto Miki miraba atónito la situación. No podía creer que una superestrella de la talla de Natalia se haya acercado a hablarles.

―Alba, ¿por qué no me contaste que eres amiga de Natalia Lacunza? ¡Joder! Que soy muy fan.

Las jóvenes cortaron el contacto visual para prestarle atención al catalán que ya se había adelantado para saludar a la modelo con dos besos. Luego la halagó desmedidamente y le pidió una foto.

―No somos amigas, Miki. Natalia va a unirse al movimiento feminista local. Nos conocimos el día de la marcha, el 8 de marzo. No hay más que eso. Lo siento si te he decepcionado.

La morena negó incrédula. ―No te alteres, Alba, que no necesitas explicar demasiado. ―soltó burlona.

―No estoy nerviosa, solo que... Me gusta aclarar bien las cosas ―replicó la rubia con evidente impaciencia.

―En ningún momento he dicho que estuvieras nerviosita, ¿eh?

Cuando la conversación comenzaba a acalorarse por diferentes factores, Miki volvió a aparecer con el equipo de grabación. Lo había vuelto a preparar. Le entregó el micrófono a Alba sin mediar palabras y se alejó para encontrar el mejor ángulo posible. Natalia sonrió victoriosa ante la expresión desencajada de la rubia que no quería hacer la nota porque creía que la modelo no diría nada importante.

―Pero, ¿tú de qué vas a hablar? ¿No estás de promotora aquí nada más? ―le cuestionó Alba a la morena que empezaba a fastidiarse por la actitud de la activista.

―Mira, cariño, vas de feminista radical y me subestimas por mi profesión. Tal vez deberías replantearte tu ideología.

Miki resopló y se acercó, cansado de la discusión, al oído de Alba. ―Es una estrella, atraería a muchísimos lectores, ¿acaso no tienes en cuenta eso? Hazle una nota relajada que, con el simple hecho de poner su nombre, venderá ―Al terminar de susurrarle volvió a su posición detrás del trípode que sostenía la cámara.

Después de respirar profundo, la periodista decidió levantar la bandera blanca e incorporarse a un lado de Natalia. Esta aceptó la tregua y se alistó esperando la señal del camarógrafo y las preguntas de la rubia, que iba a hacer un esfuerzo sobrehumano por poner su mejor cara de reportera.

―Si te incomoda alguna pregunta, no la contestes. Luego quitaremos esa parte ―le avisó tranquilamente la activista a la más alta sin dirigirle la mirada. Natalia sonrió un poco enternecida.

―Chicas, grabaré a la cuenta de tres. Estén atentas... Uno..., dos... y tres.

―¡Miren a quién nos encontramos en el evento solidario! Es una de las modelos más reconocidas en la actualidad a nivel internacional. ¿Cómo estás, Natalia Lacunza? ¿Qué tal estás pasando la noche? ―La morena sintió una especie de satisfacción cuando observó una amplia sonrisa en el rostro de Alba. Aunque estuviera siendo falsa, la disfrutaba. La rubia le recordaba al sol, era igual de deslumbrante con su dentadura impecable y luminosa.

―Estoy bien, gracias. Y, bueno, la verdad es que estoy encantada de poder colaborar con esta fundación que tiene objetivos tan importantes como el de dar asistencia a mujeres víctimas de violencia machista. También me parece necesario destacar que ayudan a las mujeres expulsadas de sus hogares y ese es un gesto esperanzador. Merecen reconocimiento.

Alba había dejado de simular, ya no sonreía hipócritamente. Ahora su semblante era serio y mostraba un interés auténtico. Al salir de aquel trance se recriminó internamente por haber subestimado a Natalia. Se notaba que la modelo estaba comprometida con las causas y que participaba de manera genuina del evento. Cuando se percató de que la morena había acabado su respuesta carraspeó tímidamente para volver a formular una pregunta.

FEMINISTA  ♦ Albalia/AlbayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora