flor que lastima ; ky

tres

🥀; o

El pronóstico decía que habría algunas nubes tratando de ocultar al bello sol naciente. Como si se tratara de todo pronóstico anunciado, los problemas no tardaron en llegar a ellos.

Qian notó un extraño comportamiento en su pareja. Yangyang llegaba a altas horas de la madrugada, y la verdad no era para nada silencioso. Nunca se caracterizo por ser alguien posesivo, ni celoso, sin embargo, algo le inquieta de todo esto.
Sabe que hay una única verdad, pero se niega a realizar la pregunta y tiene miedo de la respuesta.

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—Me gusta cuando me besas así—le susurra en medio de la sesión de besos que se otorgan.

Luego de besarse por un rato y unos leves quejidos del castaño, observa como éste comienza a quitarse la camisa que portaba y desabrocharse lentamente el pantalón. Su corazón late con muchísima más fuerza de lo normal. Algo andaba mal.

¿De verdad quiero hacer esto? Duda por un mísero segundo. Vamos, ya lo has hecho muchas veces antes. Aquella voz lo trae de vuelta a la realidad. Su mente era un total caos en cuanto a tomar una decisión se trate.

El sonido del celular de Yangyang lo detiene de realizar alguna acción con el otro. Atiende mientras le indica al castaño con su dedo izquierdo que permaneció en su boca por un rato. Le estaba ordenando que guardara silencio.

—¿Yangie?—la voz preocupada de Kun llamándole por aquel estúpido mote se escucha en la otra línea.

—¿Qué? —responde con una voz totalmente neutral que dejo aturdido a su acompañante.

—¿Ya vas a regresar...?—No termina la oración porque es detenido por Yanyang quien le había cortado la llamada de repente.

De verdad se ve molesto... Pensó su acompañante.

Xiaojun dejó salir un suspiro y observó a Yangyang colocarse su ropa de a poco.

—¿Ya te vas?—intentó sonreír pero mas que una sonrisa parecía una mueca triste.

—Perdón por arruinar nuestra noche, JunJun—Yangyang se acercó al nombrado lentamente dejando un pequeño beso en la mejilla ajena que sabe a un melancólico adiós.

Xiaojun observa a Yangyang abandonar la habitación haciendo que soltara un suspiro.

Estaba solo de nuevo. Yangyang no llamaría a menos de que esté de buen humor y tenga ganas de un buen polvo.

Yangyang se asemejaba tanto a una hermosa flor. Una flor que tenía un millón de espinas.

Xiaojun y Kun lo sabían bien.