Capítulo 27 ~ Tres Simples Reglas

115 6 1
                                    

- Todo esto es tú culpa. - Masculló con Enojo Emma mientras que Anna le levantaba la blusa desde la espalda, para ver el santo Chupón que había hecho Andrew en la clara piel de la castaña. - Si no lo hubieras dejado Pasar, nada de esto hubiera sucedido. 

- ¡¿Cómo iba a saber yo que haría esto?! - dijo exasperada la chica, mientras que Emma  miraba por el espejo que tenía enfrente el rostro de su mejor amiga. 

El chupón quizás no era Grande, pero si estaba de un colorido y llamativo rosado que resaltaba de su piel blanca. ¡¿Cómo se suponía que Saldría con el traje de baño así?! Emma se sintió impotente: No podía dejar que nadie la viera con el Chupón, pero tampoco quería darle a Andrew el placer de ver que otra vez había conseguido lo que quería. Como últimamente sucedía con mucha frecuencia. 

- Emma, quizás me mates por esto... - masculló Anna volviendo a Bajar la blusa por la espalda de su amiga. - Pero vamos, es solo un chupón. No pasa nada si te lo ven, y te apuesto más de la mitad de chicas que usaran bikini hoy tienen más de uno. 

- ¡¿Estás Loca?! - preguntó Emma dándose la media vuelta con sus ojos a punto de salirse de su lugar. Si, definitivamente tanto sol le estaba dañando ya el sentido común. - ¡No saldré a ningún lugar así! ¡No! 

- ¡Tranquila! - le indicó Anna tomándola de los hombros. Inspiró profundamente, y echó la cabeza hacia el techo, esperando a ver si de puro milagro de la vida una idea llegaba a su cabeza.

Y casi como Puro milagro de la vida, una idea llegó a su mente. 

- ¿Maquillaje? - preguntó Anna alzando la ceja. 

- ¿No se borrará con el Agua? - Cuestionó Emma, nerviosa. 

- Depende de 'qué' maquillaje utilices, querida. - La perspicaz voz de Anna le transmitió a Emma cierto deje de tranquilidad. Anna usaba ese tono de voz en cosas que sabía, le saldrían bien, así que a partir de allí podría confiarle su chupón a Ciegas. 

Anna saltó sobre su maleta, sacando un pequeño - pero eficaz - Bolso de Maquillaje. Sacó un delineador, un Rímel, Un pinta labios, hasta que por fin encontró aquel botecito negro que tanto le había salvado el pellejo, y que al mismo tiempo le había conseguido más ligue: Un tatuaje instantáneo Quita-Pon.

Aquel Frasco Negro fue creado por la abuela de Anna; era una medicina en crema, sin embargo la chica lo utilizaba para mucho más que solo "Salud". Había descubierto que esa crema de untar funcionaba bien con las Heridas, o Marcas. Para empezar hacía que las cortadas se cerraran más rápido, y que las costras se cayeran en un abrir y cerrar de ojos. Pero un día, descubrió el poder de aquella sustancia negra: siendo de un color tan intenso, tenía sus propias fallas. No se borraba con facilidad, y la piel la succionaba -esto también por efecto de la medicina- entonces, Anna aprovechaba para dibujar en su piel. Eso le había servido en varias ocasiones; parecía a simple vista un tatuaje común y corriente, sin nada extraño, y sin la sospecha de que en realidad fuera una crema rocosa que se adhería a la piel. Descubrió hacía varios años atrás, que a los chicos guapos les atraen las chicas con pequeños y coquetos tatuajes en el Hombro. 

- ¿Confías en mí? - preguntó Anna mientras verificaba solamente que quedara de esa masa negra.           Emma tragó gordo. 

- Ahora es confiar en ti, o tener que usar un anticuado traje de baño que solo generaría burlas.... - Y haría a Andrew salir con su cometido. Eso lo agregó Emma en su cabeza. 

- Quítate la blusa. - dijo Anna sosteniendo el botecito con una mano, y metiendo el dedo en la mezcla extraña de su abuela.

Insegura, Emma se sacó la blusa terminando solamente en traje de Baño, al menos la parte de arriba. 

¿Quién entiende a los hombres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora