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Me miré en el espejo del baño mientras me duchaba. Aún estaba aturdido por la experiencia, y tembloroso por la intensidad del orgasmo que había tenido hacía unos momentos en la habitación de SeHun y JooHyun.

El reflejo me devolvió la imagen de un hombre joven, fuerte y sin una gota de grasa, de músculos marcados por el trabajo y el gimnasio, con una suave vellosidad oscura en el pecho y el vientre. Un hombre absolutamente masculino. Mi piel bronceada levemente por la exposición al sol resaltaba sobre el blanco mármol de la ducha. Observé mi rostro: mis ojos azules, la barba de varios días, el cabello esponjado, casi largo, tal y como me gustaba. Decían que era muy guapo, pero no me gustaba prestarle atención a ese comentario. Miré más abajo, hacia mi polla. Cinco pulgadas de músculo en estado de relajación que se ensanchaba al llegar al glande. Este se asomaba por la piel del prepucio, como la cabeza de una tortuga. Acababa de cumplir los veintisiete y jamás había tenido problemas para encontrar a una chica. De hecho eran ellas las que me buscaban, las que flirteaban, las que me
llevaban a su cama. Me consideraba un buen amante, me encantaba follar, y me volvían loco las mujeres… ¿Cómo entonces había pasado aquello?

Salí de la ducha. El agua fría me había despejado la cabeza. Mientras me secaba, mi mente no dejaba de dar vueltas sobre lo que había sucedido con SeHun. ¿Tan borrachos estábamos? ¿Habría yo
provocado de alguna manera aquella situación? ¿Había sido algo inocente, una paja para desfogarse entre hombres, que no mancillaba nuestra virilidad? ¿O en cambio había sido una mariconada a la que me había entregado sin rechistar? Y sobre todo me llenaba la cabeza la pregunta clave: ¿Cómo era posible que un hombre hubiera logrado darme tanto placer? Me sentía fatal, sucio y preocupado.

Nunca, de ningún modo me habían atraído los tíos. Los veía desnudos a diario, en el gimnasio o en los vestuarios de la obra, y jamás había reparado en la polla de otro a no ser por mera curiosidad.

Por una cuestión de medir tamaños a ojos vista, algo tan de machos.

Tenía algunos conocidos gay, por supuesto. La mayoría amigos o familiares de otros amigos, pero ni ellos habían intentado nunca nada conmigo ni yo se lo hubiera permitido. Además… ¡Aquel tipo estaba casado!

Lo que sí parecía cierto era que yo no había sido la parte activa. SeHun se había encargado de todo. Recordé cómo se ajustaban sus labios regordetes a mi glande. Cómo me chupaba los huevos,
cómo me mamaba la polla, y cómo se tragaba cada gota de semen que se enredaba sobre los vellos de mi ingle. Me miré en el espejo y vi cómo mi miembro empezaba a ponerse duro, lo que hizo que de nuevo me sintiera abochornado y confundido.

―¿Me has echado de menos? ―dijo SooYoung en ese momento, apareciendo por la puerta del baño.

Estaba preciosa y un poco achispada. Su traje de seda azul se pegaba a su cuerpo, y el escote dejaba ver el arranque sorprendente de sus pechos, que tan cachondo me ponían. Sin decir nada la
atraje hacia mí, y le di un muerdo tan rabioso que ella se apartó sin respiración.

Pues sí que me has echado de menos ―dijo riendo, mientras se apartaba el cabello del rostro de forma seductora.

Quiero follarte, mi amor, y quiero follarte ahora mismo ―le dije mientras la atraía de nuevo hacia mi cuerpo.

Pues sería de muy mala educación hacerte esperar.

Lo hicimos de forma salvaje, quizá como nunca antes. Mis dedos se clavaron en su piel, mi lengua recorrió ansiosa cada recodo, la cabalgué de manera tan feroz que temí hacerle daño. Y justo en el momento en el que me corría dentro de ella, la imagen de SeHun chupándome la polla se coló en mi mente y logró que el orgasmo volviera a ser portentoso.

Mientras SooYoung apagaba la luz y se acomodaba satisfecha sobre mi pecho, yo supe que esa noche no dormiría, y no me quedó duda de que debía de hablar con SeHun muy seriamente, en cuanto
amaneciera.

–🌿

𝓪𝓭𝓲𝓬𝓽𝓸 𝓪 𝓽𝓲 ; ᶜʰᵃⁿʰᵘⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora