Capítulo 11: ¿En un momento como este?

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Cuando Félix subió con él al coche, Adrien lo miró sorprendido, Félix levantó una ceja como preguntando, ¿Pasa algo?

- ¿Qué te hizo cambiar de opinión sobre ir caminando? - preguntó cortésmente Adrien.

- Nada - respondió cortante Félix, sacando un viejo reloj de su bolsillo mientras pensaba "Parece que llegaré más temprano de lo que acostumbro".

- ¿Y ese reloj de dónde lo conseguiste? - pregunto curioso Adrien.

- ¿Este? Pues estaba en una tienda de antigüedades.

- ¿Vas a tiendas de antigüedades? ¿No es algo extraño para alguien de dieciséis años?

- ¿Y?

- Nada, ¿Qué has estado haciendo las tardes?

- Lo sabes perfectamente, clases de extracurriculares de alemán, chino, equitación y violín.

- Me refiero al resto del tiempo, las clases no te toman toda la tarde.

- A veces voy a dar un paseo con... ¿Qué es eso de allí? - Félix señalo a una figura que parecía estar hecha de cristal, debía de medir por lo menos tres metros y todo lo que tocaba con una especie de bastón se convertía en vidrio -. ¿Otro akuma? París debe ser la ciudad más insegura para vivir del mundo.

- Acabo de recordar que deje mi tarea en casa, regresare a recogerla - dijo Adrien mientras salía rápidamente del auto, Félix lo miró fijamente alejándose del vehículo.

- ¿Quién se preocupa por una tarea en un momento como este? - susurro Félix alzando una ceja "Además nuestra casa esta para el otro lado" pensó mientras rodaba los ojos, luego le habló al conductor -. Podría poner el coche en marcha, nos convertiremos en adornos de cristal si no nos vamos pronto.

- Sí - dijo el conductor dando una vuelta para huir del akuma.

El akuma pareció perseguirles, pero entonces llegaron Ladybug y Cat Noir para enfrentarlo, Félix perdió el interés y sacó su libro, aunque les dedicó varias miradas de reojo a los superhéroes mientras se alejaban. Regresaron a casa sin mayores novedades, Natalie llamó al colegio de Félix, explicó la situación, las instituciones educativas de París ya tenían un protocolo para casos como este, las clases se suspendían si el akuma estaba cerca, y si era más lejos, los estudiantes que se veían afectados por esto tenían la falta justificada.

Félix dejó sus cosas en su habitación una vez Natalie se hubo retirado. Su casa había sufrido muchos cambios desde la muerte de su madre, ahora parecía un lugar más frío y sombrío.

- Veamos qué esconde Adrien en su habitación.

Félix rodó los ojos y comenzó a caminar hacia la biblioteca, Adrien aún no volvía a casa, por perímetro de afectación debían haberse cancelado las clases en su instituto, así que Félix asumió que el akuma aún no había sido derrotado. La casa tenía una especie de campanario al que no había forma de llegar, Félix siempre se había preguntado para qué pusieron esa cosa allí.

En la mansión de los Agreste no había una terraza como tal, pero Félix desde siempre ha tenido la costumbre de salirse por la ventana de la biblioteca para ponerse a leer recostado sobre el muro de piedra que sustenta el techo.

Hoy que no tenía deberes ni nada que hacer por la mañana, salió de la biblioteca por la ventana que daba a un techo y se acomodó allí para leer al aire libre mientras esperaba el regreso de su hermano. No llevaba ni media página cuando un grito casi le hace caer. Félix miró sorprendido a su alrededor, pero por ningún lado se veía a quien había dado ese grito, ni pudo alcanzar a distinguir las demás palabras que en un susurro distorsionado habían perdido todo significado, así que siguió leyendo, sin prestar más atención a su alrededor hasta que a lo lejos vio una figura diminuta por la distancia, que debía ser Adrien llegando a casa, cerró el libro y decidió bajar un momento para atormentar a su hermano con preguntas de hermano mayor preocupado y ver que se inventaba.

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