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Después de haber colgado el móvil y caminar hacia mi casa, iba pensando en muchas cosas que rondaban por mi cabeza. Pensaba en Cristina y sus besos mojados, en sus lunares ocultos y manos suaves, pensaba en Maicol y sus problemas emocionales, en Edw y su increíble físico, en la biblioteca y el libro que había olvidado, en Emma y su parecido a Elisa, en Carolina pérdida en su mundo y a la mirada matadora de la profesora Carmen.

Las tiendas Casanova quedaban cerca a mi casa, y más arriba la biblioteca donde reposaba en mis jubilosos días de tormenta y aveces calma.
Pensé arrimar y sacar mi libro y quizá buscar otro más, uno de sociología y cultura. Uno llamado "La vida a través del espejo" para la clase de Literatura Hispánica y uno sobre la memoria para ir empezando con apoyo y refuerzo para mi carrera cómo psiquiatra.
Mis ojos se exaltaron al ver un libro que estaba abierto esperado a que lo tomará y leyera, que oliera su contextura y me maravillara con sus líneas.
"La vida". Hice una breve  pausa antes de iniciarlo y de mi morral café saque mi libreta.

La vida.

La vida es un viaje, un sueño metafisíco, un cerrar y abrir de ojos, muchos dirían que la vida nos juega unas malas pasadas, que la vida juega con nosotros y nos lleva a empezar a confiar más en la muerte. La muerte, un rival de la vida, un espació tiempo los separa. Dice un filósofo que durante toda su vida la pasó mal, y antes de morir dijo: "Tuve una buena vida, y no me refiero a la suma de los placeres, sino la satisfacción de haber hecho el esfuerzo por comprenderla".

Terminé de escribirlo y al leerlo una y otra vez aún no entendía mi concepto de vida, ¿Que era la vida? Sólo una palabra o una realidad metafisíca.

(†)
-"Acallaos todos por su verdad infinita, por su idea de vida y realización de muerte" colocaba Crotes en su libro.

Tenía muchas frases que me habían gustado y ya las había marcado con resaltador verde fluorescente, y con azul claro las ideas incompletas por mi mente.
Salí de la biblioteca y al cabo de 20 minutos llegué a mi barrio, por la avenida Bulevar Thonson, un barrio que  rompía clases y el estereotipo, ya que ninguna persona se preocupaba por dañar al otro o ser mejor que todos los de su entorno, el barrio más tranquilo de todos. Veías hablar un vecino con otro a las 7 am mientras tomaban café y leían el periódico *New Starlin* y charlaban por varias horas. En pijama aún sin bañarse, botando aveces babas de las comisuras de sus labios al tomar o sorber, ya eran viejos, ya estaban desgastados, ya habían vivido lo suficiente.

Llegué a mi casa después de pasar por la oleada de viejos chismosos sin propósitos y vida, no pensaban en su pasado y no le temían a la muerte aunque en sus bolsillos mantuviera.

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Terminé de arreglar mi maleta,  abroché mi chaqueta y me puse unas botas cafés. El día era muy cálido, y se empezaba a despejar la capa de neblina que cubrían las nubes que anunciaban lluvia. Como era  de costumbre había terminado de tomar mi café caliente, de poner los libros en la mochila y una manzana por si me daba hambre, y salí a explorar lugares donde ya había estado pero aún sentía que me faltaba algo.

•Nunca veía más allá de mis ojos, siempre vivía una mentira o una fantasía.•

Llegue a un apartado lugar del pueblo, después de haber caminado durante 2 horas  paré en una cueva, el día había pasado de estar despejado a llover cómo diluvio divino. Acabé mi caminata y saqué mi linterna, la manzana roja y unos guantes para el frío en las manos. Una bufanda vieja de color azul oscuro y rojo rayado y por último mi libreta. Me senté en una piedra a terminar hasta el corazón de la manzana, la cual tiré al verde campo que me rodeaba. La hierba se pegaba a mis botas cafés y el barro también, mi pelo estaba olisqueado y con friso.

Mire la hora en mi reloj de muñeca y seguí mi camino hasta llegar a la punta de la Sierra, donde vivía los abuelos de Manuela, ella me había invitado y debía acudir a su paradero.

(†)

7:32pm

Terminé por llegar a las 8:04, era ya de noche y podía notarse en mis ojos el miedo que traía desde la punta hasta el final, caminar por un sendero poco habitado, con naturaleza por donde miraras sin poder reírte con alguien o poder quedarse mirando todo. Caminé durante más o menos 3 horas sin saber si de verdad ella estaría allá, sin internet y hambre. Debía de ser muy importante cómo para que yo me hubiera  puesto en esas.

Oía como las chicharras cantaban al son de los grillos, las ranas croaban y los pocos pajaros aún despiertos cantaban su última rola antes de irse a descansar. El viento pegaba fuerte en la parte de atrás de mi cabeza, mi pelo hacía un movimiento brusco hacía delante y mis manos seguían temblado del frío por la lluvia con la que había tenido que luchar.

–Casi no llego, en el camino aprendí mucho que quizás tus abuelos deberían explicarme después.- Fue lo primero que se me ocurrió al verla, estaba parada con su pose de autoridad, sus facciones le habían cambiado, de cerca se veía distinta a lo que era, su cara estaba más destruida y cambiada y era duro reconocerla, pero ¿como era posible si en la tarde la había visto? Quizá no la vi, solo la imagine cómo el primer día que la conocí.
–Vaya. Pensé que no vendrías, eres un duro chico.-dijo
–Si. Si.
–Pasa.- dijo - antes de que te congeles y tenga que cargar tus huevos de oro hasta mi habitación.
La mire y sonreí. -¡claro!.-Exclame.

Entré a la morada de sus abuelos, no iba a preguntar aun nada. Sólo detalle el lugar y la seguí hacia su cuarto.

...

"Después del Después".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora