。・゚・Capítulo 8・゚・。

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Es casi imposible pasar desapercibida en ese local, pues estoy justamente a la vista de cualquier persona que pase por ahí. El chico que ayudé con anterioridad parece percatarse de la presencia de los otros y agita su mano con energía desbordante, a lo que yo me hundo cada vez más en mi asiento. Los nachos que tanto estaba ansiando me saben a nada. Me han arruinado por completo el día.

—¿Qué haces aquí, Gris? —cuestiona Min con curiosidad al pasar por mi lado.

Siento mi cara enrojecer y alejo el plato con nachos, ya no quiero nada. Hago mi cabello hacia atrás con molestia y trato de evitar las miradas de los otros chicos que me observan sin decir nada, y eso lo hace mucho más incómodo. Ya no puedo salir corriendo por segunda vez. El carro está lejos de aquí y ya he quemado mi cartucho de actuar muy inmadura por al menos el día de hoy.

Did you know her? —pregunta el chico que no sabe hablar español a los presentes, a lo cual Min asiente frenéticamente y sonríe.

She's my very first mexican friend.

El tono con que dice eso Min me hace sentir incómoda y presionada. Me está empujando de poco a poco a donde ellos para así tenerme acorralada. Sí, sí. Su primer amiga. No tenemos mucho de conocernos y remueve algo dentro de mí que me consideren de esa forma. Sonrío lo menos fingido posible y me levanto de la silla, acercándome a la mesa en donde está el otro chico y dejo la charola con nachos ahí. Después miro fijamente a Min y le palmeo el hombro con sutileza.

—Tú debes tener más hambre que yo.

Y con eso me retiro del local sin importarme los constantes llamados de Min o Lee. Estoy aún demasiado molesta como para pensar con claridad. Necesito tiempo a solas, mucho tiempo a solas para evitar a toda costa dañar más a las personas. Esa es mi forma de hacerles un favor, alejarme. Si lo hago de esa forma no le ocasiono dolor a nadie y se ahorran problemas conmigo, pero al parecer esos asiáticos quieren seguir tras de mí por más horrible que los trate. Masoquistas.

Camino con prisa hasta alejarme del local y busco mi camino hasta donde estacioné el auto. Pienso de forma inmediata alguna solución rápida para no dejar el auto tirado debido a la falta de gasolina, sin embargo, cuando meto la llave a la cerradura de la puerta del piloto mi mano es jalada por alguien que me hace crispar la existencia.

—Gris, Gris, Gris —una repugnante y familiar voz canturrea en un murmuro cerca de mí. Los vellos se me erizan y las piernas me flaquean en un nanosegundo, no obstante, evito que sea tan notorio ese cambio —. Ya vi que entraste a estudiar una Licenciatura, ¿todo bien? ¿No extrañas mi presencia?

Sujeto las llaves entre mis dedos con fuerza y me digo que todo está bien, sonrío y un mantra se hace en mi mente. No cederé, no lo haré. Cierro los ojos con fuerza unos instantes y los vuelvo abrir, dando la cara. Es mi señal, la señal que me obliga a enfrentar las cosas que no quiero, pero que de todas formas tengo que hacer.

—¿Por qué tan callada, cariño? —cuestiona con un asqueroso tono meloso y reprimo las arcadas que me produce tal oración.

—Te puedes callar, idiota. No me vuelvas a decir así —contraataco, un tanto nerviosa. Él no me conoce en mi nueva faceta, la Gris renovada y rebelde.

Si Raúl es un completo animal, estúpido y fanático de burlarse de la gente, estoy completamente segura de que Antonio le gana por mucho en cualquier categoría. Tenía su propio grupo en la preparatoria, era uno de los más temidos a la vez que populares. No había persona que no lo conociera por las sucias relaciones que guardaba con gente mala, y con ello me refiero al tráfico de droga dentro de la preparatoria, así como en la zona donde vivía o sigue viviendo. Supe de alguna vez que llegó a matar a una persona por deber dinero, con mucha más razón nadie le daba la contraria.

unfortunate ; lee hoseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora