— Solo dándole lo que desea — Tambourine miró a Majunia directamente a los ojos — tú no has sabido complacerla — quería hacerlo sentir menos hombre que él — hay muchas formas de satisfacerla y satisfacerse sin quitarle la virginidad, pero eres tan idiota que no te interesa eso, le diré a padre cuando vuelva que me la dé, yo si sabré como tratarla — sonrió — a diferencia tuya yo si soy un HOMBRE jajaja — se levantó y se fue.
Cuando el demonio menor entró de nuevo a la habitación encaró a la mujer que estaba todavía sentada en la cama, dejó la jaula sobre una mesa.
— Te vi cuando le coqueteabas — le recriminó Majunia.
— No hice nada malo, solo conversaba con él — Cynthia no sabía que decir para explicarse, no ideó un plan, se dejó llevar por el impulso del momento, y ahora temía un posible castigo para Morgana.
— Así — Majunia se puso sobre ella como estaba su hermano.
— Suéltame — sintió la ira contenida que embargaba al hombre.
— No te molestaba tenerlo sobre ti ¿Verdad? Ahora te daré lo que le pedías con la mirada.
Con sus piernas mantuvo los brazos femeninos a los costados del cuerpo, y le enganchó las piernas, mientras ella seguía forcejeando él se soltó la faja y el pantalón, cuando Cynthia vio su miembro se desesperó y cerró fuerte los labios, lo que produjo un estallido de risa por parte del hombre, por la acción tan inútil e infantil por parte de ella, le apretó la nariz, con lo que la obligó a abrir la boca para respirar.
Cuando su pene entró casi la hizo vomitar, le sujetó la cabeza a la muchacha con las manos y empezó a moverse, mientras el cuerpo de la prisionera estaba totalmente inmovilizado, cuando la miró a los ojos inmediatamente comprendió lo que haría, pero no alcanzo a reaccionar a tiempo. Aguantó el grito de dolor cuando lo mordió lo más fuerte que pudo.
— Aggg SUÉLTAME... MALDITA...
Pero ella no dejaba de enterrarle sus dientes, hasta que él le dio varias cachetadas y un puñetazo en las costillas, dentro de todo suave.
— Estás loca...
— Solo me defendí, maldito desgraciado — la sangre violeta la caía por la comisura de sus labios, mientras trataba de salir de abajo de él — no soy como esos putos que te gustan tanto, pero... — miró incrédula como las heridas cicatrizaban sin dejar ninguna marca.
— Como mis putos... — sonrió con lo que se le acababa de ocurrir.
La dio vuelta, le rompió el pantalón y la camiseta, la sometió de nuevo con su peso, primero quedó sentado en las nalgas femeninas, para luego acostarse sobre ella que trataba de zafarse, no quería que la tomará de esa manera, pero no podía ni respirar con él encima.
— SUÉLTAME HIJO DE HIENA, MALDITO MARICÓN, IDIOTA, PERVERTID...
Para evitar que siguiera insultándolo, Majunia le tapó la boca con una mano y le apretó un poco la cabeza contra su pecho, y con la otra la tomó de la cintura para apegarla a su cuerpo, la muchacha todavía trataba de soltarse, pero era como si fuera un ser de fierro quien la tenía sujeta. Cynthia sintió como el miembro entraba por su trasero, ya no podía hacer nada más que gritar por el dolor que empezaba a sentir, por suerte para ella, a último momento el príncipe acomodó su pene en la espalda femenina y se restregó hasta que acabó con un gruñido.
Apenas la presión sobre la joven se debilitó, ella se levantó de la cama, tratando de tapar su cuerpo con su vestimenta rota.
— ERES UN MALDITO PERVERTIDO DE MIERDA — lo insultó, mientras él se acomodaba tranquilamente la ropa.
— Solo te di lo que querías, o no — le replicó lo más frío que pudo.
— YO NO QUERÍA ESTO — la mujer tembló de indignación.
— Entonces no deberías haber coqueteado con Tambourine de esa manera, no voy a quedar como imbécil ante él ni ante nadie. Si hasta ahora no te sometí de esta manera es porque me entretuvo buscar otra forma, no te equivoques conmigo, bruja.
La tomó del pelo, la besó salvajemente y le mordió un poco el labio hasta hacerla sangrar, ahora ambos tenían sangre del otro en sus bocas.
— Date cuenta que no te ha servido de nada negarte a lo que te he pedido — la miró con frialdad — tarde o temprano obtengo lo que quiero. Recuérdalo siempre.
El Príncipe salió con una sonrisa de satisfacción a su cuarto, desde allí se comunicó con los encargados del personal de esparcimiento, mientras en el exterior se desató una tormenta, el agua caía como tirada por baldes, los rayos y truenos remecían todo.
— Quiero que los manden ahora — cortó.
— Uff... Eve, ve a busca a Han, los llama, por su voz de nuevo no podrán dormir hasta mañana.
— Ya voy.
"Claro, como no es en realidad su concubina, nos llama a nosotros ¿Por qué no la han tocado todavía? — se preguntó la rubia mientras iba por su compañero".
En ese momento, en la habitación de la prisionera ella estaba de rodillas, apenas él se fue, los mareos y las náuseas le ganaron, por fin se levantó y corrió a la ducha donde se acurrucó en un rincón a sentir el agua en su cuerpo, luego de abrir a todo lo que daban los grifos, se sentía sucia, quería que el líquido le limpiará el cuerpo y el alma, se pasaba una y otra vez jabón en su piel, sentía que el olor a ese tipo no se le saldría nunca, no entendía como su amiga del castillo soportaba esas cosas.
Cada vez que un relámpago iluminaba el baño Cynthia revivía lo ocurrido ahora, y cuando era niña... golpeó la pared una y otra vez, te mataré, te mataré, te mataré repitió a cada momento, cuando se calmó, se centró en lo que vio en la mente de Tambourine, debía volver a la casa de Veleda.
Por fin salió, se vistió y empiezo a pensar como escapar, cuando se acordó de Morgana, si se iba sola a ella la matarían. Como si el animalito la hubiera escuchado, unos suaves chillidos se hicieron oír, con todo lo que pasó ese mal nacido olvido llevarse a la pequeña rehén pensó alegre.
Cuando la sacó de la jaula, le reconfortó sentir la cálida piel de Morgana.
— Debo ir a la casa de la abuela, pero no sé cómo, estamos muy alto para saltar, además no quiero arriesgarme a que tome represalias contigo.
La ratona la miró y se metió en el muro, por un rato estuvo royendo varias conexiones hasta que toda la habitación quedo a oscuras.
— Que hiciste loca — susurró, luego de unos chillidos — ¿Estás segura?
La joven tomó la puerta que se abrió en silencio.
— ¿De verdad quieres arriesgarte de esa manera? — al tomarla sus ojos brillaron, y dijo una profecía espontanea — ninguno de esos demonios ni sus hombres te matarán — cuando volvió a la normalidad — que alivio, pero igual cuídate de él — le apuntó lo que le quedaba de colita — tienes razón que nos encontraría si te llevo, gracias por ser tan valiente mi niña loca — le puso una nota para su amiga humana, donde le avisaba a donde iba.
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La Maldición
AdventureEn un universo paralelo Piccolo Daimaku conquista la Tierra con ayuda de sus hijos, pero cuando uno muere decide acabar con los rebeldes a su reinado, pero todo se complica por una maldición que pesa sobre él y su descendencia. *Esta historia contie...