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Me levanté sin hacer ruido.

SooYoung dormía profundamente. No había prisas. No tomaríamos nuestro avión hasta el mediodía.

Me puse unos pantalones de deporte, una sudadera y me calcé las chanclas. Solo necesitaba unos minutos, unos pocos minutos, nada más.

No tuve paciencia de esperar el ascensor así que bajé por las escaleras. Temía que mi indecisión hubiera hecho que ya fuera tarde. Aceleré en los últimos tramos, casi saltando los escalones de dos en dos.

Aparecí en el vestíbulo del hotel con el corazón y la respiración acelerados. Mirando a todos lados.

Allí estaba JooHyun, dándole indicaciones a un botones sobre sus maletas. Fui hasta ella, que al
verme venir me sonrió y alargó una mano para saludarme.

¿Y SeHun? ―le pregunté, sin prestarle atención.

Pareció confundida por mi comportamiento. Me miró con la frente fruncida, pero al fin determinó que aquello era cosa de hombres, una de esas cosas que ella jamás comprendería. Volvió a sonreírme.

Está fuera, fumándose un pitillo. Voy a entregar la llave y nos marcharemos de inmediato o no cogeremos el avión. ¿Sooyoung sigue…?

No oí el final de la pregunta porque me dirigí a la puerta sin pensarlo. SeHun estaba allí.

Se había apartado a un lado, junto al amplio jardín que franqueaba la entrada. Un rayo de sol le caía sobre el cabello y encendía el color de sus ojos. Estaba guapo como un ángel. Como un
demonio. Lo deseé tan intensamente que se me encajó un dolor en la ingle. SeHun tenía una mano en el bolsillo y la otra sosteniendo el pitillo. La vista perdida, como si meditara, y las mismas ojeras que lucían mis ojos, la única señal que había podido dejarle de nuestros encuentros sexuales.

Levantó la cabeza y me vio.

Entonces sonrió.

Algo estalló en mi pecho con el reflejo de aquella sonrisa. Una mezcla de dolor y satisfacción con un pellizco de deseo. Fui hasta él, pero no me atreví a tocarlo. Simplemente me detuve cuando llegué a su lado, a unas pocas pulgadas de donde se encontraba. Metí mis manos en los bolsillos porque no me fiaba de ellas.

A nuestro alrededor se movían los botones del hotel, introduciendo las maletas en un taxi.

Alguien intentaba ordenar el tránsito a un grupo de turistas que descendían de un autobús y pretendían acceder al edifico.

Pensé que no volvería a verte ―me dijo, con aquella voz firme y masculina.

No podía dejarte marchar sin más.

Intentaré que nos veamos pronto.

―Siempre será demasiado tiempo.

―Tienes a DongHae.

Al carajo DongHae. Te quiero a ti.

Me miró a través de sus largas pestañas doradas. Yo intenté atrapar aquella imagen. Apuesto e inocente. Seductor y embaucador a la vez.

Esto se nos está escapando de las manos, ChanYeol ―me dijo―. ¿Recuerdas las reglas?

Al carajo también las reglas ―contesté―. Nunca he sentido por nadie lo que siento por ti.

Es solo sexo.

―No intentes engañarme. Sabes que no es solo sexo. Veo en tus ojos lo mismo que en los míos.

Cambió su peso de un pie a otro. Se veía incómodo, y yo, quizá, con mi forma de actuar, estaba estropeando lo poco que existía entre los dos.

Yeol, estoy casado. Está JooHyun. Y SooYoung.

¿En qué consiste todo esto, SeHun? ―le espeté―. Una temporada conmigo. Un fin de semana. La promesa a medias de que volveremos a vernos. ¿Cuánto tiempo? ¿Dentro de un año? Y después a esperar a que otro tío te entre por los ojos. Porque esas son las reglas ¿no? Al carajo las reglas.

Oí el zumbido de la doble puerta de cristales del hotel al abrirse, y la bocanada de aire fresco del aire acondicionado del interior.

Es JooHyun ―dijo SeHun en voz baja―. Por favor.

De reojo vi cómo se acercaba, sonriente pero con la suspicacia pintada en el rostro.

¿Me llamarás? ―le pedí.

Él miró incómodo hacia la dirección por la que se aproximaba su mujer.

Solo cuando vuelva a los Estados Unidos. Cualquier otro contacto está fuera de las reglas.

―¿Contestarás a mis WhatsApp?

―No. No puedo.

JooHyun al fin llegó a nuestro lado y me dio un fuerte abrazo.

Aunque ayer me despedí cien veces de SooYoung, hazlo tú de nuevo por mí ―me dijo mientras se apartaba―. Y dale la enhorabuena por el novio que se ha echado.

Apenas la escuché, solo estaba pendiente de los ojos de SeHun. Supongo que JooHyun se extrañó de
mi comportamiento. Hasta entonces yo había sido un chico educado. Pero no comentó nada.

Vámonos, cariño ―espetó a su marido―, o no cogeremos el avión.

SeHun me tendió la mano. La miré, inerte en el aire. No era eso lo que quería. No era eso lo que esperaba.

La tomé para tirar de él y estrechar a SeHun entre mis brazos. El calor de su cuerpo fue como un bálsamo. Su aroma a oriente, mi refugio. Apreté su cabeza contra mi cuello. Arropé su cuerpo con mis brazos.

Quien nos estuviera viendo, JooHyun, podría pensar que era el abrazo conmovido de dos viejos amigos. Pero para mí era como hacerle el amor, como nuestra última vez.

Duró muy pocos, uno segundos que para mí fueron eternos y agónicos. Cuando me aparté él estaba inmóvil mirándome fijamente, y JooHyun nos observaba con ojos confundidos.

Será mejor que os larguéis ―le dije―. Tu mujer tiene razón, el avión saldrá sin vosotros.

Al fin reacción, me saludó con una inclinación de cabeza y fue al encuentro de su chica. Yo los
observé alejarse. El botones abrió la puerta del taxi para que JooHyun entrara, y SeHun rodeó el vehículo
para acceder por la otra.

Justo antes de desaparecer me miró un instante. Solo un instante. Pero juraría que estaba tan apesadumbrado como yo.

Vi cómo el taxi partía.

Inmóvil, lo seguí con la vista mientras aceleraba por la avenida y se perdía entre el tráfico de la mañana.

Solo mucho tiempo después, cuando la existencia de SeHun era ya un espejismo, regresé al hotel, y fui en busca de SooYoung a nuestra habitación.

🌼

𝓪𝓭𝓲𝓬𝓽𝓸 𝓪 𝓽𝓲 ; ᶜʰᵃⁿʰᵘⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora