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—¡Ahí está la princesa de papi! — estiró sus brazos e Irina se la entregó con una cálida sonrisa en su rostro. No podía negar que adoraba la escena y aún más, se sentía muy emocionada por ver a Dream feliz de estar de nuevo con su papá. —¿Qué tal el vuelo?
—Un poco de turbulencia, pero todo genial. — sonrió.
Justin asintió y siguió concentrado en su pequeña bebé. Irina se introdujo dentro de la camioneta que los llevaría a las cabañas dónde se hospedarían y segundos después, apareció Justin con Dream en sus brazos.
—Alguien estaba extrañándome mucho — susurró y besó la mejilla de su adorada nenita.
—Dream aún no extraña a nadie, Justin — Irina murmuró divertida y Justin la observó mal provocando que la británica se riera con ganas. — Te empezará a extrañar cuándo cumpla un año o algo más, apenas está conociendo que tú eres su papá y yo soy su mamá.
—¿Puedes recordarme porque decidí invitarte a estas vacaciones con mi hija? — sonrió divertido.
—No lo sé— Irina rodó sus ojos y dirigió su vista hacía otro lado.
—Venga, nena... — Justin murmuró e Irina sintió ahogarse entre su propia saliva a causa del apodo que había utilizado. Se sintió bastante mal — Sabes que sólo te estoy tomando del pelo, no te lo creas todo.
—No me lo he creído— asintió — Sólo que estoy asombrada por las vistas, no recuerdo cuándo fue la última vez que vine a Las Bahamas.
Justin carraspeo y suspiró, él si se acordaba. Habían venido a Las Bahamas en su segundo aniversario antes de tener su primera ruptura, había sido un regalo de él hacía la británica más hermosa del mundo, cómo el solía llamarla. En ese viaje sintió que ella era su amor para siempre pero vaya que las cosas no resultan ser como te imaginas, Irina y él rompieron y después volvieron para volver él ser un completo idiota y perderla a ella junto con su bebé cuándo pudo bien formar una familia feliz.
—Dream está llorando y ni cuenta te has dado — Irina lo regaño y sacó a Justin de sus pensamientos — Ven, dame a la bebé.
—Perdón, perdón... — suspiró.
—Descuida, te metiste tanto en tus pensamientos que olvidaste por unos minutos que tenías a tú hija en tus brazos. — sonrió.
Justin la miró y sintió su corazón acelerarse, era la primera vez que la detallaba muy bien desde que se habían encontrado en la pista de uno de los aeropuertos más pequeños de la isla, sin duda era la mujer más hermosa y perfecta que sus ojos mieles podían contemplar sin cansarse.
—Justin, hemos llegado. — murmuró y acomodó a la bebé entre sus brazos en una posición más cómoda.
—Disculpa... Otra vez. — rascó su nuca.
—¿Todo bien? — preguntó con intriga.
—No, bueno, sí. — suspiró.
Irina asintió e hizo de sus labios una línea recta, bajó de la camioneta y caminó hacía el interior del hotel dónde se hospedaría varios días con Justin, ambos compartiendo la misma habitación.
—Dejaré a Dream en la cama, vuelvo enseguida — sonrió.
Justin asintió y siguió hablando con el gerente del hotel, explicándole que estaba encantado de que Justin e Irina hicieran uso de su hotel, dónde les ofrecería una excelente atención y sobre todo las mejores comidas que pudieran probar.
—Disfrute de su estadía, señor Bieber — sonrió con amabilidad.
—Muchas gracias.
Justin continuó su camino hasta la cabaña dónde se encontraba Irina, entró en ella y observó el lugar. Era una de las cabañas en forma de suite, eran perfectas.
—Éste lugar, es no sé... — pasó su mano por su cabello nervioso —¿Te gusta?
—No deberías de sentirte presionado— Irina le sonrió — Está perfecto y costear todo este viaje aunque...
—Te lo mereces después de todo. — se encogió de hombros e Irina negó.
—No, Justin. — suspiró y se acercó a él — No me merezco esto, no merezco nada de esto.
—Ya te he dicho que sí — suspiró cansado.
—Justin, también tengo dinero en mi cuenta... — Irina cerró sus ojos por unos segundos y sostuvo la respiración, no se creía capaz por lo que iba a decir pero necesitaba hacerlo— Tú y yo ya no somos parejas, deberías de ahora responsabilizarte por ti y por Dream y yo haré lo mismo.
—Eres tan cruel conmigo — bromeó.
—Tú también fuiste cruel conmigo — le sonrió.
—Bueno, no me lo recuerdes... — elevó su mano con el propósito de acariciarle la mejilla con cariño pero se acordó en el mismo instante que no estaban juntos y que no estaban en plan de reconciliarsen — Disculpa.
Irina asintió y dejó escapar nuevamente el aire, volvió hacía la habitación y observó a su pequeña dormir plácidamente sobre el cómodo colchón de la que sería su nueva cama en los próximos días.