Capítulo 6: Un afortunado incidente

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Yo, en mi diestra llevaba un palo con el tamaño perfecto para usarlo como bõ. Ignoré su grotesco comentario y me pusé a la defensiva.

-Uh que garras tiene la gatita, verás cómo te amansas.- Dijo con tono burlón.

El muy ignorante se lanzó a mí sin pensar, como si yo no supiera lo que estaba haciendo. Al tenerle prácticamente enfrente golpee su mano con el palo haciéndole soltar una daga idéntica a la que llevaban los otros tres. Al ver que cayó al suelo intentó huir, pero era lento, almenos para mí. Asíque asentí un segundo golpe, esta vez a la cabeza así haciendole caer inconsciente.

Los otros observaron el espectáculo y se decidieron a atacar dos, mientras el otro sugetaba a la mujer con la daga al cuello y la otra mano tapando su boca.

Uno me vino de frente para apuñarlarme el estómago, encambio el otro no estaba al alcance de mi vista, tire el palo y... Conforme el se me acercaba, yo avanzaba hacia él. Y cuando fue a propinarme la puñalada con un ligero movimiento esquivé la daga, le cogí del brazo y le guíe a lo que había a mis espaldas así evitando que el compañero que tenía a mis espaldas de atrapara e inmovilizara y provocando que le apuñalara a él. Cuando el que quedaba en pie delante mía se quiso dar cuenta de lo que había hecho le di un golpe seco entre el cuello y el hombro. Cuando ya sólo uno quedaba en pie, le miré y le dije: - ¡SUELTALA! O tu suerte será peor que la de ellos. - Con tono amenazante. No iba a pasar la oportunidad de entrenarme con él.

-¡JAJAJAJAJA!- Rió a carcajada limpia.- Un paso más niña, y la mato.

Ella le mordió haciéndole caer la daga de las manos. Al verse indefenso la empujó haciéndola caer al suelo. Y huyó como el perro sarnoso que era.

- ¿Estás bien? ¿Porqué me estabas siguiendo?- Pregunté mientras la levantaba.

- Sí, muchas gracias. Eres impresionante de verdad.- Dijo admirada. - Te has dado cuenta... Lo siento pero esque escuché tu conversación con mi marido y venía a pedirte disculpas... Es muy orgulloso.- Continuó con tono avergonzado por el comportamiento de ambos.

Cuando fui a contestar las campanadas de las 10 callaron mi voz.

-Vaya es tarde, ven cena en mi casa. Tengo que agracerte esto.- Me dijo congiendome de las manos.

-No.- Dije acompañando un movimiento grotesco haciéndole soltarme.

Me di medía vuelta para volver a la posada y ella me dijo: - ¡Espera! ¿Quieres una buena espada verdad? Pues ven conmigo. - Dijo sonriente.

- Eso es chantaje, mujer.- Le dije mirándola.

Se limitó a reír y a hacerme un gesto para que la siguiera. Antes de irme recogí las cuatro dagas como galardón y nos pusimos en marcha. Al llegar enfrente de la herradería abrió su marido.

- ¿ Dónde estabas Carmen? Tienes la manía de desapara...- Antes de terminar la frase levantó la mirada y me vio.- ¿ Tú otra vez? ¡Ya te he dicho que no!- Ante aquel grotesco trato hice un gesto con la mano y me dispuse a darme media vuelta.

A todos nos devora el tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora