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Una invitación inesperada

La joven, quien estaba en la cocina, no quitaba sus ojos de aquella copa de cristal llena de ese líquido rojo carmesí. La garganta cada vez estaba más seca y en su mente, pensamientos de alivio mientras se imagina el beber de aquella copa se adueñaban de su mente pero había decidido ser fuerte, mantenerse fiel a lo que una vez fue: una humana...

Desde aquel día, se había negado beber sangre de humanos, no importaba cuando necesitaba aquel sustento para vivir, jamás tomaría ni una gota. En cambio, Altaír le daba un poco de su sangre en ciertas ocasiones para evitar el descontrol o incluso la muerte de su nueva compañera, pero siempre le advertía que por qué más sed que tuviera nunca podría darle lo suficiente para saciarla, al final ella tendría que tomar sangre proveniente de humanos.

Quiera o no.

(...)

Un mes después...

"La presente solicitud requiere la presencia de Altaír E. Decksheimer I en el consejo. Dicho acto debe ser debe ser completado de inmediato, así lo ordena el consejo vampírico y los tres ancianos."

Al terminar de leer la carta, Altaír olfatea el sello formado por el símbolo del consejo y los vampiros, hecho con el dulce aroma de la sangre de una virgen.
El exquisito aroma entra por sus fosas nasales despertando sus sentidos y cambiando su iris de un azul cristalino a rojo carmesí.

— ¿Qué es eso? —la pregunta de Liz le vuelve a traer a la realidad.

La joven estaba sentada en uno de los asientos del estudio mientras leía unos de los tantos libros que poseía Altaír.

—Es una invitación. —camina con la carta en mano hacia la joven y ella la toma para leerla.

— ¿El consejo? ¿Qué consejo?

—Hay muchas cosas que necesitas saber. —Le dice— Estoy seguro de que quieren verme porque ya saben sobre ti.

— ¿Sobre mí? ¿Acaso eso es malo? ¿Se supone que soy un secreto?

—Una pregunta a la vez. —Ordena antes de tomar asiento en el diván del estudio en el que ambos se encuentran— Tengo que explicarte algunas cosas antes de que vayamos. Escucha, en nuestro mundo hay ciertas reglas que debemos seguir.

—Nunca imaginé que seres como ustedes tuvieran reglas.

Nosotros —Corrige Altaír— Ahora eres de los nuestros. Y por supuesto que las tenemos, de hecho me atrevo a decir que somos más civilizados que esos humanos.

Liz solo niega la cabeza sin poder creerlo. En su mente no cabría la idea de que los vampiros pudieran ser civilizados. Ellos eran monstruos de sangre fría, mataban sin pensar y no tenían piedad de nadie.

—Gracias a esas reglas es que nosotros hemos podido sobrevivir bajo las sombras tanto tiempo. El consejo es quien rige nuestra especie y gracias a él orden que ponen, nosotros seguimos aquí a pesar de todos nuestros años.

— ¿Que tiene que ver todo eso conmigo?

—Es la misma razón de por qué Dagomar estaba obsesionado con matarte. —Liz traga en seco al recordar a ese ser despreciable— Descubriste el secreto cuando aún eras humana y tu mera existencia amenazaba la nuestra. Nuestra primera regla es que ningún humano debe saber de nosotros.

— ¿Y qué pasa si se entera? —Altaír solo da una sonrisa ladeada, porque Liz ya conocía esa respuesta— Lo asesinan. —se responde a sí misma—Entonces, ¿por qué me convertiste en esto?

Altaír se levanta del diván y toma la carta, se encamina hacia la entrada del estudio y antes de salir responde —Eso es otro tema aparte.

Luego sale de la habitación dando el tema por terminado.

(...)

Entró a su recámara y la oscuridad lo recibió de inmediato. Se acercó a aquel viejo tocadiscos y reproduce Swan Lake Op.20. Gracias a su perfecta visión nocturna y su gran sensibilidad mantiene las luces apagadas. Se acerca un pequeño baúl y saca una vela y un candelabro.

— ¿Qué haces aquí? —pregunta a la oscuridad.

—Pensé que no me habías notado. —contesta con una voz risueña.

—Supe desde antes de entrar que estabas aquí. —responde y coloca la vela en el candelabro, toma un cerillo y lo enciende.

— ¿Y por qué no dijiste nada?

—Te estaba ignorando.

— ¡Eres imposible! —expresa molesta y hace un puchero con sus labios.

—Lárgate de aquí. —expresa molesto. Camina hacia la cama y toma asiento en uno de los bordes.

La chica se arrastra en la cama hacia a él y queda detrás de su espalda, el cual ella abraza mientras trata de quitarle el camisón.

— ¿Qué haces? —gruñe molesto.

—Te noto muy tenso. Te puedo ayudar. —ronronea en su oído.

— ¿Y de quien crees que es la culpa? —La empuja a la vez que se para de la cama y termina de quitarse el camisón el solo. La chica toma asiento y él nota que solo lleva uno de sus camisones. — ¿De dónde sacaste eso?

— ¿Por qué? ¿Acaso no me queda bien?

Al terminar de sacarse el camisón, vuelve a la cama recostándose encima de la chica quien lo apresa con sus piernas a la vez que le propina un profundo beso.

—Hueles exquisito. —dice olfateando el cuello de la joven y empieza a lamerlo.

—Tuve que matar a una virgen hoy. —Explica entre ronroneos— Me bañé con su sangre solo para venir a verte.

— ¿Tanto deseabas estar conmigo? —pregunta con aires de superioridad.

—Solo te deseo a ti. —Ella lo apresa aún más a la vez que él toma el borde del camisón y lo sube para al final despojarla y terminar de quitarse la ropa. —Di que serás mío, aunque sea solo esta noche.

—Jamás seré de nadie pero te haré el honor de hacerte mía solo por esta noche. —expresa y llena de besos su cuello para después acariciar sus curvas. Su piel pálida y suave, le recuerdan al satín. El exquisito aroma que desprende hace que sus sentidos se descontrolen y sin pensarlo, en uno de los besos que le daba, sacó sus colmillos y los encajó en aquel delicado cuello blanquecino. Dos largas líneas de sangre empezó a correr y un grito placentero salió de los labios de la joven.

—Seré tuya, Dagomar. —dice al fin y vuelve a besar sus labios, probando su propia sangre.

Aretha se aferra a la espalda de Dagomar clavando sus uñas en él, provocando que salga un quejido de su parte. Sonríe feliz al saber que su plan había funcionado, últimamente Dagomar la había estado ignorando después de todas las noches que pasaron juntos, entonces se le ocurrió la más macabra idea cuando tuvo que matar a la virgen para hacer los sellos del consejo, decidió que se bañaría en su sangre, sabía lo mucho que la sangre de una virgen enloquecía a los vampiros machos y sabía por mucho que era una de las debilidades de Dagomar, no se podrá resistir a aquel dulce aroma.

Y se alegraba de haber tenido razón.

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Una noche intensa para Dagomar y Aretha.
* quienes no de acuerden de ella, sale en el capitulo 12 *

Hoy estamos de fiesta porque es mi cumpleaños así que doble actualización para celebrarlo 🎉🎉🎉

* en multimedia la pieza que pone Dagomar en el tocadiscos. Es del lago de los cisnes *

Gracias por leer mi humilde trabajo. Los quiero♡

Desire | Libro 1 (Saga Desire)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora