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Los truenos me hacen dar un brinco en medio de la noche, tengo frío y miedo

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Los truenos me hacen dar un brinco en medio de la noche, tengo frío y miedo. La lluvia cae sin remordimiento, he logrado ampararla debajo del techo de un negocio ubicado cerca del parque. A esta hora ya casi todo está cerrado y más por la tempestad que azota fuerte. No alcancé a llegar muy lejos cuando el agua empezó a caer por montones.

Mi pequeña Emma está ajena a toda la horrible situación que atravesamos, por fortuna ella está muy tranquila y abrigadita en mis brazos y con mil cobijas encima, no sé que haría si ella se enferma.

La noche está fea, parece como si el cielo se fuera a caer y me lamento tanto no haber llegado a un mejor refugio, el llanto se atora en mi garganta que duele.

Mi corazón se estruja y me siento tan sola, todos me han dado la espalda excepto Cindy, ella es tan buena amiga pero no merece cargar con mis penas.
En este momento lloro como el cielo mientras abrazo a mi pequeñita junto a mí, lloro porque es injusto lo que acaba de pasar, lloro porque me siento tan mal de que todo el mundo piense que soy puta solo por haber quedado embarazada tan joven. Los recuerdos de hace   rato se apoderan de mi mente.

Mi tía no creyó en mis palabras, confío en lo que le dijo el estúpido de Manuel, él se hizo la víctima y dijo que yo lo provocaba y que él por ser hombre cayó en mi juego. Le pidió perdón hasta de rodillas, una y otra vez, le lloró, le imploró que le creyera y mi tía lo hizo.

Por mi parte me defendí diciendo toda la verdad, pero ella me reprochó el que si era cierto lo que yo decía porqué no se lo dije antes, dudaba mucho de mí y por más que le insistía en que era por el miedo de que no me creyera, ella no parecía convencida. Yo también le lloré, le supliqué que me creyera, pero no lo hizo. Su reacción fue callarme con una cachetada, me echó todo en cara, dijo cosas que me dolieron, hasta el que ni mis padres quisieron apoyarme, me dio solo algunos minutos para ir por mi hija y ni siquiera me dejó sacar todas las cosas para luego echarme a la calle en medio de un escándalo como si yo fuera una cualquiera. Ni siquiera le importó que en la noche caería una gran tempestad. Prefirió quedarse con ese maldito que algún día demostrará su verdadero rostro.

Niego y retiro las lágrimas mientras decido sacar del bolsillo de mi pantalón la tarjeta que me dio la señora Clemencia hace unos minutos que mi tía me sacó de su casa. La tarjeta es de una fundación que presta colaboración a mujeres en mi condición, sea como sea tan pronto se detenga la lluvia encontraré ese lugar.

Me pierdo un momento en los ojitos de mi hija y en la sonrisita que me regala, eso hace que recupere un poco de calma y que no sienta tanto frío, termino sonriendo con mi pequeñita hermosa mientras esperamos que la tormenta cese.

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La tormenta de esta noche se siente desmedida, el cielo no para de rugir desde hace más o menos media hora, pero no me importa, por mí que llueva y se inunde toda la maldita ciudad, que el cielo se caiga y se rompa por los crujidos, que el mundo se acabe ahora mismo, sinceramente a veces la vida me da tan igual que no me importa nada.

No Te Dejaré Caer ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora