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Un extraño al acecho

Diego se levantó de la cama, no sin antes mirar con dulzura como su novia dormía plácidamente. Con una sonrisa en la cara debido a la preciosa joven que dormía, el día parecía sonreírle a Diego, quién se dirigía a la cocina para darle un festín a la joven. Al llegar encendió la televisión en el canal habitual, las noticias. Sacó dos huevos de la nevera y el tocino y se puso manos a la obra.

El olor a tocino fue suficiente para despertar a Liz, cuál estómago le rugió enseguida. Se levantó de la cama, aún adormilada. Al ver a Diego en la cocina, una sonrisa se formó en sus labios. Le encantaba ver la imagen de su novio preparando el desayuno.

—Buenos días, amor. — Diego se acercó y le propinó un tierno beso en la frente— ¿Te desperté?

—No amor, descuida. —Liz preparó la cafetera— Buenos días. Huele delicioso.

Diego sonrió.

—Solo espera a que lo pruebes.

Al servirse el café, Liz tomó asiento en el taburete mientras miraba la televisión.

"Cerca de las 11 de las noche, un cuerpo fue encontrado en un callejón de la calle Fourthstreet Av. El cuerpo fue reportado por un oficial menor que se encontraba cerca de la escena del crimen. Oficiales cuentan que hasta ahora hay un sólo testigo. El detective Marlon afirma que cuenta con la misma característica de los otros 4 cuerpos hallados en el mes pasado. Todos parecen haber sido drenados pues ninguno tiene rastro de sangre en las venas, hecho que atemoriza a los ciudadanos. Hasta ahora no hay más noticias ni han podido identificar el cadáver..."

Al ver esa noticia un mal sabor se hizo presente en la cavidad bucal de Liz, quién apagó el aparato para calmar su mente.

— ¿Qué crees que sea?

—Probablemente un psicópata. —respondió Diego al tiempo que servía el desayuno.

— ¿Un psicópata?

— ¡Claro! No tienes ni idea del reguero de locos que andan sueltos en la calle.

—Tal vez tengas razón...

Al terminar de desayunar, cada quien tomó una ducha para después ir juntos a la comisaría. Debido a que Diego era un recién salido de la Academia de policía, Liz se sentía segura junto a él pero aun así no pudo evitar sentirse un tanto nerviosa al entrar en la comisaría. Diego la llevó junto al detective Marlon, el mismo que había visto Liz en la televisión está mañana. El detective y la joven entraron a la sala de interrogatorios dejando atrás a Diego, quién tenía que cumplir con otro deber.

La habitación, con sus 4 paredes grises y un reloj como única decoración, sólo aumentó el nerviosismo de Liz pero trató de calmarse, recordando el Consejo de Diego:

*No tienes que estar nerviosa. No hiciste nada malo. Sólo diles lo que pasó*

El detective Marlon se encontraba cara a cara con la joven, ambos sentados en una mesa con dos sillas metálica. El detective con café en una mano y un lapicero en la otra, escudriñaba a la joven buscando algún indicio de culpabilidad. Liz trataba de mantenerse firme pero sentir la mirada encima de ella no ayudaba mucho.

—Empiece a narrar, señorita... —Empieza el detective pero se detiene al haberse olvidado del apellido de la joven.

—Rodríguez. —contesta Liz.

—Señorita Rodríguez. —Finaliza el detective— Cuénteme todo sobre anoche, con detalles, por favor.

Liz suspiró profundamente y se re—lamió los labios antes de hablar.

Desire | Libro 1 (Saga Desire)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora