Amelie le miró con el corazón latiendo a prisa sin saber si aquello que había planeado estaba resultando. El hombre en cuestión parecía estar más enojado que celoso y ella empezaba a creer que hizo mal y que nada estaba saliendo como esperaba, peor aun, que solo lograría que Burton se hiciera una idea errónea de ella o que se alejara creyendo que no tenía oportunidad. Aun así, decidió que lo mejor era continuar el plan, a esas alturas, intentar cambiarlo sería absurdo.
—Si me interesa o no Lord Pembroke no veo cómo le afecta —dijo tratando de llevar la conversación a terreno más neutral a fin de verse lo más tranquila que fuera posible—. Soy una señorita casadera y no tendría nada de malo que un caballero se fije en mí.
—Claro y tendría que ser precisamente un lord —aseguró Burton, con ironía, masticando las palabras como si tuvieran espinas.
Amelie lo vio apretar con fuerza sus guantes mientras la veía y pensó que no estaba saliendo todo como ella esperaba y que incluso su plan corría peligro.
James miró a Amelie sin comprender exactamente qué es lo que lo tenía tan molesto pero tenía claro que no quería continuar con eso, quería al menos sentir o pensar que las cosas no eran de la manera en que estaba imaginando, por lo que, siguiendo su naturaleza franca, se atrevió a preguntar.
—¿Tiene algún tipo de afecto por él? —Trató de mantener la rabia que le embargaba a raya—. De ser así creo que está de mas mi advertencia, pero de todos modos lo diré, Pembroke no es un caballero y mucho menos un hombre de honor.
—El lugar donde mis afectos y atenciones se encuentren, señor Burton, es solo asunto mío —dijo sin saber a dónde iba todo eso.
—Se equivoca mucho milady —respondió visiblemente ofendido—. También es asunto mío, de hecho es muy asunto mío.
Ella lo observó unos minutos antes de que de nuevo pusiera ese rostro con el que solía engañar a las personas, el que le había funcionado incluso con él, quien tanto presumía su inteligencia.
James suavizó el gesto al verla mortificada y sin darse cuenta tomó su mano apretando solo un poco.
—No tengo el placer de comprenderle —manifestó la joven dama
—Lady Amelie —dijo él sin saber exactamente qué era lo que quería transmitir—. Soy un caballero antes que un hombre pero debo admitir que no me gustó verla con él.
—Fue solo una conversación trivial —acotó Amelie y fingió que no entendía el rumbo que estaba tomando la conversación. Se alejó un poco de él fingiendo estar mortificada y ofendida—. No entiendo este comportamiento tan impropio y mucho menos entiendo el porqué usted se tomaría la molestia de entrar a la casa de mi tía sin tomar en cuenta los riesgos que implica que usted esté aquí, a solas, con una señorita en edad casadera, pero agradezca que mi tía no se guía por las normas o de lo contrario estaríamos ambos en problemas.
—Estoy consciente de las consecuencias —añadió el joven sin apartar la vista de ella—. Como dije soy un caballero y un hombre de honor.
Amelie sonrió para sus adentros al escucharlo sabiendo que lo tenía donde quería, justo como esperaba y eso solo sirvió para darle aún más seguridad.
—Estoy segura que sí señor Burton pero eso no significa que debamos abusar de la suerte —respondió con aire inocente, fingiendo estar muy conmovida y a la vez mortificada por su actuar—. No es prudente y en cuanto al asunto que nos competía hace un momento, permita que le diga que no voy a permitir que me acuse de algo impropio cuando mi madre estaba ahí sirviendo de chaperona y no hubo ningún problema en absoluto.
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Seda y algodón.
Historical FictionAmelie Farfaix hija de un conde y hermana de otro guarda un secreto que deberá llevar a la tumba si desea mantener su respetabilidad y aceptación en sociedad. Sin embargo, las circunstancias la obligarán a buscar un esposo ante la desesperada situa...