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Un caballero de oscura armadura

Diego conducía a toda velocidad, irónicamente lo que un oficial no debería hacer pero tenía una razón para romper las reglas: estaba tarde.

Al llegar a la casa de los morales, no vio a Liz por ningún lado pero se le cruzó por la mente que debía seguir adentro en la casa, platicando con Ana.

Bajó del auto y se dirigió a tocar el timbre. En unos segundos apareció la Sra. Morales quien se alegró al ver al joven.

— ¡Diego! — Exclama la señora— ¿Cómo has estado? ¿Se le quedó algo a Liz?

Diego solo sonreía hasta que la Sra. Morales pronunció la última pregunta.

—De hecho vine a buscar a Liz. — LA señora lo miró extrañada y respondió.

—Liz no está aquí, de hecho ya pensé que se había ido. La invité a quedarse a cenar pero dijo que ya tenía que irse. Pensé que se fueron juntos.

—Sí, se supone que vendría a buscarla. — Explica Diego— Tal vez decidió tomar un autobús.

— ¿A esta hora? — pregunta aún más extrañada la señora pero eso no ayudaba a tranquilizar a Diego quien trataba de convencer así mismo que su novia no pudo esperarlo lo suficiente y decidió tomar un autobús.

—A veces puede ser algo impaciente. — responde con una pequeña risa nerviosa. Diego se despide de la señora y vuelve a su auto.

En el vehículo, toma el volante y lo agarra firmemente tratando de calmarse. "Liz está bien. Está ahora mismo en casa molesta por que la hice esperar. Tranquilo Diego." Sacudió su cabeza a la vez que encendía el vehículo para empezar a conducir pero tenía un mal presentimiento. Diego rezaba internamente que su intuición fallara esta vez.

Al llegar al apartamento, salió del vehículo disparado con el corazón a pinto de salirse. Subió rápidamente las escaleras y al llegar a la puerta tuvo problemas al encontrar la llave debido a sus nervios. Giró la llave y abrió la puerta. Con cautela, entró al apartamento pero las luces estaban apagadas. Tal vez ya está durmiendo— pensó.

Se adentró más al lugar y fui a la habitación, encendió la luz pero la cama estaba justo como esta mañana. Todo estaba como lo habían dejado en la mañana.

No está aquí.

Diego se paralizó por un momento, el palpitar de su corazón resonaba en sus oídos y la cabeza le pesaba. Tomó su celular y nuevamente intentó llamar a Liz, pero no hubo respuestas. Era enviando directamente al buzón de voz.

Liz... ¿Dónde estás?

Diego se dejó caer lentamente en el piso, llevando sus manos a su cabello y empezó a desordenarlo en un signo de frustración.

¿Y si han venido por ella?

Era la pregunta que más temía. Rezaba Internamente de que Liz estuviera bien. De que ella apareciera sana y salva. De que pronto la vuelva a ver.

(...)

Pasillos oscuros era todo lo que había. Un intenso olor a humedad envolvía el lugar que parecía que la oscuridad se lo había tragado. Pasos pesados y dominantes resonaban por todo el lugar.

¿Qué lugar es este?

Un palpitante dolor recorría su cabeza, como si de un martillo golpeando se tratara.

¿Qué pasó?

Muchas preguntas recorrían su mente mientras trataba de recobrar la conciencia pero su cuerpo parecía no responderle. Se sentía pesado y por más que le daba órdenes de moverse, este no obedecía.

Desire | Libro 1 (Saga Desire)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora