Toma 2

145 17 0
                                    

Sus brazos rodearon su cintura, atrayendo su espalda hasta su pecho. Ser unos centímetros más alta tenía sus ventajas, como el poder hundir su rostro en el hueco de su cuello e inhalar su aroma a pan dulce. La adormecía, estar ahí, con los pétalos de cerezo cayendo en gráciles movimientos a su alrededor, arrastrados por la suave brisa de la tarde, y los destellos naranjas en el horizonte, era una dicha inexplicable. Amaba estos momentos, poder disfrutar de la tranquilidad de estar ahí con Honoka, en el solitario parque después de una dura jornada de kendo, era todo para ella.

Honoka se removió un poco, buscando una mejor posición con Umi abrazándola detrás, pero procurando no molestarla demasiado como para recibir un regaño.

¿Umi-chan?

Su voz apenas logró colarse en un lejano susurro hasta su mente adormecida.

¿Qué pasa, Honoka? —preguntó, levantando apenas su rostro para que pudiera escuchar mejor.

Bueno... me estaba preguntando... —calló de pronto, dejando al aire sus palabras como si le costara continuar. En la tensión de su cuerpo, Umi sintió que se arrepentía de haber hablado.

Sólo dilo de una vez La instó, apretando con suavidad sus manos sobre su estómago para tranquilizarla.

—... ¿Por cuánto tiempo crees que podremos mantenernos juntas de ésta manera?

La pregunta le aterró, no podía ni siquiera creer que Honoka pensara en eso, ¿no era suficiente lo que le demostraba? ¿Honoka dudaba de estos momentos con ella a su lado? Dolió pensarlo, lejos de Honoka, de su ánimo, su perseverancia, y su cariño. No, simplemente no podía suceder.

Si lo que te preocupa es crecer... incluso después de que lo hagamos, de que alcancemos la mediana edad y nos pongamos viejas y arrugadas... estaremos juntas.

.

.

Umi salió de su cuarto pasado el mediodía, con pronunciadas ojeras, un dolor de cabeza horrible y una nula paciencia a cualquier rastro de luz disponible. Se deslizó como pudo hasta la cocina, buscando café amargo y unas pastillas que le ayudaran a bajar la nubosidad de su cabeza.

—No te ves mejor que alguien que acaba de salir de una tumba.

—No sabes cuánto me gustaría estar en una —musitó, en reproche.

—Usualmente respeto tu espacio y decisiones, pero, ¿no crees que dos días sin ir al set es demasiado? ¿Y qué con ese olor a alcohol? Creí que lo habías superado, ¿no te preocupa ver al resto de actores en los castings?

La pregunta con pizca de reproche, apenas se registró en su turbulenta mente, sus movimientos en piloto automático se encargaron de hacer el café más cargado y sin azúcar que su estómago pudiera soportar. Un sorbo bastó para hacerla arrugar la cara y desear no haber guardado tanto vino en el estudio.

Maki solo la miró con una ceja enarcada, tamborileando la pluma desde su lugar en el sillón, sin levantar la vista de su cuaderno de notas, siendo consciente del mal humor de Umi.

No entendía bien el giro de la situación, había estado tan ansiosa y feliz por el casting a su protagonista y de pronto, al regresar, su sentido de responsabilidad pareció haber sido arrollado y aventado a un lugar muy lejano.

—Eli y Nozomi se encargarán de eso —respondió Umi tras varios sorbos, cuando su cabeza ya no parecía un volcán explosivo—, en realidad no me importa nadie más que la protagonista. Los demás no necesitan tanto cuidado, son solo secundarios.

3, 2, 1 ¡ACCIÓN! [LOVE LIVE SCHOOL IDOL PROJECT] [HONOUMI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora