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Cossett estaba en el mercado, preparándose para el anochecer, los Gitanos se acercaban a ella y la miraban con dulzura. Algunos no eran malos como el gobierno o el clero decían.
-Hola francesita!- gritaban unos que bailaban con tambores y panderos
Ella solo se limitaba a sonreír y ser amable.
Se dirigió al centro de Notre Dame, un soldado, como los otros, apostaron que este podía acercárcele.
-Hola, mujer.- dijo el soldado quitado de la pena
-Qué quieres conmigo soldado?- preguntó Cossett sin temor alguno.
De repente, un Gitano se asomó y reprendió al soldado
-Ella no te ha hecho nada para que la trates así! Déjala en paz!-exclamó
-No me hables así, Gitano!- dijo el soldado escupiendo su rostro y se apartó.
-Gracias-dijo ella, la joven Cossett
-No tienes nada qué agradecer, francesa. Unos vimos lo que hiciste con un pobre niño Gitano que necesitaba comer para vivir...
Cossett reafirmó en su pensamiento que entre los Gitanos habían inocentes, como Claude, tuvo dudas. Si debían ser destruidos o no.

Claude FrolloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora