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Capítulo 10:

Ayuda.

— Sí nos quiere, sólo tenemos que dejarle en claro ello.

Estaba mareado y cansado por las explicaciones aleatorias y sin sentido que Fliqpy decía durante el día, le provocaba un sin fin de malestares irreconocibles e inmensos en algún lugar de su organismo que no podía descifrar con certeza, ni mucho menos podría deducir si ello se debía al vacío exorbitante que le carcomía un paso tan lento y horripilante o por el simple hecho de no poder estar con Splendid.

Grande, enorme, desmedido, descomunal, extenso.

La soledad que sentía aquellos días era devastadora y pulverizadora, sumando a ello la actitud más demente y alocada que su contraparte estaba alcanzando, era un comportamiento ilógico donde pensamientos iban de manera ascendente sin la intención de detenerse. No podía comer y dormir a gusto, despertándose a altas horas de la noche para proseguir a quedarse despierto pensando en un solo personaje. Todas las causas de su malestar apuntaban hacía él, no por ser su culpa, si no ante el error que cometió por haberle sacado abruptamente de su vida y a lo gran miserable e imbécil que se sentía los días que conllevaba encerrado en casa sin crear un acción productiva para evitar el sentimiento desastroso en su mente. Fliqpy también parecía perdido e irracional a todo, estaba igual o cada vez empeorando.

— Te extraño. — pronuncia débilmente mientras se refugiaba entre sus propios brazos, deseando que fueran otras manos que lo sostuvieran de un amargo llanto que llevaba desde la mañana.

Se encontraba totalmente sosegado en el sentimiento de tristeza y sin saber por qué se encontraba tan mal consigo mismo. Splendid sólo lograba revolucionarle las hormonas cuál adolescente, pero él no tenía la culpa de esto, claramente no, jamás podría.

Tenía que verle lo antes posible, o lo que quedaba de cuerdo se esfumaria.

[ . . . ]


— ¡Por favor! — insiste por décima vez mientras agarraba con fuerza el brazo del joven, arrastrándole hasta el lugar donde se encontraba su sitio de trabajo.

— ¿Pero qué pasa?. — ríe divertido por la actitud que la chica había tomado hace unos momentos.

— Oigan ustedes dos, a trabajar.

Dice Sniffles acercándose a pasos lentos y poco seguros, púes entre sus brazos permanecía una caja repleta de hojas más el insumo de algunos materiales dentro, donde el peli azúl no tardó en ayudarle ya que el rostro de afligimiento del científico era notoria. Petunia le sonríe mientras iba detrás de él, conversando de temas triviales con la intención de intentar cautivar un poco más al muchacho.

No tardan en volver, pero Splendid siente que se desvanecerá por lo débil que se siente al verle en frente de su escritorio, curioseando sus lápices y los informes que yacían sobre la mesa. No sabe si continuar observando el deteriorado aspecto físico que Flippy tenía, púes su apariencia sólo daba a entender lo mal que la estaba pasando. Motivo que desconocía totalmente, o bien, se negaba a la verdadera razón del por qué Flippy se encontraba desganado, con un semblante que pasaba un poco la línea de ser lo horripilante. Sabía cual era la razón, y esa índole tenía nombre y apellido, Splendid.

La boca le escuece lentamente, la saliva parece desaparecer y garganta le arde. Rasca su nuca, nervioso y con la incertidumbre carcomiendo cada parte de su organismo porque los movimientos del peli verde se han vuelto demasiado impredecibles y no sabe que podría llegar a pasar esta vez en una ambiente de trabajo. Todos miraban disimuladamente el rostro cansado del ex veterano, sujetando apenas un ramo de flores en sus manos y es que realmente no entendía, ¿por qué le sonreía? ¿y por qué le observaba con tanto cariño?

Sólo un paso | FlipDidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora