Capítulo 11

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Cuando Cynthia salió del agua se sintió mejor, su abuela, la última vez que se vieron le volvió a hacer prometer que pasará lo que pasará ella siempre lucharía por vivir. Además, estaba la profecía que si ella moría tarde o temprano la humanidad desaparecería.

Lo último que soñó le quedó rondando mientras se vestía, que clase de sacrificio debería hacer (estaba segura que era ella quien terminaría con la guerra), morir quedó descartado, entonces... ¿Perder su virginidad? Ahora no hay nadie más que... tendría que ser con él...

Pero por ahora solo quería descansar, sentía el peso de todo el mundo en sus hombros, y no lo soportaba.

En ese momento llegó Majunia.

— No hay nadie cerca, puedes estar tranquila, bruja.

— Buscaré fruta para comer — quería tratar de llevarse mejor con su guardián, por si decidía llevar a cabo su plan — ¿Qué prefieres?

— Nada — respondió él otro cortante.

— Pero debes alimentarte.

— Acaso te importa lo que le pase a este hijo de hiena — se sentó en posición de meditación fuera del lugar a vigilar.

"Uff como que será misión imposible... además no quiero... — se acordó cuando abuso de ella — no podré... lo único que estoy segura es que no moriré, las profecías de mi abuela siempre fueron precisas".

Por días apenas se hablaron, ella siguió su vida tratando de asimilar todo lo que había pasado, se sentaba a pensar, nadaba, subía a los árboles a estar con las ardillas o cualquier ave que encontraba.

Una semana después, luego que Cynthia se vistió después de bañarse, se encontró frente a un oso que se paró en dos patas para atacarla, inmediatamente Majunia estaba allí para matarlo, pero la joven se puso entre ellos para evitar el ataque.

— No lo hagas, está protegiendo a sus crías — miró al animal a los ojos — tranquila madre, no sabíamos que tus cachorros estuvieran cerca, no queremos hacerles daño — la osa bajó, de unos arbustos salieron dos oseznos, se reunieron los tres y se fueron a otro sector del bosque.

— ¿Cómo haces eso? — le preguntó el Príncipe cuando iban camino a la cueva.

— ¿Qué cosa? — ella no entendía que quería saber.

— Entiendes a los animales, y ellos a ti.

— No solo eso — sonrió juguetona, anticipando la sorpresa del otro — sino también esto — levantó las manos y llovió durante 20 segundos, entonces él recordó cuándo vio unas manos que salían de la prisión y tomaban agua de lluvia.

— ¿Eres humana? — la miró extrañado.

— Por supuesto, abuela creía en la fuerza de la madre naturaleza, y me enseño de pequeña, incluso cuando cazábamos para comer, pedíamos perdón al espíritu del animal muerto por tener que tomar su vida para alimentarnos, todo debería ser así, con respeto — le respondió.

— ¿Cómo los rebeldes que quieren matarte? — trató de molestarla.

— No son ellos, sé que Uranai y Selene no quieren que muera — se mostró triste recordando cuando casi la mató Rafael — en realidad es solo una persona quien desea verme muerta.

Aunque le preguntó, ella ya no le respondió nada más.

Según pasaban los días se llevaban algo mejor, hasta que una noche ella tuvo una pesadilla, su llanto molestó los sensibles oídos del hombre, así que la remeció para que guardara silencio.

— Cállate, vamos, cállate ya — la tomó del hombro.

La joven soñaba con la muerte de su abuela, las miradas de odio de todos, sobre todo de su amiga Eve, y con la pérdida de Morgana. Cuando despertó, no pudo evitar abrazarse a él, que la apartó rápidamente, ella trataba de calmarse, pero al seguir con sus sollozos al hombre le zumbaban cada vez más los oídos por el ruido.

— CÁLLATE HISTÉRICA — estaba furioso tapándose los oídos.

— Disculpa, pero... — comenzó a excusarse, calmándose.

— Pensé que eras más fuerte, pero veo que solo eres una simple humana — le respondió molesto.

Ella lo miró con odio.

— Lo siento si soy una mujer que tiene sentimientos, y no un desgraciado demonio como tú.

— ¿Cómo dices? — le replicó molesto.

— Si no supiera lo que eres diría que te construyeron como un autómata, eres frío, controlado, NO TIENES CORAZÓN, ERES IGUAL QUE TODA TU MALDITA FAMILIA.

Él aburrido le dio una cachetada, que además de romperle el labio la tiró al piso.

— No creas que porque no debes morir debo aguantar tus insolencias, soy tu futuro Rey, RESPÉTAME bruja.

Para calmarse Majunia se fue a una montaña cercana para vigilar y pensar.

"Aunque su energía es como la de otros humanos, hace llover y habla con los animales, eso no es algo normal en ellos... quiero que me diga todos sus secretos, pero a los golpes no lo lograré... me descoloca que a veces me hace caso en todo, y luego por cualquier tontería me desafía".

Mientras en la cueva la muchacha decidió mandarlo a la mierda y solo tener el contacto justo y necesario, pero como diría Veleda, las cosas ocurren como deben pasar.

Todos los días ellos conversaban algo más, aunque normalmente terminaban molestos uno con el otro. Cuando ella nadaba, él se sentaba a vigilar los alrededores dándole la espalda, lo que Cynthia no sabía es que cuando no lo veía, Majunia la observaba, como queriendo desentrañar todos sus misterios.

Una noche que hizo mucho calor, la joven vio que el Príncipe estaba sentado a la entrada de la cueva, dormido, aprovechando se quitó la camiseta y se acomodó sobre las frazadas solo con su pantalón corto, en un momento en la madrugada, algo la despertó, por un segundo creyó ver al hombre acariciándole los senos y besándola, pero cuando pestañeó se dio cuenta que todo fue un sueño.

"El estar día y noche con él me está volviendo loca, soñar que me tocaba de esa manera... ¿O será que mi abuela quiere decirme que debo seguir con el plan que tenía?".

La ola de calor solo duró 3 días, luego la temperatura bajo mucho, aunque la mujer soportaba con la vestimenta delgada que tenía, igual se desgastaba su energía, por eso Majunia hizo aparecer ropa abrigada para la joven, que no sabía que decir por tal gesto.

— No te confundas, no me conviene que te enfermes, solo lo hago por eso — le dijo lo más serio que pudo en el oído a la joven.

— De todas maneras, gracias — respondió sonrojada.

Antes que el hombre reaccionará, Cynthia le dio un beso rápido en la mejilla, para luego irse corriendo a la cueva a abrigarse, él la siguió con la vista, mientras se tocaba la cara, sonriendo triunfante.

Tres días después el demonio estaba meditando en el piso, abajo del árbol donde la muchacha estaba entretenida con una familia de ardillas, cuando bajo se resbaló por la nieve y cayó sobre él, la joven se levantó lo más rápido que pudo.

— Lo siento de verdad — se disculpó nerviosa al ver la expresión del otro.

La MaldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora