II

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— Luffy, ¿estás seguro de que quieres seguir? Nosotros podíamos terminar...  

El moreno no comprendía muy bien a qué se refería la chica, pero aun así respondió con total certeza. 

—  Nami, confió en ti, sé que sea lo que sea que haremos será bueno... Y si es así de bueno como los besos de antes entonces ¿a qué esperamos? — y ahora fue él quien la llevó apresuradamente hasta el lugar que quería.

Tomando la iniciativa, Luffy se sentó bajo aquellos árboles y la atrajo hacia él, haciendo que ella quedara entremedio de sus piernas para poder besarla más cómodamente. A la navegante la sorprendía cada nuevo movimiento del muchacho, él nunca había sido muy astuto con todo este tema, pero al parecer había mordido la manzana de Eva y le había quedado gustando. Los besos se fueron tornando cada vez más salvajes y llegaron a un punto en el que ninguno de los dos podía estar con ropa; era tanto el calor de sus cuerpos y la excitación que los recorría que se vieron en la obligación de quitarse sus prendas de vestir. 

Nami comenzó a quitarle ágilmente la ropa a su capitán a la misma vez que besaba diferentes partes de su cuerpo, y él casi por instinto, hacía lo mismo. No pasaron más de 5 minutos cuando ambos ya estaban semi-desnudos y agitados por ansiar lo que venía. 

—  Nami, me siento extraño... Mi amiguito aquí abajo se está parando, ¿es normal? — decía el moreno un tanto extrañado pero extasiado. 

—  S-sí, en una situación como esta, claro que es normal, Luffy — respondía avergonzada la chica intentando no parecer muy obvia a la hora de mirar el miembro de su compañero. 

Continuaron con los besos, pero ahora Nami se había posicionado sobre su capitán, dejándolo tumbado en el suelo y frotando su entrepierna con la dureza del moreno, mientras que con sus manos recorría su cuello, pasando por sus bien definidos pectorales hasta su firme abdomen. Él solo la contemplaba maravillado de las sensaciones que podía despertar aquella chica en él, pero también sintió ganas de tocarla , quería hacerla sentir tan bien como se sentía él, así que palpó lo que veía más abundante en su compañera; su busto. De principio apenas la rozó, pero poco a poco, y viendo que su compañera dejaba salir pequeños gemidos de placer, fue intensificando sus caricias excitándose a la vez él también. Sus manos fueron trazando un camino por aquella suave y perfecta piel, pasando por las angostas caderas de ella para desviarse hacia su trasero, y curioso por saber qué había bajo esas bragas, se las quitó velozmente, rasgándolas sin pudor alguno.

—  ¡L-Luffy! — exclamó ella casi en susurro y con la voz un poco ronca. 

—  ¿Qué? ¿Está mal que lo haya hecho? – preguntó él de manera inocente. 

—  No, está bien pero... 

A Nami la avergonzaba un poco que la desvistieran, sabía que no tenía de qué avergonzarse y le estaba gustando la nueva faceta del chico. 

—  "Es bueno que de vez en cuando se deje guiar por su instinto" — pensaba  inclinándose para besar y morder la oreja del chico, a la vez que dirigía su mano hacia la zona de su miembro, pero se frenó en el instante en que vio a Luffy  tensado. 

—  Tranquilo, no te haré nada malo... Al contrario.

Le explicó seductoramente para que se relajara, prosiguiendo con su cometido. Su mano llegó hasta su entrepierna, rozó y frotó su miembro antes de tomarlo y apretarlo levemente, haciendo que el moreno soltara roncos gemido de placer. 

—  ¿Ves? – le decía ella bajando con sus besos hacia la zona de su cuello y pecho. Mugiwara se sintió un poco inútil al no hacer nada, y cuando vio que su navegante lo miraba de manera seductora, creyó que era una mirada desafiante, por lo que la abrazó, se giró y la tendió en el suelo, quedando así sobre ella.

Tus dulces celos (LuNa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora