Capitulo 26

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Natalia's POV

Por fin se han acabado los exámenes y por fin estamos de vacaciones. Me alegra pensar que solo me queda un año de instituto y que luego iré a la universidad, tenía unas ganas inmensas. Llevo mirando algunas universidades desde el año pasado y tengo un problema. Si quiero ir a la universidad y estudiar arquitectura, necesito una beca. Mis notas siempre han sido buenas y este años he sacado sobresalientes en todo, pero me da miedo que este año bajen las notas. Aún así estoy de vacaciones, no es momento de pensar en la universidad.
Otro año más, mi familia y yo no nos vamos a ir de viaje a ningún lado.

Seguramente pasaremos unos días con mis abuelos en Pamplona como todos los veranos, pero si no fuese por eso, no saldríamos de la ciudad.

Son las 10 de la noche y hoy no he cenado, ni ayer. Llevo dos días sin comer por la falta de comida, además mis hermanos se lo zampan todo cuando les damos algo de comer.

-Mamá, ¿cenaste?-le pregunto a mi madre en voz baja.

-No.-responde en un susurro también.-No me pagan hasta la semana que viene y no me quieren adelantar el sueldo.

-¿Queda algo?-pregunto abriendo los armarios, y lo único que encuentro es harina, azúcar, y una caja de cereales.-¿Sólo esto?

-Sí...

-Le puedo pedir dinero a Marta, aunque sea solo para comprar yogures, jamón y leche.

-No, ya sabes que no queremos tener deudas con nadie.-dice mi madre.-¿Vas a salir?

-Sí, he quedado con mis amigas. Me voy.

Me despido de mi madre y salgo de casa. Se me olvidó mencionar algo: la mitad del dinero que conseguimos mi padre se lo gasta en alcohol. Estoy empezando a desesperarme. Todo ese dinero lo podríamos usar para comprar comida y así mi madre y yo no estaríamos tan cansadas a pesar de lo que dormimos. Pero si a mi padre le quitas el alcohol, se vuelve agresivo. No nos ha puesto la mano encima, pero nos ha gritado e insultado. Todo esto comenzó unos días antes de que acabasen las clases. Lo peor de todo es que él no ve que está mal y que necesita ayuda.

Cada segundo que pasa me siento peor y el hambre se me va yendo, cosa que realmente me preocupa. No es la primera vez que me pasa lo de estar días sin comer, pero esta vez es exagerado. Soy una persona a la que le baja la tensión fácilmente, y el calor y el hambre no ayudan a sentirme mejor.
Es verdad que quedé con mis amigos, en la playa exactamente. En verano, todos los sábados quedábamos para hacer algo juntos en la playa. A veces es una hoguera, otras es bañarse desnudos... Antes hasta hacíamos surf con mi tabla, era divertido hacerlo de noche. En el camino tengo que pasar por una calle poco concurrida, a veces me da miedo hasta a mi pasar por ahí, pero no hay otra opción si quiero llegar a tiempo. En cuanto cruzo la esquina veo una silueta caminar hacia mi. Cuando estoy a unos cuantos metros, me fijo en que es un chico de mi edad, más o menos. Una idea se me pasa por la cabeza, una mala idea, pero antes de que pueda pensarlo dos veces, tengo al chico acorralado.

-El dinero.-le digo. Las palabras salen sin sentimiento alguno, frías y roncas.

El joven saca su cartera rápidamente y la lanza lejos de mi. Es una buena táctica que le va a funcionar. Suelto al chaval que echa a correr hacia donde estaba yendo mientras yo me acerco a por la cartera. Ni siquiera me preocupo en mirar quién es, solo cojo el dinero y me voy. Cada vez que hago esto siento un enorme vacío que tarda bastante tiempo en irse. Este dinero lo guardaré para ir a comprar mañana. Son 20 euros, es más que suficiente.

Como me imaginaba, llego tarde. Mis amigos ya están sentados sobre unas mantas tumbadas en la arena al rededor del fuego. Los saludo y me siento al lado de Marta.

-Tienes una cara horrible.-comenta.

-No he... dormido muy bien últimamente.-miento.

-Hemos traído nubes para ponerlas al fuego, ¿quieres?-me pregunta Africa eseñándome un paquete de nubes de gominola.

-No, no tengo hambre.-contesto con una pequeña sonrisa falsa.

Pasamos la hora sentados en el fuego, hablando de tonterías y discutiendo sobre chicos y chicas, bueno, yo los escucho hablar de chicos. Hablan de chicos de clase y de famosos que probablemente nunca llegarán a conocer.

-¿No dices nada?-me pregunta Marta.

-¿Qué quieres que diga?-le pregunto.

-Pues que Brad Pitt de joven estaba más bueno que Leonardo diCaprio.-responde Africa.

-No, Leonardo estaba mejor que Brad Pitt.-dice Marta.

-Pero si Natalia no va a decir nada, está demasiado enamorada de Alba.-dice Carlos riendo.

Yo también me río, tiene razón, solo en lo segundo.

-La verdad es que ambos eran guapísimos, pero me quedo con Leonardo.-digo.

-Oh vamos...-se queja Africa mientras que las demás se ríen.

-¿Os apetece ir a dar una vuelta?-pregunta Carlos.

Todos asentimos y recogemos las cosas antes de marchar. Decidimos dar una simple vuelta, los sábados a estas horas suele haber tanta gente en la calle como por el día. Después de unos minutos caminando, veo a un grupo de personas y las reconozco a todas. No puedo evitar sonreír al verlas.

-¿Esa no es Alba?-pregunta Marta señalando al grupo que tenemos delante.

No hace falta que le diga nada, acelero el paso y me acerco a ellos. Me meto entre Maria y Alba y le agarro la mano a mi novia, que inmediatamente mira hacia mi bastante sorprendida. Al ver que era yo la que le agarraba la mano sonríe y me abraza.

-¿Qué haces por aquí?-me pregunta.

-Debería preguntarte lo mismo.

Alba frunce el ceño al escuchar mi voz ronca. Cuando estoy cansada y sin nada de energía se me pone ronca, no se por qué.

-¿Estás borracha?-pregunta acercándose a mi para olerme.

-No.-contesto.-Estoy cansada, eso es todo.

Alba no se lo cree, lo veo en su cara, pero aún así no me pregunta nada más. Mis amigas llegan hasta donde estamos y saludan a todos los amigos de Alba. Se presentan entre ellos y oímos un pitido de un coche detrás nuestro. Todos miramos hacia atrás y vemos un coche acercarse rápidamente, nos da tiempo de sobra a quitarnos de la carretera, pero lo hacemos tan rápidamente que me mareo. Consigo no caerme al suelo y no me muevo hasta que me recupero del mareo, pero no tardo muhco en volver a marearme, y esta vez es más fuerte. Siento que mis piernas me van a fallar en cualquier momento y que la energía que me quedaba se va por completo. Pongo una mano en el hombro de la persona que tengo al lado para apoyarme, ni siquiera veo quién es, pero se quién es al escuchar su voz.

-Natalia, ¿estás bien?-pregunta Joan.

Esa pregunta hace que todos me miren. Yo no aparto la mirada del suelo, pero se que me miran porque dejo de escuchar voces hablando. Siento las manos de alguien agarrando mi otro brazo y lo agradezco porque no puedo más. Alba se agacha frente a mi y me pone las manos en la cara para que la mire. Sus ojos están llenos de preocupación.

-Agarrarla bien, se va a desmayar en cualquier momento.-dice Africa con calma.

Carlos, Marta y Africa han estado conmigo otras veces que me he desmayado por no comer.

-¿Tenéis coche?-pregunta Carlos a mis compañeros de instituto.

-Sí, está a 5 minutos caminando.-responde Marina a mi lado, ella fue la que me agarró el otro brazo.

-¿Crees que podrás caminar 5 minutos?-me pregunta Alba.

Yo asiento, aunque dudo mucho que pueda hacerlo. Joan y Marina me ayudan a caminar y consigo hacerlo... Pero solo doy 6 pasos antes de que mis ojos se cierren y todo sea negro.

Wanted || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora