Capítulo 35 ~ "No importa el Medio, sino el Resultado".

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- ¿No vas a contestar? - preguntó Andrew, intentando mirar con sus ojitos elevados hacia el identificador de llamadas, el cual quedaba muy lejos de su vista. Emma tragó gordo, tragó espinas que desgarraron su garganta. No sabía cómo sentirse en ese momento; ¿Se sentía inmensamente feliz por la confesión de Andrew? ¿Quizás inmensamente triste, por saber que aunque Andrew hubiera confesado eso, seguía Laine de por medio? ¿O tal vez inmensamente nerviosa, ya que recibiría el santo regaño de su vida de parte de Ducasse? Eran tantos sentimientos amontonados en una sola alma que Emma por poco sentía nauseas. Sin pensarlo dos veces, levantó el teléfono hacia su oreja. 
- ¿Si? - contestó temerosa, procurando notarse lo más tranquila posible, tanto para Emma que lo tenía enfrente como para Ian detrás de la Linea. 
- ¡Emma! - esto no estará bien... se dijo la castaña. - ¡¿Dónde rayos estás?! - cerró los ojos, y respiró profundamente antes de atreverse a contestarle. ¿Por qué tenía tan mala suerte?
- E-en mi casa. - tartamudeó y cerró los ojos con fuerza. 
- ¿Quién es? - cuestionó Andrew, el cual empezaba a sospechar un poco de la identidad de la persona detrás del teléfono. Emma lo miró, y prefirió ignorarlo; se lo perdonaría después. 
- ¡¿Sabes qué hora es?! ¡Debiste haber llegado aquí hace una hora! ¡¿Que te pasó?!
- Se presentó un Inconveniente... - y para ese instante, Andrew sabía perfectamente la identidad que vería en el identificador de llamadas. Si Ian seguía hablando, Andrew tomaría las fuerzas necesarias para quitarle el teléfono a Emma y aventarlo por la ventana.
- ¿Qué? - preguntó Ian, mirando hacia todos lados, esperando que nadie notara su "inconveniente personal". Había pasado la última hora vagando en el teatro Guillard, lugar donde se llevaría a cabo la fiesta donde Ian quería introducir a Emma al mundo de la música. Se la había pasado escondiéndose y ocultado de grandes nombres en Disqueras, para que no lo vieran sin la "chica prometida" ¡Tanto que Ian había alardeado sobre ella, como para que no se presentara! Ese era posiblemente el peor momento para el joven Ducasse. - ¡Te necesito aquí ahora! No eh parado de hablarles de ti a los ejecutivos de Angels, Humnter y tampoco a los de Robert's Records, así que no puedes fallar aquí Emma. Es tu carrera, no creo que nada sea más importante.
Y no, quizás Andrew no era más importante que su sueño, pero mientras él la necesitara, ella estaría ahí. Aunque su corazón saliera lastimado de por medio. 
Emma cerró los ojos con fuerza, intentando resolver en su cabeza todo ese gran nudo de cordón que había creado, ¿Que podía hacer? Todo hubiera sido más fácil si para empezar, la fiesta hubiese sido en otro lado. Bueno, ese no era momento de preguntarse "que hubiera pasado si..." si no para ponerse de una vez a actuar maduramente y resolverlo como la Joven Mujer que pretendía ser. 
- No puedo, Ian.- Andrew se tensó al escuchar su nombre. - Tu sabes que yo no hubiera dejado todo eso si no fuera importante la razón por la que me retuve a ir. - Ian revoló los ojos; sabía que era cierto, sabía que Emma era una chica muy comprometida, pero no quería aceptar que ella no asistiera al evento. Bajo esas circunstancias, ese si sería el momento más vergonzoso de toda su vida. 
- ¿No vendrás entonces? - Ian habló con coraje, rabia y avergonzado. Forcejeó la quijada, y tragó gordo. 
- No. - contestó Emma, para que después Ian tan solo carraspeara su garganta, y terminara por colgar la llamada.
Emma se sintió mierda entonces; había arruinado una oportunidad que podía haber cambiado su vida, pero ¿Que se supone que debió de haber hecho? ¿Ignorar a Andrew? Ella no era capaz de hacer tal cosa, no tratándose de alguien herido, y menos tratándose de Andrew herido a mitad de la calle. Suspiró, y bajó el teléfono hacia su regazo.
Andrew la observaba, expectante. Todo lo que podía recordar (lo poco, gracias a lo aturdido que estaba por santo golpe) era la "importante cena" a la que Ian y Emma tenían que asistir. Entonces lo supo: Ella se había retenido a ir, solo por estar junto a él para cuidarlo. Sonrió para sí mismo... Eso debía de significar algo, ¿No? 
- ¿Todo bien? - preguntó Andrew con una voz ronca que provocó que la piel de Emma se erizara al apenas escucharla. Emma asintió cabizbaja, sin atreverse a mirarlo. El chico sintió como su corazón se estrujó de repente, por el hecho de no poder hacer nada para alegrarla. Bien, en otras circunstancias tal vez le hubiera dicho "Está bien, yo te llevo", sin embargo Andrew muy apenas podía levantar su cabeza en ese instante. 
El chico elevó su mano hasta el mentón de ella, y lo elevó obligándola a que lo mirara a los ojos.
- Yo sé que no. - susurró él. 
- No importa. 
- ¿Era muy importante el evento? - ¿Para qué preguntas eso, Idiota? se cuestionó el chico arrepintiéndose, Lo único que lograrás es que tanto ella, como tú se sientan peor. 
- Ya habrán otros. - dijo ella fingiendo una sonrisa, cosa que Andrew notó enseguida. ¿Tan bien la conocía que hasta sentía la esencia de la que era una sonrisa verdadera, y la que no? Andrew río sarcástico, y Emma lo miró enseguida. 
Se quedaron en silencio, observándose por minutos enteros. Ella amaba sus ojos, y él amaba sus labios, unos labios que le gritaban por un beso robado. Por qué los besos robados son los mejores, siempre. 
- Emma.... - empezó Andrew, un tanto inseguro. ¿Cómo se lo decía? No podía ser tan difícil cuando ya le había confesado lo principal; que la quería, y que quería estar con ella. Bueno, lo segundo aun no lo decía, pero quedaba implícito. 
Emma alzó las cejas, esperando que Andrew continuara hablando. Con todas las fuerzas que encontró en su cuerpo, Andrew se reincorporó sentándose en la cama. Emma tan solo se quedó quieta, y él le tomó la mano. 
- ¿Qué piensas? - preguntó el de repente. Emma tan solo lo observó, y suspiró. Ni siquiera ella sabía con exactitud qué era lo que pensaba. 
- En todo. - dijo entre un suspiro lleno de alusión. De repente lo del asunto de Ian había quedado atrás; lo único que tenía la chica en su cabeza era que Andrew la besara. Y si, que le robara un beso para acabar con todo eso. ¡A la mierda Laine! ¡A la mierda la ética! ¡Solo quiero que me bese! claro, pensó eso en un momento carente de buena postura. 
- ¿En lo que te dije? 
- Sí. - contestó ella sin meditar antes sus palabras.
- ¿Y qué piensas sobre eso? - Emma tragó gordo. Era el momento de hablar, ¿Que perdía? Nada. En esta ocasión por fin ganaría, ya que Andrew había sido el que había dado el primer paso, arriesgándose a un rechazo que ella no le daría. De algún modo, ambos sabían lo que el otro sentía, sin embargo el corazón les jugaba tan malos pasos, que provocaba que se confundieran y existiera la pregunta de "¿Qué tal si me lo eh imaginado todo?
- Que... no deberías de decirlo. 
Emma Se quedó callada, y miró hacia su mano sostenida por la de Andrew. Él frunció el ceño; tal vez se había arriesgado demasiado. ¿Qué tal si Emma no sentía ni cariño hacia él? ¿Y si ella se había terminado enamorando de Ducasse? Una creciente ira comenzó a surgir en su pecho; ¡Eso no podía ser posible!
- Có...
- No deberías decirlo, - lo interrumpió, - si también se lo dices a alguien más. 
El corazón de Andrew volvió a su ritmo cardiaco normal, y sonrió de oreja a oreja. Ósea, ella si lo quería. Al menos no había dicho un "No, no te quiero, déjame en paz."
- Pero no se lo digo a nadie más preciosa... -Andrew río, y a Emma se le detuvo el corazón dos segundos mientras que él jugaba y acariciaba su mano. 
- ¿Te suena Laine? - Emma arqueó una ceja, y la sonrisa de Andrew se borró enseguida. Esa reacción provocó que la buena autoestima que había conseguido Emma en esos pocos momentos de conciencia de Andrew, se esfumaran enseguida. Después de eso Andrew se arrepentiría de lo que dijo, se levantaría de ahí, y saldría corriendo a brazos de Laine para decirle cuanto la amaba, ¿No? al final de todo, Laine era su amor platónico desde quien sabe cuánto tiempo...
- A ella jamás le eh dicho Te amo. Solo a ti. - la castaña negó con la cabeza, y miró hacia la alfombra. Eso era algo que ni el mismo se creía. - ¡Enserio! 
- No quiero que me lo vuelvas a decir, si estas con ella. - el tono que Emma empleó para esas palabras fue tan serio, que hasta Emma sintió el pesar de éstas mismas. El asintió con la cabeza, decididamente. 
- Para mañana en la mañana, Laine y yo seremos cosa del pasado. 
La chica lo miró atónita, y el solamente atinó a sonreír de oreja a oreja. Ella bufó, y el seguía con sus labios extendidos hasta las orejas. 
- Ven aquí. - dijo el, palmeando a un costado de la cama. Emma lo miró sin comprender, mientras que él se movía hacia el medio del colchón, y tomaba a Emma del brazo. Se recostó, e instó a Emma a recostarse a su lado. La chica un tanto incomoda lo hizo, solo para acostarse junto a él. El la rodeó con su brazo derecho, y la empujó más hacia su cuerpo, sintiéndose pleno en todos los sentidos. Emma se recostó de medio cuerpo, abrazando a Andrew desde el frente de su pecho. Sintió como su pecho se inflaba cuando inhalaba y exhalaba. 
- Me siento muy feliz. - dijo el, con una sonrisa que muy apenas le cabía en la cara. Ella sonrió también, sintiéndose en una nube de Elio alejada del mundo. 
- Yo también. - dijo ella, cerrando los ojos.
- Te amo. Y te lo digo aunque no quieras, porque sé que para mañana todo estará bien. 


...



El aroma de las flores ese día estaba más intenso; hasta el cielo se veía más azul. ¿Ese pino al lado de casa de Emma siempre había estado tan verde? La castaña sonrió, y caminó hacia la academia. 
Cosa que nunca, el café estuvo listo más rápido que otros días. Su ropa estaba perfectamente ordenada (hecho raro) por lo que no tuvo que detenerse a planchar un poco la blusa violeta que se quería poner ese día. Todo parecía estar con una bella canción de fondo, Quizás una de A Fine Frenzy (su grupo favorito) o quizás alguna sinfonía de Chopkin. El punto era, que parecía que todo estaba bien. Era como un becuadro, o algo por el estilo. 
Mientras caminaba, Emma comenzó a hacer esa absurda comparación. Parecía que su vida, comparándola con un piano, siempre había estado en sostenidos, o en bemoles. Pasaba algo malo (como el hecho de que Andrew se metiera a su vida solo para molestarla), eso podía ser comparado con un Sostenido, digamos de Re. Lo segundo malo que ocurrió fue posiblemente, el haberse enamorado de su más grande dolor de cabeza; eso podría ser fácilmente un bemol. Tenía un sostenido y un bemol por ambos extremos, pero ayer parecía que su el pentagrama de repente había señalado un becuadro: la anulación tanto del Sostenido, como del Bemol. Así, la nota natural. Ósea, no existía ni el problema número uno, ni el problema número dos, tan solo tocabas la tecla blanca del teclado ignorando las negras.... Bueno, dejó de pensar. Esas eran cosas que quizás solamente las personas que conocieran sobre música, específicamente piano comprenderían.
Para cuando Emma volvió a recobrar la cordura y volvió a asentar sus pensamientos a la tierra lejos de las nubes donde flotaban, ella ya estaba frente al instituto. Todo parecía sonreírle ese día.
¿Se lo diría a Anna? Eso era algo que ella realmente deseaba, pero no sabía si era lo correcto. Quizás primero debía de aclarar todo el asunto con Andrew, y después...
- ¡Emma! - Levantó los ojos, y se encontró con su mejor amiga caminando hacia ella... seguida de Kyle y Andrew. Este último sonrió apenas la vio llegar, y a Emma se le detuvo el corazón. 
Anna corrió hacia a castaña, y la saludo con efusión. Rodeó su cuello con sus brazos, y estando a la altura de su oído susurró a palabras apenas audibles para ambas:
- Ya estoy con Kyle, luego te cuento. - inmediatamente después lo soltó.
- ¡Hey! - dijo Kyle llegando a su lado. Andrew se detuvo frente de ella, y ambos sonrieron al mirarse ya de cerca, y Kyle abrazó a Anna desde los hombros. - ¿Cómo estás Emma? - Preguntó sonriente. Parecía que ese día era bueno para todos.
- Muy bien Kyle. - ella también sonrió de oreja a oreja. - Ya ni siquiera te pregunto cómo estás, puedo verlo muy bien. - sarcástica alzó una ceja, y Anna arboreció inmediatamente. Emma soltó una carcajada, mientras que Andrew tan solo la observaba reír. 
- ¿Desayunamos? - preguntó Kyle Animado.
- ¡Sí! ¡Sí! - Contestó Anna con ilusión, y Kyle solo la estrechó más a su cuerpo. Emma asintió frunciendo el ceño, y Emma carraspeó su garganta, dando dos pasos a reversa. 
- ¿Estarán en la cafetería? - preguntó el rubio.
- A menos de que las señoritas quieran ir a otro lado. - dijo Kyle galantemente. 
- Tengo algo que hacer, ¿Me hablas cualquier cosa? - le dijo Andrew a Kyle, mientras que empezaba a caminar en reversa por el pasillo.
- Si, cuenta con eso. 
Andrew se dio media vuelta caminando directamente hacia el salón de entrenamiento vocal, óseo canto. Tenía algo muy, muy importante (y difícil) que hacer. No importaba el medio, solo el resultado, el cual en este caso era poder estar libremente con la única que jamás había roto su tercera regla en esa lista imaginaria. Emma lo había enamorado rotundamente.


¿Quién entiende a los hombres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora