C a p í t u l o XXV

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Tres semanas en las que Amara seguía internada, su presión no se normalizaba con nada y no podía siquiera caminar porque comenzaba con sus contracciones, el doctor tomó la decisión de dejarla internada el tiempo necesario, suministrandole vitaminas al bebé y a ella, haciéndolo aumentar de peso por sí debían realizar un parto urgente. Amara estaba muy mal, su depresión posparto se había elevado, estaba bajo calmantes todo el tiempo porque quería arrancarse las sondas que le suministraban medicación y golpeaba su vientre porque no quería al bebé. Me encontraba totalmente desmotivado con todo, ella me veía y se ponía nerviosa o a veces demasiado tranquila, habían días que no quería verme y otros por los que lloraba por mí, me encontraba en un vaivén y no sabía que hacer.
Sam había vuelto, quedó impactada con todo lo que estaba sucediendo y triste, temía por la vida de su sobrino. Ella era mi mayor apoyo en todo esto, era mi familia y agradecía que hubiera vuelto para estar conmigo, por otra parte estaba Abba, que también era un gran pilar en todo esto.

Mi hámster se había muerto, supongo que por todo lo que estaba pasando lo descuidé y me culpo por ello, yo lo adoraba. Quizá se sentía solo y sin nadie que le diera cariño. Casi no me encontraba en casa, estaba siempre en el hospital o salía con Abba a distraerme, lo necesitaba.
Mi hermana estaba feliz con su novio, Juanca la cuidaba tanto y le alegraba sus días, para mí era un peso menos, mi hermana no era una carga pero con todo lo que estaba sucediendo no necesitaba más estrés ni decepciones.

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Abba quiso obsequiar a Castian por ser un buen amigo, más para ella que era nueva en una ciudad tan grande y peligrosa, dónde hoy día es complicado encontrar buenas personas que no te utilicen ni te dañen. Le obsequió con un tatuaje, él jamás se había hecho uno, tampoco le llamaban del todo la atención, pero aceptó con gusto. Entre búsqueda y búsqueda de qué hacerse optó por un lobo en su brazo izquierdo, para él significaba valentía.

Al salir del tatuador Castian quedó admirado por su tatuaje, por lo bello que había quedado, no se imaginó nunca que podría tener algo tan lindo en la piel.

- ¡Me ha encantado! Creo que comenzaré a tatuarme más seguido. - Sonrió alegremente, estaba tan feliz que daba gusto mirarlo a los ojos y ver ese brillo, esos ojos achinados por la enorme sonrisa que en su rostro se dibujaba.

- Hacelo, a mí también me encanta, creo que podes notar. - Abba rió.

- Eres tan hermosa cuando ríes así. Amo tu blanca sonrisa y la mueca que se forma en tus ojos, eres hermosa. - Castian la quedó mirando a los ojos. Él sabía que se estaba enamorando de su mejor amiga.

- ¡Qué cosas decís, me pones roja!- Se cubrió el rostro tiernamente.

- No te tapes que amo mirarte cuando tus mejillas cambian a un color rojizo. - Él le quitó las manos del rostro y le acarició sus mejillas calientes. - Te juro que en todos estos meses has logrado que sienta miles de cosas, siento dragones en mi estómago, cada vez que salimos éstos se despiertan y comienzan a volar dentro de mí. Me encantas, Abba.

- Jamás creí que mis sentimientos eran tan correspondiendo, que todo esto era tan mutuo. Te me hacías inalcanzable, un chico que ya está cansado del amor y que lo evita a toda costa- Ella lo miraba a los ojos.

- Creeme que sí, he intentando evitarlo pero no puedo, simplemente me estás volviendo loco y más aún me enloquece el saber que solamente somos amigos... - Le acarició la mejilla y ella se estremeció. Castian se encontraba nervioso y emocionado, la quería tanto y temía que nada fuera correspondido y perderla, pero las cosas estaban dándose bien.

Ella le tomó la mano que estaba en su mejilla y la apretó de forma suave y delicada, sus manos estaban sudorosas por los nervios pero no le importaba. Quitó ésta de su mejilla y se acercó más, quedándose a centímetros de su boca, sintiendo su respiración. Lo tomó de ambas manos, entrelazó sus dedos mientras observaba lo que hacía, volvió a mirarlo y dio un suspiro. - Si es correspondido que no te maté el ser sólo amigos, Cas, acá estoy dispuesta a entregarte mi corazón. - se acercó más a él, y Castian al instante la besó, un beso apasionado y único, un beso que unía a dos corazones. Lo deseaba hacía mucho tiempo y por fin podía sentir los labios de la chica que a él le encantaba rozando los suyos.

La vida de C a s t i a n  Mancini © [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora