。・゚・Capítulo 7・゚・。

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—¿Y si vamos al Mirador del Obispado? A Parque Fundidora ya hemos ido —sugiere con emoción Min, mientras come unos Tostitos bañados en salsa y elotitos. De vez en cuando hace sonidos raros con la boca debido al picante.

Desde el sofá de mi casa los veo con indolencia, sufriendo por dentro al no haber podido evitar que fueran en pos de mí. Recuerdo que incluso les grité para que no me siguieran, sin embargo, estando frente a la casa, mi madre hizo su aparición para hundirme, y realmente hablo en la extensión más profunda de la palabra, pues maravillada por ver que tengo amigos, decidió que era buena idea marcar a la tía Aurora para que Wonho hiciera acto de presencia.

Antes de que pueda contestar a la pregunta de Min, Lee lanza una carcajada limpia mientras ve algo en el celular y se quita un audífono.

—¿¡Que de quién eres!? —exclama, se ríe con tanta fuerza que de sus ojos brotan pequeñas lágrimas y se agarra el estómago. Suspira varias veces y tras unos eternos segundos en donde Min, Kiki y yo lo juzgamos con la mirada, se calla —. De veras que son unos amargados —señala lo obvio y termina haciendo un mohín.

—Ya lo había visto —menciono inexpresiva.

—¿Y por qué no me lo recomendaste? —cuestiona ofendido el rey del drama.

—No pensé que te gustara la onda de los standuperos, ni mucho menos Franco Escamilla.

Lee no tiene tiempo de reclamarme más, pues el sonido de unos nudillos tocando la puerta interrumpen la pequeña y ridícula discusión. Con la mirada reto a Kiki a levantarse y este a su vez termina obligando a Lee a que abra la puerta. Es una cadena bastante graciosa. Pero el chiste muere ahí cuando veo quien es el responsable del repentino silencio en la sala de estar.

—Hola —saluda con incomodidad cuando entra.

Trae consigo una bolsa de una tienda departamental bastante conocida y de ahí saca galletas y papas fritas para dejarlas en la mesita de la sala. Lee ha dejado de reírse y a Min se le ha caído un bocado de su comida chatarra al suelo, con la mirada le advierto que tiene que limpiar y él asiente con la cabeza. El ambiente se siente algo hostil, que de no ser porque mamá cerró con llave mi habitación, entraría ahí para deshacerme de la presencia de todos.

—Entonces... ¿Vamos al Obispado? —vuelve a preguntar Min con ojos esperanzados.

—Qué tal si se van mucho a la.... —intento insultar, pero de forma inmediata Kiki se va hasta mi lugar y posa su mano sobre mi boca con una increíble fuerza.

—Yo los puedo llevar —se entromete Wonho. —Conseguí un permiso para manejar aquí, y Aurora no tiene problema con prestarme su camioneta.

Los tres mosqueteros se levantan con rostros de felicidad y se acercan a Wonho para saludarlo y agradecerle por el gesto que está haciendo. Já, qué fácil es comprar a la gente. Incapaz de ver como aquellos chicos me traicionan en mi cara, me levanto para dirigirme a la cocina y servirme un vaso de agua con hielos. El resto ni se percata de mi arrebato, cosa que agradezco. Varias emociones comienzan a acecharme y de repente tengo deseos de encerrarme en mi habitación y no salir jamás. Por más infantil que suene, no quiero salir de la cocina, no tengo ganas de verle la cara al tonto de Wonho, ni la felicidad desbordante de los otros tres. En un instante, comienzo a imaginar como sería mi vida si ellos no formaran parte de tal. Probablemente mucho más tranquila, no estaría estresada ni mucho menos sería el foco de atención ocasional en clase o en la cafetería.

Como extraño ser solo yo. Suspiro para dejar salir toda la frustración que no he podido liberar.

—¿Qué haces aquí? —pregunta con preocupación Min, deposita la bolsa vacía de Tostitos a la basura y se lava las manos.

unfortunate ; lee hoseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora