capitulo 2

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Mis dedos entraron en el poco profundo y estrecho pliegue de feminidad, rodeando mi clítoris. Jimin había prometido comerme allí. Deslizar su lengua alrededor de mi clítoris, succionarlo, comerlo como si fuera miel, una lamida a la vez. Al recordar esas promesas me estremeci, gimiendo, imaginando que mis dedos eran la lengua de él, chupando su feminidad, lamiendo el resbaladizo calor que empapaba ella. Rodee mi clítoris, susurrando el nombre de él. Luego movi mis dedos hacia abajo, al desesperado dolor de mi feminidad. Me penetre el apretado canal con dos de mis dedos, mordiendo mi labio, preguntándome cómo se sentirían los dedos de jimin dentro de mi. Él tenía las manos tan suaves, me llenaría, haciéndome gritar por más.
Jimin había susurrado la oscura promesa de tenerme como nunca, tomándome allí, haciéndome gritar por él. Mordi mis labios, Mis dedos moviéndose, uno insertándose en ese pequeño, oscuro agujero, mientras deseaba no haber empacado mi vibrador tan rápidamente. Mientras mis dedos pasaban por la apretada entrada. Podía oír la voz de él en el fondo de mi mente, sentir sus dedos, más gruesos que los mios, lanzarme un dardo de dolor placentero. Y él me había dicho, me había advertido que me penetraria como si fuese su ultima vez.
Mis rodillas se doblaron, mis caderas empujaron más fuerte contra mis propios dedos mientras imaginaba a jimin entre mis muslos, lamiéndola, introduciendo con sus dedos, conduciéndome hacia el borde hasta que maldije al teléfono cuando sonó a mi lado. Haciendo una mueca cuando rehuse detenerme, lo alcance, agarrando el receptor.

— ¡Hola! —. intente aclarar mi garganta, aquietar mis alientos rápidos, y esperó poder justificarlo si fuera mi padre. No quería que él supiera que su hija era una masa furiosa de hormonas calientes listas para explotar.

Hubo un silencio breve, como si el que llamaba sospechara mis palabras.

— ¿Te sientes mejor? —. Burlándose, una profunda, sensual y ronca voz susurró las palabras.

Enrojeci ante la voz de jimin, ese Maldito fue el que me llamo.—No, he estado enferma —dije entre dientes, mis ojos cerrándose mientras mi feminidad palpitaba. Pase mis dedos sobre mi clítoris, sintiendo la estimulación aumentada allí. Maldición, podría correrme solamente con la voz de él.

—No, solamente intentando correrte — dijo él perezosamente. —Yo te ayudaría. Todo lo que tienes que hacer es pedirlo. Pídelo, pídelo...

—En tus sueños —.estremeci mientras las palabras salían de mi boca. Maldito, él me ponía a la defensiva más rápido que cualquiera que yo conociese.

—Parecería que en los tuyos también —dijo él, de pronto su voz sin burla. —Sé como suenas cuando estas excitada, ____tn. No intentes mentirme. Déjame oírte. Tócate para mí.- senti mi aliento estrangularse en mi garganta.

—Eres un pervertido—. Luche por mi propio control ante el sonido de aquella voz atractiva. — ¿No es el sexo telefónico ilegal?-

—Estoy seguro que la mayor parte de que lo que quiero hacer contigo podría ser llamado ilegal —rió él silenciosamente. —Conversemos sobre ello, ______tn. Dime que te estabas haciendo. ¿Estas usando tus dedos o un vibrador?

— No tengo un vibrador — Aprete mis dientes por la mentira.

— ¿Consolador? —él susurró las palabras acaloradamente. — ¿Te estás penetrando a ti misma, _____tn? ¿Pensando en mí, en cuánto te deseo?

— ¡No! — Aprete al receptor en mi mano, sacudiendo mi cabeza a pesar del hecho que mis dedos habían vuelto de pronto a mi pulsante feminidad.

—Me gustaría verte en mi cama, _______tn, tus piernas extendidas, tus manos tocando tu bonita feminidad, penetrandote. ¿Alguna vez te dije que compré ese consolador que prometí? Es agradable y grueso, ______tn. Casi tan grande como yo lo tengo y quiero mirarte usarlo.

—Dios—jadeé. —Estamos en el teléfono. Esto es indecente —. Pero mis dedos se hundían más en mi feminidad.

— ¿Qué estabas haciendo antes que yo llamara, _____tn? —. Su voz era oscura, caliente. —Sé que te estabas tocando. Conozco el sonido de tu voz cuando estás lista para correrte, y estás lista para correrte, nena.

—No —intente negar la verdad obvia, pero no pude impedir que mi aliento se me atascara cuando mis dedos rozaron mi clítoris otra vez.

— ¿Estas cerca, nena? —. Su voz se hizo más profunda. —Si yo estuviera allí, te haría gritar por eso. Te daria tan profundamente y con tanta fuerza que no serías capaz de pararlo. Llegarías para mí, _____tn. Córrete para mí ahora, nena. Déjame oírte.-- Su voz era tan profunda, tan sensual y excitada que hizo que mi matriz se contrajera casi dolorosamente. Mi cuerpo inclinado se dobló, mi respiración cercana al sollozo. Él me trajo todos mis deseos más oscuros, mis fantasías más profundas a la vanguardia de mi mente. Eso me aterrorizaba.

—jimin...—susurre su nombre, queriendo negarlo, pero mis dedos no escuchaban mientras acariciaban mi clítoris, se hundían en mi feminidad, luego se movian hacia atrás para repetir la acción.
Estaba tan caliente que apenas podía soportarlo. Tan caliente que estaba a punto de gritar mi alivio.

—Me estoy desesperando ______tn, escuchándote yaciendo, imaginándote tocar tu jugosa feminidad, deseando estar contigo—. Sus palabras hicieron que jadeara mas de lo que estaba, que mi matriz se contrajera dolorosamente, que mis caderas se levantaran hacia mis dedos hundidos.

—No —sacudi su cabeza- No podía hacer esto.-exclame mientras podía soportar otro suspiro mas

—Maldición, _______tn, quiero tenerte en mi cama —gruñó él, con su voz dura. —Quiero estar enterrado tan profundamente y con tanta fuerza dentro de ti que nunca lo olvidarás o me negarás otra vez. Córrete para mí, maldición. Al menos déjame oír lo que no puedo tener. Gime _____tn, dame eso-

Mi orgasmo corrió a través mio. Me estremeci, gimotee, mi cuerpo rígido al punto de dolor antes de que sintiera mi feminidad explotar.

—Ah Dios, jimin..!—grite su nombre, luego de mi dura exclamación de placer, sabía que él estaba escuchando, supo que mi clímax había llegado

—_______tn —gimió él. —Maldición, cuando consiga agarrarte te hare mia hasta que no puedas andar. — temble ante la promesa erótica de su voz, la sensualidad oscura que me aterrorizaba, me hizo querer darle todo lo que él quisiera.

—No —susurre, luchando por conservar el aliento, luchando por conservar la cordura. —Te pedí que te mantuvieras alejado.

Y en eso Había silencio sobre la línea

Rendida a sus deceo (Park Jimin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora