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No dejo de llorar en ese sofá, me siento muy sola y no sé que hacer

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No dejo de llorar en ese sofá, me siento muy sola y no sé que hacer.

Sé que papá no va a dar el brazo a torcer porque como bien lo dijo él, si es un hombre de palabra. Mamá no va a contradecirlo y en el fondo sé que ella también se siente traicionada por mí.

Pienso un rato en todo mientras trato de tranquilizarme, no puedo seguir así llorando toda la vida, yo decidí seguir con esto y tengo que ser valiente aunque me tiemble hasta el alma y no sepa que será de mi.

Si mañana me van a sacar de la casa ¿Para qué quedarme? Seguro si me quedo a esperar a mañama todo será más difícil y doloroso, además de que si salgo por esa puerta será con las manos vacías.

Limpio mi cara y actúo, subo las escaleras hasta la que hasta hoy fue mi habitación, tomo mi mochila y saco todos los útiles escolares dejándolos sobre la cama. Hecho algo de ropa y cosas personales en ella, también mis ahorros que en este momento me serán de gran utilidad, tomo el celular y cargador.

Una vez lista cierro la puerta de la habitación con cautela, quisiera ir a despedirme de mis papás, quisiera abrazarlos y que me consintieran así como cuando era una niña, pero sé que no será así, como hubiera deseado que no me dejaran sola en esto.

De camino al primer piso sigo mi instinto de asomarme a la habitación de ellos para verlos antes de irme, pero escucho a papá discutir a gritos y escucho a mamá llorar, todo esto es por mi culpa, siento sus pasos muy cerca de la puerta y bajo corriendo las escaleras antes de que me puedan descubrir.

Abro con mucho cuidado la puerta que da a la calle, ya no miro atrás solo al frente, la calle está muy sola y solo me acompaña el sonido el viento, me abrazo a mí misma para abrigarme.

Camino prestando atención a cualquier mínimo ruido o movimiento, no es muy tarde, son a penas las 9:06 de la noche, pero este vecindario siempre ha sido solitario y tengo que aceptar que me siento expuesta al andar sola en la calle. Busco la avenida para poder tomar un taxi y buscar un lugar en el que pueda quedarme.

Nunca se me habían hecho tan eternas estas calles.

Doy un brinco despavorida cuando escucho el sonido de mi celular ¡Maldición! Casi se me sale el corazón. Miro para todos los lados antes de sacarlo para ver quien es y cuando compruebo que no hay nadie cerca lo hago.

Es mi amiga Cindy, la olvidé por completo.

—¡Dulce! ¡Por fin respondes ese maldito aparato! —me ataca cuando a penas descuelgo.

—Hola, no había podido responder.

—No vuelvas a hacerme esto nunca, casi voy hasta tu casa y ¿Qué pasó?  ¿Hablaste con ese idiota?

—No... No estaba. —digo descontenta.

—¡Maldito hijo de su..! Es que te juro que si lo tuviera frente a mí se lo cortaría así terminara en una correccional de menores, pero me quedaría con esa gran satisfacción.

No Te Dejaré Caer ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora