Capítulo XXVIII

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Emma besaba apasionadamente a Brian, entre ellos había una luz tenue ya que empezó a oscurer y ninguno de los dos se dio cuenta. Tenían un largo rato dándose besos y la chica trataba de forma sutil que el rizado se pusiera entre sus piernas.

Ella deliraba, nunca había tenido un acercamiento tan íntimo con alguien en su vida, por ende era virgen. Pasaba la mano por el pecho del rizado, haciendo pequeños círculos y él, con una mano atraía su quijada para profundizar el beso y con la otra masajeaba su espalda baja.

Se separaron para poder respirar bien, la pelirroja tenía las mejillas teñidas en rojo y ambas trenzas despeinadas, sonrió mostrando su labial rosa corrido por sus mejillas.

- Adoro estar contigo... - Jadeo mirando los labios de su querido.
- Y a mí... - Respondió mirando la chica, tenía deseo en la mirada.

Volvieron a unir los labios, ahora Brian tenía ambas manos en la cadera de ella y dio un apretón a su falda haciendo que ella gimiera por su impaciencia.

Otros diez minutos de puros besos pasaron, Brian perdió un poco el interés, abrió sus ojos e inspeccionó la habitación, observó la alfombra y la notó inusualmente llamativa. Pensó en otras cosas y entre todo eso se le vino a la mente el rubio.
Quiso reír al recordar sus estupideces, pero lo evitó porque tenía a Emma encima y sería extraño.

La chica bajó los besos a su cuello, dejando húmeda la zona. Brian, para aparentar que estaba en la situación acarició su cabeza y sus muslos.
Al cabo de un rato, pudo notar que algo no estaba bien, no se sacaba a Roger de la mente. (Emma volvió a atacar sus labios).

Quiso zafarse de aquello, el rubio no salía de su mente y no podía concretarse en otra cosa, miró el reloj y tomó a la chica de los hombros y la separó.

- Es tarde, Em. - Susurró. Ella, algo perturbada se incorporó.
- Ah, sí... - Aclaró la garganta y bajó su falda, el rizado le limpio la saliva del mentón y la miró con calma.

- Lo siento, perdí la noción del tiempo.- Se notaba que la chica estaba caliente.
- ¿No quieres esperar un momento? - Preguntó la chica haciendo una clara referencia a su cachondeo.
- Está bien. - Espetó con calma, la pelirroja sonrió y se acomodo a su lado para abrazarlo, él lo respondió.

Ni eso hizo que dejará de pensar en su amigo, lo gracioso y lindo que podía llegar a ser...
La forma tan rara en la que ha estado actuando estos días.
Unos segundos de analizar la idea le hizo pensar que quizá él estaba celoso.

- No puede ser... - Sugirió en voz alta.
- ¿A qué te refieres? - Cuestionó la chica confundida.
- ¡Ah! Nada. - Se apresuró.

<Es un idiota muy lindo.> Pensaba sonriendo inconscientemente, Emma supuso que era por ella.
<Oh, no.> Dijo sus adentros, volvía a sentir "eso" por Roger.

- Emma, ya debería irme... - Murmuró de forma tímida. Se puso de pie y la chica igual.

La pelirroja lo acompañó hasta la puerta, caminaba de forma sensual, se subió un poco más la falda y los labios rojos a causa de los besos la hacían ver más sexy.

- Adiós, Brian. Gracias por todo. - Decía pasando la mano por el marco de la puerta.
- Hasta pronto, Em. - Se acercó a besar la mejilla de la chica.

- Sabes... Me gustaría mucho tener un relación contigo... - Emma se puso nerviosa al instante de decir eso y bajó su mirada, Brian entró en pánico tratando de buscar una respuesta neutra.
- Gracias. - Soltó sin pensar, al instante se arrepintió. La chica parecía decepcionada.
- ¡No quería decir eso! Yo... - No pudo terminar, Emma cerró la puerta, no de forma hostil sino tratando se evitar aquello.

El rizado suspiró, miró el cielo y comenzó a caminar. La brisa chocó contra su cara, metió las manos en sus bolsillos, continuó sus pensamientos con el rubio. Eran fuertes y pensar en él le daba un cosquilleo, pero al segundo se fue pensando en Emma y lo mal que sería terminar aquello por ella.
No podía estar con ambos, no cree que a una mujer le guste que su novio se acueste con su mejor amigo.

Estaba bastante preocupado de que ese sentimiento que tanto luchaba por ignorar volviera, era como si siempre estuviera destinado a regresar.

A unos minutos llegó a su casa, fue directo a su habitación, pero antes se encontró a Tina, que últimamente se había encontrado en un viaje religioso y ahora adoraba a Jesús.

- Hola, hermano. - Sonrió, ahora llevaba su cabello más corto.

Él sólo la ignoro, como siempre y fue a su habitación, allí tomó a Vladimir entre sus manos y aunque fuera tarde llamó al rubio.

- No inventes, son casi las diez de la noche, algunos niños bien dormimos temprano. - Se quejaba con la voz ronca.
- Yo también te amo, mucho. - Sonrió, eso era lo primero en su lista de cosas que aclarar con Roger.
-... - No respondió, pero del otro lado del teléfono había la sonrisa somnolienta más honesta del mundo.

He Drives Me Crazy ; Maylor/DeacuryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora