Nueva vida en Madrid [FanFic ElRubius y tú]

Capítulo 2

Me desperté a las seis de la mañana, era algo normal en mí antes de un viaje, estaba realmente nerviosa. Me levanté lentamente y me dirigí hacia la cocina, solo una tila me calmaría en ese momento. Decidí sentarme en el balcón, mirando a la nada. 

-¿Qué haces aquí, cielo?- dijo mi madre dándome un beso en la cabeza -Aún es temprano, vete a la cama-

-Mamá, no te preocupes, soy mayorcita- dije con un sonrisa -Sabes que me pongo nerviosa con los viajes, no puedo dormir, me quedaré viendo la tele- añadí. Mi madre sonrió y volvió a la cama. Me senté en el sofá y ¡Oh, genial! pensé irónica, en la TV solo había teletienda y programas estúpidos así que encendí mi iPod y me puse a ver vídeos antiguos de Celopan.

-¡____ vamos! ¡Llegaremos tarde!- gritó mi madre. Un momento... Me quedé dormida sin darme cuenta. Me levanté, me lavé la cara y me cambié. Cuando salí del baño mi madre ya estaba llamando al ascensor y mi padre había venido a despedirse de mí, así que me apresuré en coger la maleta y me metí en el ascensor todo lo rápido que pude.

-Mamá...- dije casi susurrando- ¿Donde dormiremos cuando lleguemos a Madrid?- Mi madre me miró

-En casa de una prima mía, tiene una hija de tu edad y está divorciada, así que por ahora estaremos las cuatro juntas- Le sonreí, me tranquilizaba escuchar que teníamos a alguien esperándonos en Madrid 

-Y... La chica... ¿Cómo se llama?- pregunté curiosa.

-Se llama Gabriela, seguro que os lleváis bien, su madre me dijo que la gustan los videojuegos ¡Así que ya tenéis algo en común!- Justo cuando terminó de decir eso el taxi paró, miré por la ventanilla y allí estaba, la estación del AVE.

Mientras mi madre pagaba, yo saqué las maletas y me dirigí hacía el andén, mi madre me alcanzó rápido, el AVE ya estaba allí. Nos montamos, dejamos las maletas y me senté en mi asiento. Miraba por la ventanilla mientras pensaba en todo lo que iba a dejar atrás. Le mandé un mensaje a mi mejor amiga, Sofía, explicándole qué había pasado y porqué me tenía que marchar. Seguramente pensaréis que soy una mala amiga por no haber ido a despedirme de ella, pero si lo hice fue para evitar las dos cosas que más odio: las despedidas y el llanto. Además, iría a visitarla cada poco tiempo.

Tenía miedo de lo que me pudiera encontrar al llegar a Madrid, así que simplemente cerré los ojos, me tranquilicé y esperé hasta finalmente estar allí.