Todas las mañanas eran monótonas para Burke Hoffman desde su estancia en Paris.
De martes a jueves asistía a su trabajo como vendedor de tela en un pequeño, aunque encantador local situado en los campos Elíseos, opacado por las grandes casas de alta costura, pero conocido por aquellos compradores que amaban la seda de calidad que se distinguía por un fascinante "cracant" al tacto.
De viernes a Domingo era presentador de las bandas y solistas que se presentaban en LeCarmen, un bar cerca de la zona roja de la ciudad.
Los lunes eran su día de descanso, era por ello que quizá las personas como el amaban las mañanas de inicio de semana.
Y justo aquel día, era miércoles, mitad de semana, y el sol posando en lo alto de un cielo completamente despejado.
El chico de ojos verdes y cabello cobrizo se alistó, alimento a Donatella, su mini pig, y se encaminó al trabajo en metro, tomando rumbo desde el Distrito 16 a la calle más hermosa de toda la capital.
Al llegar, siempre se ponía en la caja, con la intención de hablar con los clientes por si alguna persona llamaba su atención. Así podría verla e intercambiar frases sin verse como un acosador.
Aunque para su suerte, casi siempre eran personas de la tercera edad, y alguno que otro cliente curioso.
Sin embargo, aquella mañana un joven entro y capturó su atención. Quizá por su forma de caminar tan correcta, o por el tono turquesa de sus ojos.
Una sensación extraña al estar seguro de su gusto por las chicas era solo que nunca había visto un rostro tan bonito, capaz de robar toda su atención desde hace tiempo, y la sensación de saberse atraído hacia un chico le pareció aterrador por un instante.
Así se dedicó a admirarle como un idiota, no podía evitarlo, sin embargo, decidido que no podía seguir manteniéndose a distancia hasta que se percató de la necesidad de aquel desconocido para encontrar lo que fuera que estuviese buscando. — ¿Puedo ayudarte? — Burke exclamó asomándose al oído del castaño, mismo que pareció reaccionar algo incómodo.
—Estoy buscando seda blanca. — respondió el cliente una vez que sus miradas se cruzaron.
Por un instante Burke creyó que aquello no podía ser enserio, el rollo estaba a espaldas de aquel chico, pero le restó importancia, y decidió extender su brazo con cautela. —Aquí está ¿Cuántos metros desea?
Y de pronto la ingenuidad en el semblante de aquel chico le pareció incluso algo excitante. — Ho ¿Cuánto por todo el rollo?
Burke lo miro de arriba a abajo con lascivia. —¿Estás seguro de poder llevarlo tú solo? Tenemos envíos a domicilio.
Sí. — lo interrumpió el castaño. — puedo pagarlo, puedo llevarlo, y solo quiero que lo cotices por favor.
Burke esbozó una media sonrisa, un gesto que parecía sexy cuando se marcaba un hoyuelo en su mejilla derecha. — ¿Cómo te llamas?
Aquel cliente bufo algo ofendido poniendo la mirada en blanco. — ¿Es un chiste? — el castaño se quedó mirándolo a los ojos con obviedad. — Mi nombre es Aiden LeClair.
El rubio asintió. — muy bien, mucho gusto, Aiden. — arqueo ambas cejas. — mi nombre es Burke Hoffman.
—Esto es ridículo. — Aiden se acomodó el cabello hacia atrás mientras observaba a Burke preparar su pedido, así que se dispuso a buscar su tarjeta de crédito para pagar.
—Te propongo algo. — Burke le miró con un aire de interés. — te dejo todo a mitad de precio.
— ¿A cambio de qué? — Aiden le dedicó una sonrisa.
—A cambio de que aceptes una salida conmigo.
—Estás completamente loco. — Aiden le extendió la tarjeta. — cóbrame hasta el último euro.
Burke reprimió su sonrisa aceptando la tarjeta. — Lo sé, es lo que causa estar en esta ratonera todo el día.
—Quizá estamos de acuerdo con eso. — Aiden tomó su pedido y el chico le devolvió la tarjeta. — hasta luego, Burke.
El rubio hizo un ademán para despedirse, y Aiden por su parte abandonó la tienda, con aires de desconfianza, o al menos eso parecía, mientras musitaba blasfemias por lo bajo.
¿Será que Burke solo quería coquetear, o al verlo se habría convertido en su crush? Muchos dicen que el amor a primera vista no existe ¿Pero el deseo a primera vista puede ser evitado? Por supuesto que no...
Y él estaba dispuesto a probarlo.
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Stalker (Spin-off) : Una historia de Fashion Killer
Teen FictionBurke Hoffman es ordinario y encantador, hasta que se obsesiona con alguna persona que llame su atención. Aiden LeClair era la clase de persona que Burke admiraria desde la distancia, lo suficiente para investigarlo y hacer lo posible por entrar y f...