caoitulo 23

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Sacudí mi cabeza. —Lo amo, mamá. Lo he hecho por años y estaba demasiado asustada para admitirlo. Pero estoy casi más asustada de estar sola y amargada, sin al menos tener este tiempo con él....

El silencio se posó sobre el cuarto, pensé que escuché a jimin susurrar un reverente "Gracias Dios". Pero no estaba segura.

—Vendrás —gritó mi madre con furia, sus puños apretados a su lado, sus ojos brillando salvajemente. —Tú no te quedarás con estos monstruos.

—Quizás es a donde pertenezco —.quise gritar ante el dolor que destelló en los ojos de mi madre. —Amo a jimin, mamá, y no me avergüenzo de eso, o de lo que he hecho. Disfruté de ello.

Mi madre abrió su boca para decir más.

—No hables, min suk —interrumpió mi padre. —Mantén tu boca cerrada y déjala sola.

—Tú no me controlas, Dong yul—soltó mi madre con los dientes apretados, su cuerpo temblando. —No lo hiciste mientras estuvimos casados y no lo harás ahora.

—Probablemente ese sea su problema —susurró jimin en mi odio. Sus ojos se ensancharon un momento antes de que yo pusiera mi codo en su duro estómago. Él sólo rió en silencio.

—Lo haré si tú no mantienes esa lengua viperina quieta —gruñó mi padre. —Y confía en mí, min suk, será mejor que seas cuidadosa. Tú podrías encontrar los monstruos que tanto odias en muchas más partes de las que conoces.

—No soy parte de esto —suspiró finalmente el mayordomo mientras se retiraba de la Sala. —

Los ojos de mi madre lo siguieron, estrechos, furiosos.

—Mamá, quizás deberías marcharte también —. Yo tomé un duro y profundo aliento. —Hablaremos de esto más tarde, cuando ambas estemos más tranquilas.

Mi madre me volvió la espalda hacia mi. Me mata perfectamente cuidada de pelo castaño rojizo enmarcaba una cara sorprendentemente juvenil. A los cuarenta y dos, min suk, mi madre lucía casi una década más joven. Pero ella era más amargada y vengativa que cualquier mujer dos veces más vieja, con una vida mucho más difícil.

—Ven conmigo ahora, _______________tn, o no te permitiré regresar a mi casa —. Los labios de mi madre se apretaron cuando me miró fijamente , el hielo cubriendo su voz. —Tú no serás más mi hija.

Rendida a sus deceo (Park Jimin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora